Algunas figuras ilustrativas que enseñan la seguridad eterna del creyente

Génesis 7:16
Este pasaje tiene que ver con “Noé” y el “arca”. Noé es una figura de Cristo. En Génesis 6, como el “pregonero [predicador] de justicia” (2 Pedro 2:5), Noé es una figura que ejemplifica a Cristo, ya que durante su vida él advirtió a los hombres en cuanto a huir de la ira venidera. En Génesis 7, Noé es una figura de Cristo, “el Autor” (o “Capitán” como en la versión King James) de nuestra “salvación” (Hebreos 2:10), quien aseguró nuestra redención al pasar por las aguas del juicio. En Génesis 8, Noé es visto como la cabeza de un mundo nuevo, lo cual tipifica a Cristo en resurrección como la Cabeza de la “nueva creación” (Apocalipsis 3:14; 2 Corintios 5:17 – traducción J. N. Darby).
El “arca” que Noé construyó para salvar a su familia (Hebreos 11:7) es una figura de la obra de expiación que Cristo realizó en la cruz que salva a todos los que están en la familia de Dios. Todo el que entró estaba a salvo y seguro de las aguas del juicio que cayeron sobre la tierra. Para hacer el arca impermeable a los elementos, tenía “brea” tanto por dentro como por fuera. La palabra “brea” es la misma palabra que “expiación” en el idioma original, y se traduce en otros lugares como tal. La doble capa de “brea” en el arca habla del doble aspecto de la obra de Cristo en la redención. En primer lugar, estaba la propiciación (1 Juan 2:2; 4:10), que satisfizo las santas demandas de la justicia divina contra el pecado; y también hubo sustitución (Hebreos 9:28; 1 Pedro 3:18), que se refiere a Cristo tomando el lugar del creyente en el juicio. El arca también tenía “nidos” adentro para todos los que entraban (la palabra hebrea “qen” traducida “aposentos” en Génesis 6:14 significa “nidos”). Esto habla del descanso y la paz que Cristo da a todos los que acuden a él con fe para salvación (Mateo 11:28; Romanos 5:1).
Nuestro punto en cuanto a esta figura es que cuando Noé y su familia entraron en el arca, dice: “Y Jehová le cerró la puerta” (Génesis 7:16). Después de que se cerró la puerta, ¡no hay registro de que se haya vuelto a abrir! Estaba tan bien cerrada que cuando llegó el momento de que la familia redimida saliera, tuvieron que desmantelar el arca (Génesis 8:13).
Éxodo 28:9-21
Este pasaje tiene que ver con las piedras preciosas en las vestiduras del sumo sacerdote. Aarón, el sumo sacerdote de Israel, es una figura de Cristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14; 10:21). Las piedras preciosas que Aarón tenía en su “ephod” y “racional [pectoral]” representan el pueblo de Dios, el cual es precioso para Dios. El “ephod” estaba conectado a los hombros del sumo sacerdote (versículo 12). Habla de la seguridad que tenemos en Cristo, estando a salvo sobre Sus hombros (Lucas 15:5). El “racional” cubría el corazón del sumo sacerdote. Habla de cómo somos amados con el amor infinito de Cristo (Efesios 3:19). Es significativo que las piedras se mantuvieran en su lugar en el ephod y el pectoral con “engastes de oro”. El “oro” habla de lo que es divino. “Engastadas” en oro (versículo 20) habla de nosotros estar divinamente sostenidos, no solo sobre los hombros del Señor, ¡sino también sobre Su corazón! Nada nos puede “apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Josué 20:6
Este capítulo tiene que ver con las “ciudades de refugio” que tipifican la seguridad y salvación que el creyente tiene en Cristo. Se alude a esto en Hebreos 6:18-20, donde dice: “los que nos acogemos á trabarnos de la esperanza propuesta”. Se nos dice que el “homicida” estaría a salvo si huía a una de las ciudades de refugio. Debía permanecer en ese lugar seguro “hasta la muerte del gran sacerdote”. ¡Pero qué maravilloso saber que nuestro Gran Sumo Sacerdote nunca volverá a morir! Se nos dice que Él está “viviendo siempre” para interceder por nosotros (Hebreos 7:25), ¡entonces estamos a salvo para siempre!
Rut 2:1
En este libro leemos que Noemí y su esposo Elimelech dejaron la tierra designada por Dios (Canaán) y se fueron a la tierra de Moab. Es una imagen del pueblo del Señor desanimándose y volviéndose al mundo. Pero encontramos que Dios obró en el corazón de Noemí y la trajo de regreso, y trajo a Rut con ella. Al regresar, Rut fue puesta en contacto con Booz, que es una figura de Cristo, y Rut encuentra “descanso” en él (Rut 3:1). Aprendemos de Rut 2:1 que Booz era un “pariente” del marido de Noemí. Eso significa que, aunque Noemí se había apartado del Señor y de sus hermanos, y había tomado una posición entre los enemigos del pueblo de Dios, nunca perdió su relación con Booz.
