Apéndice

 
Para todos cuantos deseen un breve compendio de los puntos de vista anteriormente citados y relativos al uso de los instrumentos musicales en la adoración y el testimonio cristianos, reproducimos a continuación un corto artículo aparecido en The Young Christian [El Joven Cristiano], en 1940, bajo los titulares “Una reunión con jóvenes: Buzón de preguntas”1:
Pregunta: ¿Por qué no se emplean instrumentos musicales en los cultos de cristianos que se reúnen en el nombre del Señor Jesucristo?
Respuesta: La verdadera adoración cristiana es en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24). Es “con el Espíritu” y “en el Espíritu”(1 Corintios 14:16; Filipenses 3:3), y no necesita ayudas carnales. El Espíritu Santo, morando en el creyente individualmente y en la asamblea de manera colectiva (Juan 14:17), es el poder de la adoración cristiana. Cualquier otra cosa que satisfaga solamente la carne y distraiga el corazón del verdadero Objeto de adoración, no es sino un impedimento. Se puede decir que aquello que “el hombre animal” puede disfrutar, no encuadra en las cosas de Dios. Podemos orar y cantar y bendecir a Dios en espíritu, pero ¿tiene espíritu el órgano? Los instrumentos musicales podrían ayudar indudablemente la precisión y el ritmo de nuestro canto, pero impedirían el carácter espiritual de la adoración, y sólo éste es acepto a Dios.
Cuán dulce sea la canción
No importa a Ti, Señor
Si no rebosa el corazón
Tocado por Tu amor
Himnario Mensajes del Amor de Dios, no 309
Cuando notamos el origen de los instrumentos musicales (véase Génesis 4:21), percibimos que, entre otras cosas no malas en sí, fueron primeramente utilizados por la familia de Caín para ayudarla a olvidarse de Dios.
Este es aún el empleo que les da el mundo hoy día. En Daniel 3:5,7,10,15, los instrumentos musicales fueron utilizados en combinación con la adoración idolátrica. Producen un falso sentido de adoración, impulsando el sentido religioso de la carne.
Los instrumentos musicales tenían su utilización en el Antiguo Testamento, y serán de nuevo usados en el Milenio (2 Crónicas 5:11-13; Salmo 150). Estos, al igual que las vestimentas sacerdotales, y los sacrificios, están relacionados a un santuario terrenal. Pero la adoración cristiana es por fe, no por vista (2 Corintios 5:7); es celestial, no terrenal.
Además, Mateo 9:15 contiene un importante principio relacionado con este asunto. El Señor Jesús, despreciado y desechado por este mundo, está ausente y esto debe caracterizar en gran escala nuestra adoración. ¡La Iglesia debe notar la ausencia del Esposo! El sonar de trompetas no hace juego seguramente con nuestras relaciones hacia el Señor, como el Ausente! ¿Cómo podemos adorarle, a Aquel a quien el mundo llevó a la muerte, con los mismos instrumentos que los hombres utilizaron para ponerle fuera de sus pensamientos? ¿No es nuestra posición a este respecto la misma de Israel en Babilonia? Sobre los sauces colgaban sus arpas (Salmo 137:1-4). “¿Cómo cantaremos canción de Jehová en tierra de extraños?” La humillación debe caracterizar nuestra adoración, cuando pensamos en el Señor como el Desechado, lamentando Su ausencia.
¿Y qué referente a los instrumentos musicales en cuanto al Evangelio? Aquí también se dirige el llamamiento a lo que gusta a la carne y no toca la conciencia. La importancia dada a los elaborados cultos musicales en “el campamento” es, sin duda alguna, una atracción para muchos; y que Dios en Su soberanía puede emplear la interpretación de un himno, aun ejecutado por un músico no salvo, para salvar a un alma, no lo ponemos en duda. Pero de acuerdo con su “vocación celestial” (Hebreos 3:1) ¿pueden los que se reúnen en el nombre del Señor Jesús “fuera del campamento” (Hebreos 13:13) usar lo que Dios ha rechazado como inapropiado a Él para adoración en Su presencia, y considerarlo como apropiado en Su servicio en el evangelio, o para los niñitos o para los adultos? Más bien que siempre busquen, por la gracia, aquello que se conforma a Su presencia y le agrada.
¿Nos prohíbe la Palabra de Dios poseer instrumentos musicales, y usarlos en nuestros hogares? ¡No! Los cristianos son libres para ser guiados por la gracia de Dios que les ha salvado, y de ser constreñidos por el amor de Cristo, para vivir, no para ellos mismos, sino para Aquel que murió por ellos y resucitó de entre los muertos (Romanos 12:1-2).
En conclusión, mientras el canto tiene un lugar bien reconocido en el culto cristiano (Hechos 16:25; Colosenses 3:16; Efesios 5:19), los instrumentos musicales no son mencionados ni una sola vez en conexión con ello.
¡OH! ENSÉÑANOS A ADORAR
Cuán dulce sea la canción
No importa a Ti, Señor,
Si no rebosa el corazón
Tocado por Tu amor.
Con reverencia enséñanos,
Señor, cómo adorar;
Tu gracia inspire a cada voz
Que a Tu oído ha de llegar.
Por sangre —Tuya— idóneos ya
De entrar para adorar,
Aun ante el trono en luz allá
Nos haces acercar.
¡Precioso nombre! Abriéndonos
La entrada en santidad
Confiados ya ante nuestro Dios,
Gozamos libertad.
“De labios fruto” ¡oh! haznos dar
En grata adoración;
De santos “vivos” sólo el loar
Te agrada el corazón
Himnario Mensajes del Amor de Dios, no 309.
 
1. Volumen 30, págs. 132-136, Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, EE. UU.