Autoridad de Cristo como Cabeza

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Esto se refiere a la dirección, el control y la provisión de Cristo en varias esferas sobre las cuales Él es la Cabeza. W. Scott dijo que hay por lo menos cuatro tipos de autoridad de Cristo (The Young Christian, vol. 5, p. 11; The Book of Revelation, p. 111). Las siguientes referencias exponen el orden en el que Cristo las tomó:
1) Cabeza de la Creación
(Colosenses 1:15-17; 1 Corintios 11:3). El Señor tomó esta autoridad en Su encarnación—cuando se hizo Hombre (Lucas 1:35; Filipenses 2:7-8). Siendo Quien era, al entrar en Su propia creación, Él no podía tomar ningún otro lugar en ella sino el de “Primogénito de toda criatura” (Colosenses 1:15). Siendo el Hijo, Él debe, necesariamente, tener la preeminencia en posición y dignidad, indicadas por la palabra “Primogénito.” La inmensa creación no sólo fue creada por Él (Juan 1:3, 1:10; Colosenses 1:16; Hebreos 1:2; Apocalipsis 4:11), sino que es sustentada por Su poder (Hebreos 1:3). Los hombres hablan de la creación siendo regida por las leyes de la naturaleza, pero la Escritura dice que ella “subsiste” por el poder del Hijo de Dios (Colosenses 1:17). No sólo es Cristo la Cabeza de los objetos inanimados en la creación, sino que es también “Cabeza de todo varón” en la creación (1 Corintios 11:3). Esto se refiere a todos los varones—salvos y perdidos. W. Scott dijo: “Cristo es la Cabeza de todo hombre. No se trata del hombre salvo o no. Cristo no es sólo la Cabeza de todo hombre cristiano” (The Young Christian, vol. 5, p. 41). En la creación, Dios estableció un orden en relación con los papeles de los hombres y de las mujeres que debe ser observado en la vida cotidiana y de asamblea. En este sentido, el apóstol Pablo dijo: “El varón no es de la mujer, sino la mujer del varón. Porque tampoco el varón fué criado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Corintios 11:8-9).
2) Cabeza de la Nueva Raza
(Romanos 5:12-21; 1 Corintios 15:22, 15:45-49; 2 Corintios 5:17; Apocalipsis 3:14). Colosenses 1:18 afirma que el Señor Jesucristo “es el principio, el Primogénito de [entre] los muertos.” Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, se convirtió en el “principio” y así la Cabeza de esta nueva raza (2 Corintios 5:17; Gálatas 6:15; Efesios 2:10; Apocalipsis 3:14). Hebreos 2:10 se refiere a esto, declarando que si Dios iba a traer “muchos hijos” (la nueva raza) a “gloria” (glorificación), “el autor de la salud de ellos” (el Señor Jesucristo) necesitaba primero ser “consumado.” Esto se refiere a la resurrección y glorificación de Cristo (Lucas 13:32; Hebreos 5:9). Esto muestra que tenía que haber primero una Cabeza glorificada en el cielo antes de que pudiera haber una raza debajo de Él que Él trajera a glorificación. Así, el Hijo de Dios se convirtió en el Hijo del Hombre para hacer que creyentes—hijos de hombres—viniesen a ser hijos de Dios. En la resurrección, el Señor expresó Su autoridad como Cabeza de la nueva raza al soplar sobre los discípulos (Juan 20:22), lo cual Él hizo también con la primera raza (Génesis 2:7). Siendo parte de la nueva raza de la creación, los creyentes son vistos como “hijos” de Dios (Hebreos 2:10), como “hermanos” de Cristo (Romanos 8:29; Hebreos 2:11) y como “participantes [compañeros]” de Cristo (Hebreos 3:14). (Ver Nueva Creación). El propósito de Dios es que “el mundo venidero” (el Milenio) esté bajo el gobierno del hombre. El Salmo 8 indica esto. Esto es algo que nunca fue dicho de los ángeles. Dios hizo a los ángeles para servir, pero no para gobernar (Hebreos 1:13-14, 2:5). La única criatura que jamás hizo para gobernar fue el hombre. Sin embargo, la caída del hombre le ha hecho absolutamente incapaz de gobernar para Dios en el sentido correcto (Eclesiastés 7:29). En su estado caído, ya no está apto para este propósito. Dios no puede utilizar al hombre en su estado actual para gobernar el mundo venidero; sólo haría un desastre de él, como lo ha hecho con este mundo a partir de su caída. Así, la entrada del pecado aparentemente ha frustrado el propósito de Dios para con el hombre. Sin embargo, Dios ha resuelto este dilema con la venida de Cristo, haciéndose Hombre para la gloria de Dios. Él se hizo Hombre y asumió las consecuencias que el hombre había incurrido yendo a la muerte y haciendo expiación por el pecado (Hebreos 2:9). Al resucitar de los muertos, Cristo se convirtió en Cabeza de una nueva raza de hombres (Colosenses 1:18; Apocalipsis 3:14), la cual es bien capaz de gobernar el mundo venidero como Dios se ha propuesto (1 Corintios 6:2).
