Bautismo del Espíritu Santo

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El bautismo del Espíritu Santo es mencionado siete veces en la Escritura (Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5, 11:16; 1 Corintios 12:13). Se refiere a la obra del Espíritu en formar el cuerpo de Cristo. Esto fue realizado por el Señor cuando Él envió al Espíritu del cielo en el día de Pentecostés y ligó a los creyentes, que estaban en el aposento alto en Jerusalén, en un solo cuerpo al ser habitados por el Espíritu Santo (Hechos 2:1-4, 2:33). Esto fue extendido más tarde para incluir a los creyentes gentiles (Hechos 11: 1-18). Una vez hecho esto, la obra del bautismo del Espíritu fue para siempre completada y nunca más será repetida. 1 Corintios 12:12-13 confirma esto, pues se refiere a ese acontecimiento en el tiempo verbal aoristo (en el griego), lo que significa que fue un acto hecho una vez para siempre. Por lo tanto, el Espíritu de Dios no está bautizando hoy. Si lo estuviera haciendo, entonces habría muchos cuerpos de Cristo en la tierra, porque el sólo propósito del bautismo del Espíritu era el de formar el cuerpo de Cristo, de lo que la Escritura dice enfáticamente: hay “un cuerpo” (Efesios 4:4).
Un examen más atento a las siete referencias del bautismo del Espíritu mostrará que esto es un hecho histórico, y no algo que el Espíritu está haciendo hoy en día. Cinco de estas referencias fueron pronunciadas antes de Pentecostés y apuntan hacia adelante a esa acción del Espíritu (Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5). La sexta y séptima referencias al bautismo del Espíritu fueron proferidas después de Pentecostés (Hechos 11:16; 1 Corintios 12:13) y apuntan hacia atrás en el tiempo, a ese evento. Ya que no hay otra cosa sobre el Espíritu Santo en la Escritura que tuvo lugar entre estos dos grupos de referencias, estas tendrían que estar refiriéndose a la venida del Espíritu en el día de Pentecostés para formar el cuerpo de Cristo. (Como regla general, la Escritura distingue el bautismo del Espíritu Santo del bautismo de agua, especificando que es el bautismo del Espíritu.)
Existen dos ideas equivocadas principales con respecto al bautismo del Espíritu Santo. La primera es lo que podríamos llamar la visión “Pentecostal” o “Carismática.” Los cristianos que tienen esta idea ven el bautismo del Espíritu como siendo una experiencia personal que un creyente tiene en algún momento después de ser salvo, por el cual él es llenado con el Espíritu y por lo tanto está capacitado para hablar en lenguas, etcétera. Sin embargo, en la Escritura, el bautismo del Espíritu Santo nunca es mencionado como aconteciendo en alguien individualmente. Era una acción totalmente colectiva de unir aquella multitud de 120 creyentes en el aposento alto en Jerusalén, formando una unidad, por el hecho de habitar en ellos.
La segunda visión es la visión principal evangélica “no carismática.” Los cristianos que sostienen esta idea piensan que el bautismo del Espíritu Santo se produce cuando una persona cree en el Señor Jesucristo y así recibe el Espíritu y, entonces, pasa a ser parte del cuerpo de Cristo. Sin embargo, esto no es correcto tampoco. Obsérvese cuidadosamente que 1 Corintios 12:13 no dice, “Fuimos todos bautizados (dentro del) un cuerpo.” Decir “dentro del” cambia el significado considerablemente, pues supone que el cuerpo existía antes de que ocurriera el bautismo, mencionado en el versículo, lo cual apoyaría esa idea equivocada. Sin embargo, el versículo no dice eso. Dice: “bautizados en un cuerpo,” lo cual significa que fue el bautismo lo que formó el cuerpo. Así, el bautismo del Espíritu es un acontecimiento histórico. Todos los que se salvan después de eso son agregados a ese cuerpo por medio del sello del Espíritu (Efesios 1:13).
