Apocalipsis 14

Revelation 14  •  11 min. read  •  grade level: 17
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La Mujer Y La Bestia
(Apocalipsis 17)
Hemos aprendido por el capítulo 13 que durante el reinado de la bestia—la cabeza del Imperio Romano avivado—llegarán a su culminación todos los males de los tiempos de los gentiles. Luego hemos aprendido, por los capítulos 14-15, que estos males atraerán los juicios de Dios sobre el reino de la bestia y de los adoradores de su imagen. Esta intervención de Dios llegará también a su punto culminante en los juicios simbolizados por el derramamiento de las siete copas que son claramente descritas como «las siete postreras plagas (V.M.), porque en ellas se consumaba el furor de Dios» (15:1). Estos últimos juicios preparan el camino para el regreso personal de Cristo tal como se predice en el capítulo 19:11-18.
Pero antes que se describa este gran acontecimiento, se nos dan, en los capítulos 17 y 18, detalles adicionales del abrumador juicio que sobrevendrá al falso sistema religioso expuesto bajo las figuras de una mujer falsa y de la gran ciudad de Babilonia. Ya en el curso de estos juicios hemos visto dos breves alusiones al juicio de Babilonia (14:8; 16:19). Pero este sistema corrupto ha tenido tanta influencia en la historia del mundo que a Dios le ha parecido bien advertir a Su pueblo que se separe totalmente del mismo dándonos, en estos dos capítulos, detalles adicionales acerca de su verdadero carácter y de su solemne fin bajo el juicio de Dios.
La atención a la Palabra dejará en claro que bajo la figura de Babilonia tenemos una presentación de la cristiandad corrompida como aparece en la Roma Papal. En el versículo 9 la visión es identificada con la ciudad de las siete colinas, Roma. En el versículo 15 tenemos un sistema que ha ejercido un control casi universal sobre «pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas»; asimismo, en el versículo 18 se contempla como habiendo reinado «sobre los reyes de la tierra». ¿No está claro que sólo la Roma Papal se corresponde con esta descripción?
Este sistema corrupto que pretende ser la iglesia es, en realidad, la imitación del diablo. Así, en estos capítulos ya no es más el Anticristo el que tenemos ante nosotros, sino la anti-iglesia. Tenemos una doble vista de esta falsa iglesia. En el capítulo 17 nos es presentada bajo la figura de una mujer; en el capítulo 18 la vemos bajo la figura de una gran ciudad. La mujer presenta al Papado en toda su corrupción, tal como Dios lo ve, porque la mujer es presentada como una ramera. La ciudad expone el Papado como lo ve el hombre en toda su magnificencia y lujo. Algo más adelante en Apocalipsis veremos una maravillosa visión de la verdadera iglesia, primero como Esposa de Cristo (19) y luego en relación con el mundo como ciudad celestial (21). Aquí tenemos la imitación del diablo que, aunque pretendiendo ser la iglesia de Cristo, es vista como siendo una ramera corrupta y una ciudad mundana.
Al ver este falso sistema tal como nos es presentado en el capítulo 17, observamos que en la primera sección—versículos 1 al 6—tenemos la visión vista por Juan. En la segunda sección—versículos 7 al 18—tenemos la interpretación angélica de la visión.
(Vv. 1-2) Se le dice a Juan que le será mostrado el juicio de este falso sistema, que es descrito no sólo con la figura de una mujer, sino de una mujer corrupta y licenciosa, expresando así figuradamente que este sistema falso querría desviar a los hombres de toda verdadera adhesión a Cristo. Su extensa influencia se expresa con la declaración de que «está sentada sobre muchas aguas». Su maligna influencia sobre los líderes que gobiernan la cristiandad es establecida mediante la figura de una impía relación con «los reyes de la tierra».
(Vv. 3-4) Para ver esta visión, Juan es llevado en espíritu «al desierto». Este sistema corrupto da lugar a un mero desierto en el que no hay nada ni para Dios ni para el hombre. En medio de este desierto, Juan ve la visión de una mujer sentada sobre una bestia escarlata con siete cabezas y diez cuernos.
