(2 Corintios 1:1-13:14)
El Apóstol había propuesto hacer una segunda visita a la asamblea de Corinto, pero se había sentido impulsado a alterar sus planes. Él escribe para dar la razón en esta segunda epístola, y para preparar el camino para una segunda visita.
El enemigo, incluso en aquellos primeros días, estaba tratando de corromper la profesión cristiana por “falsos apóstoles”, “obreros engañosos” y “falsos hermanos” (cap. 11). El Apóstol teme que tales hayan estado haciendo su obra engañosa en Corinto, separando los corazones de los santos de Cristo, presentando un ministerio falso (cap. 11:4), menospreciando a los verdaderos siervos de Cristo, para alejar a los discípulos después de sí mismos.
En el curso de su epístola, Pablo advierte a los santos contra estos males al exponer la verdad que expone el mal. Él presenta a Cristo en la gloria, Aquel en quien todas las promesas de Dios son sí y Amén. Él presenta a los santos en la tierra como dejados aquí para ser la epístola de Cristo. Él expone el verdadero ministerio del Espíritu y las marcas de los verdaderos siervos del Señor, por quienes se lleva a cabo Su obra. Además, exhorta a los santos de Corinto a servir a los demás en amor dando a los necesitados.
Habiendo puesto delante de ellos a Cristo, Su servicio, Sus siervos y la gracia de Cristo al dar a los demás, expone las falsas pretensiones de hombres malvados que buscaban corromper las asambleas del pueblo de Dios presentándose como ángeles de luz y ministros de justicia.