Podríamos preguntarnos, ¿cómo es que Pablo podría hablar de sí mismo (y de los corintios) como siendo bautizados por el Espíritu, cuando ellos ni siquiera habían sido salvos cuando el Espíritu descendió y formó el cuerpo de Cristo en Pentecostés? La respuesta es que Pablo estaba hablando de manera representativa. Él dice, “Somos todos”—refiriéndose a toda la compañía de cristianos en su conjunto—“bautizados en un cuerpo,” refiriéndose a la acción del Espíritu en Pentecostés. Es algo parecido a la fundación de una empresa. Se funda una vez, y cada vez que la empresa contrata un nuevo empleado no necesita ser fundada nuevamente. El nuevo empleado es simplemente agregado a la empresa ya constituida. De la misma forma, cuando alguien es salvo hoy en día, es añadido, por el morar del Espíritu en su interior, a un cuerpo ya bautizado. Como hemos mencionado, esto es llamado el sello del Espíritu Santo (Efesios 1:13; 2 Corintios 1:21-22).
Llevando nuestra ilustración un poco más adelante, supongamos que estamos en una reunión de la junta directiva de la empresa y escuchamos a uno de los directores decir: “nosotros fuimos fundados hace 100 años.” No tendríamos ningún problema en entender lo que quiso decir. Pero alguien que no entienda muy bien el idioma podría preguntar: “¿Qué quiere decir esa persona? Ninguna de las personas en esta reunión tienen más de 60 años de edad. ¿Cómo puede él decir: “... hace 100 años...?” Bien, el director estaba hablando de manera representativa acerca de la empresa. De la misma forma, siendo parte del grupo de cristianos que fue bautizado en Pentecostés, Pablo y los corintios fueron incluidos en ese bautismo, así como nosotros también lo fuimos.
W. Scott dijo: “El bautismo de todos los creyentes en un cuerpo es un acto corporativo y nunca repetido. Como resultado de este bautismo espiritual, el cuerpo está formado, y los creyentes se hallan en este cuerpo bautizado por el Espíritu, cuando son sellados por Dios” (Some New Testament Teachings, p. 174).
Otro expositor de la revista “Scripture Truth dijo: “Examinemos ahora algunas de las acciones atribuidas al Espíritu Santo. En primer lugar, aprendemos que Él bautiza. La Escritura muestra claramente que este bautismo es un hecho histórico realizado, que ocurrió una vez por todas en Pentecostés” (Scripture Truth, vol. 21, p. 102).
J. N. Darby dijo: “En cuanto a una persona ser bautizada con el Espíritu Santo después de Pentecostés, más bien diría que ella fue introducida a un organismo ya bautizado” (Letters, vol. 3, p. 466).
F. G. Patterson dijo: “El Espíritu Santo los bautizó en ‘un solo cuerpo’. Aquí quiero decir que no habla de ningún individuo en la Escritura siendo bautizado con el Espíritu Santo, ni siquiera el Señor mismo” (The Church of God, the Body of Christ, p. 27).
W. T. P. Wolston dijo: “Si el bautismo del Espíritu Santo ocurrió en Pentecostés, ¿lleva el pensamiento la Escritura de que alguna vez se repita? Yo creo claramente que no. El Espíritu Santo vino; Él está aquí. El Espíritu Santo fue recibido, y, por tanto, no hay ningún bautismo nuevo que debemos buscar” (Another Comforter, p. 226). Él también dijo: “el bautismo del Espíritu Santo ocurrió una vez y sólo una vez, según lo que he leído de Él en las Escrituras.”
Por lo tanto, el bautismo del Espíritu no es algo que está aconteciendo hoy en día como una experiencia después de la salvación, ni tampoco es lo que introduce a los creyentes al cuerpo de Cristo. Fue una acción histórica del Espíritu que hace mucho se consumó, y nunca más será repetida.