1) Sentir la presencia del Señor con nosotros: Comunión

Vayamos, en primer lugar, a Éxodo 33:13-15: “Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, Te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo Te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo. Y Él respondió: Mi presencia irá contigo, y Yo te daré descanso. Entonces le dijo Moisés: Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí” (LBLA). Esta es la primera gran manera en la que el Señor guía a Su pueblo: sintiendo Su presencia con nosotros. Podríamos decir que es la forma más elevada y pura de ser guiados.
Moisés buscaba la guía del Señor para llevar a los hijos de Israel a través del desierto horrible y yermo para entrar en la tierra prometida de Canaán. El Señor dijo: “Mi presencia irá contigo”. La presencia del Señor los guiaría. Se manifestaría en la nube de la shejiná de la gloria que moraba sobre el tabernáculo. Cuando se movía, ellos debían levantar el campamento y moverse con ella. Cuando se detuviera, debían detenerse y acampar allí (Números 9:15-23). Era realmente muy simple para ellos tener la guía del Señor. Todo lo que tenían que hacer era mantener la vista en la nube y permanecer bajo ella cuando se movía. Les servía de escudo contra el ardiente sol durante el día, y de columna de fuego que les alumbraba por la noche (Salmo 105:39). Es una hermosa imagen de ser guiados sintiendo la presencia del Señor.
Cuando Moisés dijo: “Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí”, en realidad estaba diciendo: “Señor, si no podemos tener Tu presencia con nosotros, ¡no queremos ir!”. Así debería ser con nosotros. No deberíamos querer ir a ninguna parte en este mundo, o dar cualquier paso en nuestras vidas, si no podemos sentir la presencia del Señor con nosotros en ello. De lo que estoy hablando aquí es de un sentimiento de paz que cada cristiano debe tener en su vida, lo cual resulta de andar con el Señor. Colosenses 3:15 dice: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones”. Esa es la condición cristiano normal porque estamos en comunión con el Señor. Nunca debemos permitir que nada entre en nuestras vidas que perturbe esa paz.
La condición normal de un cristiano es andar en comunión con el Señor; si esto es algo habitual, cuando demos un paso en falso, sentiremos que algo no está en orden; en otras palabras, perderemos nuestra paz. Es entonces cuando debemos volver sobre nuestros pasos y procurar mantenernos en el camino de hacer la voluntad de Dios. De este modo, el Señor nos guía teniendo el sentimiento de Su presencia. Pero si normalmente no andas en comunión con el Señor en tu vida, no sabrías lo que es perder el sentimiento de aquello que no estás acostumbrado a tener. Pero eso es algo triste.
Recuerdo que un hermano quería que lo acompañara a Malasia a visitar a los hermanos de allí. Yo tenía ganas de hacerlo, y le dije: “Claro, iré”. Hicimos el itinerario, y a medida que se acercaba el día y era hora de comprar nuestros boletos para la partida, comencé a inquietarme. Empecé a perder la paz. Después de un tiempo no podía dormir, pensando en ello, hasta que finalmente llamé al hermano y le dije que no iba a ir. En cuanto lo hice, recuperé la paz y esa noche dormí como un bebé. Lo que había sucedido era que había dado mi consentimiento para ir por un camino en el cual no tenía paz.
Vayamos a otro versículo para ilustrar este punto de ser guiado sintiendo la presencia del Señor. Salmo 32:8: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar: Sobre ti fijaré Mis ojos [te guiaré con Mi ojo]” (traducción King James). Todos sabemos que hay que estar muy cerca de una persona para ser guiado por su ojo. Esto tiene que ver con la cercanía e implica estar en comunión con el Señor. Si yo mirara a mi mujer desde donde estoy aquí, no creo que pudiera ver el movimiento de sus ojos, pero si me acercara a ella sí. Y esto es lo que realmente es la comunión: la cercanía del corazón y del pensamiento al Señor. Es lo que deseo en mi vida.
Esto me recuerda una historia que escuché de un hombre que estaba en Inglaterra, o quizás en Escocia, donde cazan muchos zorros y conejos. Tienen sus sabuesos para perseguir a estos conejos de manera organizada, ¡y luego les disparan! El hombre preguntó a uno de esos adiestradores de sabuesos: “¿Cómo saben cuándo están adiestrados esos sabuesos?”. El hombre respondió: “Eso es muy sencillo; cuando estamos de caza, y un conejo se cruza en nuestro camino, y el sabueso se vuelve y me mira antes de ir tras el conejo, sé que está adiestrado”. El perro sabe muy bien que debe perseguir al conejo, ¡pero aun así mira al amo antes de moverse! Eso es exactamente lo que el Señor busca en nosotros. Puede ser muy obvio hacia dónde debemos ir, pero aún así necesitamos mirarle a Él. Eso es dependencia, y el Señor guiará al alma dependiente. No demos ni UN PASO en nuestras vidas si eso significa que no sentiremos la presencia del Señor.