Salmo 51:12
“Vuélveme el gozo de tu salvación”. Este no es figurativo, pero es una confirmación de la seguridad del creyente en el Antiguo Testamento. David había cometido adulterio y había asesinado al esposo de Betsabé. Estos son pecados muy graves. Si alguien pudiera perder su salvación, sería él. Sin embargo, no oró por la restauración de su salvación, sino por la restauración del “gozo” de su salvación. Con esto aprendemos que, si un hijo de Dios peca, el “gozo” de su salvación es lo que pierde, y no la salvación misma. Se vuelve miserable porque no está en comunión con su Dios (Salmo 32:3-4). Para un creyente, eso es algo muy infeliz, pero él no pierde su relación con Dios.
Hechos 27:4
“Y así aconteció que todos se salvaron saliendo á tierra”. El viaje en este capítulo es una figura de la historia de la Iglesia. No entraremos en detalles ahora, pero queremos hacer notar que es significativo que la gente haya llegado a la costa, a pesar de que “la nave” (el testimonio externo de la Iglesia) fue destruido.
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Hemos examinado brevemente más de veinte escrituras que enseñan la verdad de la seguridad eterna del creyente. No es posible interpretarlas de una manera lógica y concluir que no signifiquen lo que dicen claramente. Si el lector es un buscador honesto de la verdad, no debe haber ninguna duda de que la salvación del creyente está eternamente segura.
Sin embargo, hay varios pasajes en la Palabra de Dios que parecen sugerir que un creyente podría perder su salvación. Vamos a mirar estas escrituras ahora para ver lo que significan. Al lector le puede resultar desconcertante el ver que hay algunas escrituras que enseñan la seguridad eterna del creyente, y otras que parecen decir que un creyente podría perder su salvación. Si esto nos preocupa, tengamos la seguridad de que la infalible Palabra de Dios no se contradice. Si parece haber alguna dificultad, no es culpa de la Palabra de Dios, sino de nuestro entendimiento. Como regla general, cuando nos encontramos con lo que parece ser una contradicción en la Palabra de Dios, sugerimos que el lector se aferre a las claras declaraciones de las Escrituras, las cuales realmente no se pueden interpretar de otra manera, y que vuelva a mirar el versículo o versos que parecen contradecirse. Es probable que haya una frase o dos en el pasaje que hemos entendido mal. Si oramos al respecto y le pedimos ayuda al Señor, Él nos mostrará el verdadero significado. Descubriremos que las Escrituras realmente no se contradicen. Esta es la única forma lógica de manejar la dificultad. El hermano Hayhoe solía decir: “No dejemos que las cosas que no entendemos en las Escrituras nos impidan disfrutar de aquellas que sí entendemos”.
Estos pasajes que parecen negar la seguridad eterna son un ejemplo. A menudo están rodeados de expresiones bastante ambiguas que podrían tomarse de diferentes maneras. Por otro lado, las Escrituras que hemos visto hasta ahora son tan claras que sería difícil ver algo más en ellas. ¿Por qué alguien querría descartar las declaraciones más claras de las Escrituras en las que podemos confiar con seguridad, solo porque se cruzan con algunas aparentes contradicciones que están rodeadas de expresiones difíciles?
A menudo, para llegar a estas interpretaciones tan erróneas, uno tiene que deducir cosas en el pasaje que no están allí para que se ajusten a la interpretación equivocada. Pedro nos advierte de aquellos que son “indoctos é inconstantes” en la Palabra, que “tuercen” las Escrituras para que se ajusten a sus ideas (2 Pedro 3:16). Este es un terreno peligroso. Difícilmente se está llegando a las Escrituras con un corazón abierto y honesto. El hábito del apóstol Pablo era razonar a partir “de las Escrituras” (Hechos 17:2), pero no ponía su razonamiento dentro de las Escrituras, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. J. N. Darby dijo: “La gente trata de torcer pasajes para que se ajusten a sus doctrinas, en lugar de tomar la doctrina de los pasajes”. Aquellos que tratan de leer en la Escritura, deduciendo cosas en ella, realmente están agregando a la Palabra de Dios. Confiamos en que este no será el caso mientras procedemos con nuestro estudio de estos pasajes que aparentan negar la seguridad eterna del creyente.