Recordemos que esta visión, aunque expresa la maldad del Papado a través de las edades, presenta su última fase, cuando estará públicamente asociado con la bestia, o Imperio Romano avivado. La mujer sentada sobre la bestia sugiere que por un breve tiempo el Papado, en su última fase, gobernará el imperio y tendrá su apoyo. Aparentemente, en su intento de eliminar a todos los que temen a Dios y de establecer el culto a la imagen de la bestia, el Imperio Romano avivado, con su confederación de reyes, hallará en el corrupto Papado un instrumento dispuesto para conseguir estos malvados fines, porque este sistema de maldad está marcado, como siempre lo ha estado, por la idolatría más crasa. Esta idolatría está simbolizada por el cáliz de oro en la mano de la mujer, lleno de abominaciones. Aquí, como tantas veces en el Antiguo Testamento, el término abominaciones se refiere a idolatría. El «cáliz de oro» puede ser una hermosa apariencia para los hombres, pero el contenido del cáliz es abominación delante de Dios. ¿No está claro, entonces, que en el futuro próximo el Papado quedará públicamente identificado con el poder político, en su intento de llevar a los hombres a abandonar al verdadero Dios y de darse a la idolatría? El poder religioso y los poderes políticos se unirán para volver a llevar al mundo al paganismo más craso. El perro volverá de nuevo a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. Este será el terrible fin de la corrupta Cristiandad profesante.
(V. 5) El terrible carácter del Papado queda adicionalmente expuesto por el nombre que Juan ve escrito sobre la frente de la mujer. La primera palabra, «Misterio», no sugiere en su uso bíblico que se trata de algo misterioso, sino que, como se ha dicho, «señala a algo que la mente natural del hombre no podría descubrir; es un secreto que precisa de la luz directa y clara de Dios para poder ser conocido». Aparte de esta revelación, Juan nunca habría podido imaginar que en la Cristiandad se desarrollaría un gran sistema que profesa el nombre de Cristo y que pretende ser la iglesia, y que sin embargo se transforma en algo tan corrupto que se describe como «Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra.» En la antigüedad la Babilonia literal, aunque por un tiempo la más grande ciudad de la tierra, fue el centro y la fuente de la idolatría y de la corrupción. En un sentido espiritual, el Papado deviene «Babilonia la grande», porque, lo mismo que la antigua Babilonia, es el centro de la corrupción, del lujo y de la gloria de este mundo; y, de nuevo, como «la madre de las rameras», viene a ser la fuente y el sostén de todas las abominaciones idolátricas de la tierra. ¿No indica esto que todas las corrupciones de la Cristiandad tienen su origen en el sistema papal? ¿Y no podemos inferir que después que la iglesia haya sido arrebatada, todo lo que quede sobre la tierra que haga alguna profesión de cristianismo será expresado por «Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra», y que como tal será juzgado?
(V. 6) Más adelante, en la visión, Juan ve que la mujer estaba «ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús». No sólo ha sido el Papado una fuente de idolatría y corrupción, sino que, a lo largo de los siglos, se ha opuesto al verdadero pueblo de Dios y lo ha perseguido. La Roma Pagana, en su tiempo, persiguió al pueblo de Dios, pero aquellas persecuciones fueron pequeñas comparadas con los millones de «los mártires de Jesús» que bajo el Papado han sido perseguidos a sangre y fuego en matanzas en masa, con los horrores del potro y los fuegos de las piras.
Que los cristianos fuesen perseguidos por los paganos no habría sorprendido al apóstol; pero saber que vendría el tiempo en que la iglesia profesante llegaría a ser el centro de la idolatría y la más acerba perseguidora de los santos lo hizo quedar naturalmente «asombrado con gran asombro».