3) Cabeza del Cuerpo
(Efesios 1:22, 4:15, 5:23; Colosenses 1:18, 2:19). El Señor se convirtió en la Cabeza del cuerpo subiendo al cielo y enviando el Espíritu Santo para bautizar a los creyentes en un solo cuerpo (1 Corintios 12:12-13). De la manera que la cabeza de una persona es el asiento de su inteligencia, dando instrucciones a su cuerpo, así Cristo, como Cabeza de Su cuerpo místico es la autoridad de control y dirección de la Iglesia. De modo que debemos mirar hacia Él en todo lo que dice respecto a la asamblea. Los creyentes colosenses se estaban distrayendo y estaban mirando hacia otras cosas en el mundo espiritual, y Pablo les dijo que “no tenían la Cabeza” de forma práctica, que es una responsabilidad colectiva del cuerpo. Efesios 5:23 afirma que “Cristo es Cabeza de la Iglesia,” pero en Efesios 1:22-23 dice que Él es también “Cabeza sobre todas las cosas á la Iglesia, la cual es Su cuerpo.” Estas cosas son un poco diferentes. Ser “Cabeza sobre todas las cosas á la Iglesia” se refiere al hecho de que Él controla todo lo que toca a la Iglesia, pues Él es el controlador de todas las circunstancias. Por lo tanto, Él conoce y se preocupa por todo lo que afecta a los miembros de Su cuerpo (Hechos 9:4). El liderazgo de Cristo como Cabeza del Cuerpo es muchas veces confundido con Su liderazgo como Cabeza de la nueva raza. Nuestra conexión con Cristo como Cabeza de la nueva creación es “en” Él; y eso es individual (2 Corintios 5:17 – “Si alguno está en Cristo...”). Mientras que nuestra conexión con Cristo como Cabeza del cuerpo es estar unidos “a” Él—lo que es una cosa colectiva (Efesios 4:15). Por lo tanto, la Escritura no habla de la Iglesia como estando “en Cristo,” eso nos corresponde como hermanos individuales en la raza de la nueva creación. Ambas conexiones son verdaderas con relación a los creyentes; pero son distintos aspectos de la verdad con respecto a nuestra relación con el Señor. W. Scott dijo: “Cuando la membresía en el cuerpo es considerada, no se dice que están ‘en Cristo.’ Nosotros [como miembros] no estamos en la Cabeza. La unión de las distintas partes y los miembros del cuerpo humano no está en la cabeza; ellos están unidos a la cabeza, pero no están en ella. ‘En Cristo’ es otro orden y carácter de verdad de unión a Él. Unidos a Él es el cuerpo; en Él es la raza [de la nueva creación]. Ambos, por supuesto, son verdaderas en relación con los creyentes” (The Young Christian, vol. 5, p. 14). Las epístolas a los efesios y colosenses son las únicas epístolas que mencionan la Cabeza (el liderazgo) de Cristo en cuanto al cuerpo.
4) Cabeza de Todo Principado y Potestad
(Colosenses 2:10). Habiendo ascendido al cielo, la Escritura declara que Cristo es “la Cabeza de todo principado y potestad.” Estos son los ángeles. Él los creó antes de la fundación del mundo (Salmo 104:4; Hebreos 1:7), y así, siendo su Creador, Él es infinitamente superior a ellos en inteligencia, poder, dignidad, etcétera. En verdad, ellos lo adoran (Hebreos 1:6) y son responsables a Él puesto que fueron creados (Job 1:6-76Now there was a day when the sons of God came to present themselves before the Lord, and Satan came also among them. 7And the Lord said unto Satan, Whence comest thou? Then Satan answered the Lord, and said, From going to and fro in the earth, and from walking up and down in it. (Job 1:6‑7)). Pero lo que el apóstol Pablo nos dice en Colosenses 2:10 es que ahora ellos son responsables a Él como hombre—¡un hombre glorificado! Los cristianos a través de los siglos han quedado fascinados con los ángeles, pero Pablo muestra en este pasaje que Cristo es Cabeza de todos estos ángeles. ¡Sería absurdo ocuparnos con ellos cuando tenemos al propio Creador de ellos con el cual podemos ocuparnos! ¡Dios Le ha colocado ante nosotros como único objeto para nuestros corazones, y Él nos concedió el alto privilegio de tener una comunión inteligente con Él! ¿Qué necesidad tendríamos entonces de “meternos” en cosas acerca de los ángeles que no hemos visto? (Colosenses 2:18).