Vayamos a otro pasaje, 1 Timoteo 2:3-4. “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad”. Aquí tenemos otra cosa que es la voluntad de Dios para nuestras vidas: Él quiere no sólo que seamos salvos, sino que también vengamos al conocimiento de la verdad. ¡Él quiere que aprendamos la verdad! ¡Qué importante es esto! Si no lo hacemos, seremos sacudidos por todo viento de doctrina que venga (Efesios 4:13-14). El enemigo de nuestras almas podría fácilmente llevarnos a alguna línea de cosas donde podríamos ser desviados del camino. Además, no podemos ser de mucha utilidad al Señor para defender la verdad, para defender la fe, ¡si nosotros mismos no la conocemos!
El cuerpo de conocimiento cristiano que se nos ha dado necesita ser comprendido y practicado. Aprender la verdad requiere tiempo y diligencia. Debemos aplicarnos. Aprendemos de Proverbios 22:17-21 que tenemos que aplicar nuestros corazones a la sabiduría y al aprendizaje de la Palabra de Dios.
Judas nos dice que debemos “contender eficazmente por la fe que ha sido una vez dada á los santos”. Nota, la fe (el cuerpo de conocimiento cristiano) ha sido entregado a los santos. Los santos de Dios son los custodios de la verdad, no los apóstoles. Dios no entregó la verdad a los apóstoles para que la guardaran; la entregó a través de los apóstoles, pero a los santos. Lo que quiero resaltar aquí es que Dios quiere que cada uno de nosotros tenga la verdad. No debemos tener la idea de que aprender la verdad es sólo para aquellos que ministran la Palabra públicamente, para los hermanos que enseñan en las reuniones. No, ¡la verdad es para que todos los santos la tengan y la disfruten! Eso significa que todos necesitamos escudriñar diligentemente las Escrituras (Hechos 17:11-12).
Saben, hay muchos conceptos erróneos con respecto a aprender la verdad; sospecho que algunos de ellos son sólo excusas por la pereza. Hay algunos que te dirán que no necesitas preocuparte por estudiar las Escrituras; que con venir a las reuniones es suficiente: absorberás la verdad con sólo estar allí, como por ósmosis. Sin embargo, conozco personas que han estado yendo a las reuniones durante años y años, y todavía saben muy poco de la verdad que una vez fue entregada a los santos. Es posible ser como el joven que, con respecto a las reuniones, dijo que estaba “¡presente en cuerpo, pero ausente en mente!” Estaba allí, ¡pero su mente estaba en otro planeta! Y sospecho que no es la única persona que ha estado así. No basta con venir a las reuniones; tenemos que aplicarnos en las cosas de Dios. No debemos verlo como una tarea; ¡es un privilegio! ¡Qué maravilloso es aprender las Escrituras! “¡Cuán dulces son á mi paladar Tus palabras! Más que la miel á mi boca” (Salmo 119:103).
Otro concepto erróneo que algunos tienen acerca de aprender la verdad es que solamente está al alcance de unos pocos selectos que tienen un “don” para ello. Podrías estar pensando eso, y diciendo: “Algunos de estos hermanos aquí tienen un don para ello, pero yo no; por lo tanto, no tiene sentido que yo trate de aplicarme a ese tipo de cosas”. Déjenme decirles, ¡no hay nada de cierto en eso! No existe el don para aprender la Palabra de Dios. El don es para repartir lo que Dios te ha dado. Saldrá de ti de una manera un poco diferente a la de la otra persona, porque todos tenemos diferentes dones. Todo lo que se necesita para aprender la verdad es diligencia y obediencia. ¡Y eso es algo que está al alcance de cada uno de nosotros!
He oído de otra excusa que alguien dijo, y realmente me da nauseas. Esta persona dijo: “Como la verdad no te va a guarda, no me preocupo mucho por ello. Y después de todo, los que así lo hacen, parecen hacer un desastre de la crianza de sus familias”. ¡Qué triste es eso! Da excusa para la pereza. Además, simplemente no es verdad. Ese tipo de pensamiento es producto de una expresión entre nosotros que carece de sentido, y te diré cuál es: “La verdad no te guardará”. ¿Has oído eso alguna vez? Seguro que sí. Nunca lo he encontrado en ninguno de los viejos libros de ministerio. Los hermanos mayores solían enseñar, “La verdad por sí sola no te guardará”. Pero en algún momento durante los últimos años hemos perdido un poco de esa verdad, y hemos reducido la declaración a, “La verdad no te guardará”. Desafortunadamente, la generación actual escucha eso y dice, “¿De qué sirve tener la verdad de todos modos? ¡No me guardará!”. El resultado es que no ven ninguna necesidad de ser diligentes en aprenderla. En realidad, el punto es que la verdad por sí sola no nos guardará, porque la comunión debe estar unida a ella. De hecho, tenemos un número de Escrituras que nos dicen que la verdad sí nos guardará, si la mantenemos en comunión. El Salmo 40:11 dice: “Tu misericordia y Tu verdad me guarden siempre”. La Palabra de Dios puede preservarte en el camino dándote principios que guiarán tus pies. Seremos preservados en el camino si practicamos esas cosas en comunión con el Señor. El Salmo 17:4 dice: “Por la palabra de Tus labios, yo me he guardado de las vías del destructor”.