(Vv. 7-8) Para satisfacer el interés lleno de asombro del apóstol, el ángel revela el misterio de esta terrible asociación de la Cristiandad corrupta con el corrupto gobierno del mundo. Primero, desde los versículos 8-14, el ángel nos da la historia de la bestia, o Imperio Romano. Este imperio es descrito como habiendo existido una vez, luego dejando por un tiempo de existir, pero como a punto de ser avivado en la forma más terrible como subiendo «del abismo» y por ello energizado por Satanás, pero encontrando finalmente una destrucción abrumadora. Sabemos que el Imperio Romano, antaño poderoso, ha dejado de existir durante siglos como potencia mundial. Aquí aprendemos que, para maravilla de los moradores de la tierra y que no tienen parte en el libro de la vida, será avivado por un breve tiempo. Sabemos que las autoridades que hay, por Dios han sido establecidas; pero vendrá el tiempo en que, durante este avivamiento del Imperio Romano, los poderes gubernamentales dejarán de estar ordenados por Dios, y que por un breve período estarán dirigidos por Satanás desde «el abismo». Como alguien ha dicho, «durante un breve tiempo Satanás edificará un imperio apropiado a sus propósitos, por cuanto surge de principios satánicos que niegan a Dios».
(Vv. 9-11) Luego se nos dice que los símbolos de las siete cabezas tienen un doble significado. Presentan los siete montes, que están más específicamente relacionados con la mujer, y que denotan seguramente el hecho de que el Papado tiene su asiento en la ciudad de las siete colinas, Roma. Además, los siete cuernos representan a siete reyes o formas de gobierno por las que Roma se ha gobernado en diferentes épocas. En tiempos del apóstol ya habían pasado cinco formas de gobierno, y la sexta, o forma imperial, estaba entonces en el poder. Ésta también ha dejado de existir durante siglos. Pero en el futuro el imperio será avivado bajo una séptima forma de gobierno distinguida de nuevo por su imperialismo, pero asociada, como el apóstol ve, con una confederación de diez reyes. Además, el cabeza del imperio avivado será de los siete por cuanto tiene un carácter imperial, y sin embargo, en cierto sentido será un octavo, por cuanto surgirá de una fuente diabólica directa.
(Vv. 12-13) Los diez cuernos, se nos dice, representan a diez reyes que reinarán concurrentemente con la bestia. Se unirán para dar poder y autoridad a la bestia. ¿No indica claramente la profecía que en el futuro Europa buscará «paz y seguridad» constituyéndose en una confederación de diez reinos bajo la autoridad central de la cabeza del Imperio Romano que será directamente conducida por el poder de Satanás?
(V. 14) Esta confederación conducirá a los poderes occidentales a una completa apostasía de la Cristiandad, porque estos diez reyes, o los reinos que representan, aunque querrán mantener la paz entre ellos, se unirán en hacer la guerra al Cordero. Esto desde luego llevará a su destrucción, porque el Cordero a quien osan oponerse es «Señor de señores y Rey de reyes», Aquel que vencerá toda rebelión. Los santos, que bajo el reinado de la bestia han sido perseguidos, estarán asociados con Cristo en Su juicio de esta confederación satánica, porque ellos son «llamados y elegidos y fieles».
(Vv. 15-16) Habiendo predicho el carácter y la condenación del Imperio Romano avivado, el ángel pasa de nuevo al Papado para darnos a conocer la destrucción de este falso sistema. Se nos dice primero que la visión de la mujer sentada sobre las muchas aguas establece la influencia de ámbito mundial del Papado, sobre «pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas». Luego aprendemos que llega el tiempo en que las naciones confederadas se volverán contra este falso sistema, como alguien ha dicho: «El amor impuro terminará en aborrecimiento.» La desnudarán de todo su poder, la denunciarán abiertamente en toda su vergüenza, se apoderarán de sus recursos, y de esta manera causarán su destrucción.
(V. 17) Además, aprendemos que en la destrucción de este terrible sistema las naciones estarán llevando a cabo, sin saberlo, la voluntad de Dios, aunque su propósito sea dar el supremo poder del gobierno a la bestia. Pero Dios está por encima de todo, tanto en la destrucción de la mujer falsa como en la finalización del reinado de la bestia. Estos poderes malignos sólo pueden permanecer «hasta que se cumplan las palabras de Dios».
(V. 18) La mujer que será finalmente destruida por los diez reinos es aquel gran e imponente sistema que, bajo la figura de una gran ciudad, es representada como habiendo reinado sobre los reyes de la tierra, y, como alguien ha dicho, ha sido «la sede de una ansiosa y tortuosa ambición, de crímenes y engaños de toda clase, de arrogante dominio sobre otros, y de lujos mundanos y mal».