1 Corintios 13:4-7: Las cualidades del amor

1 Corinthians 13:4‑7
Si has visto a alguien que expone un prisma a la luz; entonces habrás notado que la luz blanca, como la del sol, entra y se descompone en una variedad de hermosos colores. En realidad, la luz blanca está compuesta por todos ellos, pero no se los podía ver sin la ayuda del prisma, el cual nos permite escudriñar cada uno. El amor divino es como aquella luz blanca, pues tiene muchas cualidades muy importantes que están mezcladas cuando decimos la palabra “amor”. En los versículos señalados tenemos una descripción de quince de estas características que muestran cómo el amor no se enfoca en sí mismo, sino que ama la verdad y actúa con una energía positiva. Estudiemos juntos algunas de estas características para que tú puedas seguir estudiando las demás por ti mismo.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).
En la carne, a veces podemos aguantar ser irritados por algún tiempo, antes de explotar con ira. Por ejemplo, si el vecino, cada semana tiene fiestas ruidosas muy por la noche y de manera continua, se puede resistir la tentación de reaccionar ante esto; pero poco a poco va aumentando la frustración por esta falta de consideración. ¿Y cómo reacciona el amor verdadero? “Es sufrido” no airándose por el problema o con la persona, sino que confiamos en Dios para que Él dé la solución.
Cuando alguien trabaja mucho tiempo en la cocina y prepara una buena comida para sus hermanos, lo cual todos alaban; ¿cuál es su reacción?... O quizá un hermano ha compartido lo que han aprendido de la palabra de Dios y los demás se acercan para escuchar más y felicitarle por el lindo mensaje. En estas situaciones la carne se halla complacida y se esfuerza mucho para recibir más de lo mismo. Sin embargo, el amor “no se envanece”; sino que otorga de corazón todo el crédito al Señor y no tan solo de labios. Pues si otros resultan beneficiados es para la gloria del Señor y esto es suficiente para el amor.
Unos niños se sientan alrededor de la mesa y su mamá empieza a servir una exquisita torta que tiene una deliciosa cubierta. En la carne, es posible que peleen; pero el amor verdadero estaría muy contento al ver que otros tienen el pedazo más grande o una sección con más de aquella sabrosa capa que la cubre. En verdad, el amor divino no es egoísta y por eso “no busca lo suyo”, sino el bien del otro.
Digamos que un hermano ha herido gravemente a otro pensando hacerle daño ya sea con sus palabras o mediante sus acciones. En Mateo 18 hallamos instrucciones acerca de la manera en que se debe restaurar al hermano que ha procedido así; sin embargo, en el interior del corazón: ¿cómo actúa el amor?... La respuesta es sencilla pero profunda, porque la palabra de Dios dice que: “no guarda rencor”. El corazón lleno de amor no está ocupado con la falta, sino que desea el bien del otro.
Si uno quisiera visitar a sus hermanos del sur del país, pero se sube en un bus que va al norte, un verdadero amigo le avisaría aun si tuviese que gritar para ser escuchado. En verdad, sería de gran ayuda recibir la información correcta y no debería causarnos molestia. Lastimosamente, muchos piensan que es amor dejar que otro sea llevado por falsa doctrina, pues no quieren molestarles con la verdad. En cambio, tanto en esto como en la vida cotidiana, el amor “se goza de la verdad” y lo comparte con los demás, porque el verdadero amor no se contenta con lo falso.
Hay, al menos, diez aspectos más en estos versículos del amor en su carácter y manera de actuar. ¿Cuáles son y cómo se aplican a nuestras vidas?