Blasfemia Contra el Espíritu Santo

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Blasfemia significa hablar despectivamente de las Personas de la Divinidad. Esto es lo que la “generación” infiel de los judíos (Mateo 12:39, 12:42) hizo cuando vio al Señor. “Blasfemia contra el Espíritu” es el pecado nacional de los judíos que vivieron en la época en la que el Señor vino (Mateo 12:24-32). En Marcos 3:29-30 vemos específicamente lo que es este pecado. Dice: “Porque decían: Tiene espíritu inmundo.” Así, ellos atribuían el poder que operaba en el ministerio del Señor Jesús a Satanás (Mateo 12:24; Marcos 3:22; Lucas 11:15). Ellos dijeron que el Señor Jesús, en Su ministerio, estaba asociado con, y capacitado por, el inframundo de Satanás; ¡esto es un absurdo! Esta blasfemia contra el Espíritu Santo trae un juicio imperdonable de condenación eterna sobre la porción incrédula de la nación (Salmo 69:22-28).
Es triste decir que hoy en día hay quienes piensan que han cometido este pecado y, al hacerlo, se han condenado, y ahora no hay ninguna esperanza de que sean salvos. Ellos lo llaman, “El Pecado Imperdonable,” sin embargo, esto es una mentira del diablo. La Biblia no enseña que la blasfemia contra el Espíritu Santo es algo cometido por un individuo, sino que es el pecado nacional de Israel. Considerando lo que la Escritura dice ser la “blasfemia contra el Espíritu” (Marcos 3:30), aquellos que creen haber cometido el supuesto “pecado imperdonable” pregúntense a sí mismos: “¿Es el Señor Jesucristo verdaderamente el Hijo de Dios que vino del cielo a salvar a los pecadores?” Si su respuesta es “Sí,” ¡entonces eso es una prueba clara de que no han cometido el pecado imperdonable de blasfemia contra el Espíritu Santo! ¿Qué cristiano diría que el Señor Jesús tiene “espíritu inmundo? Ningún cristiano, por más infiel que sea, alberga el pensamiento de que el Señor Jesús vino del inframundo para hacer la obra de Satanás. Esto es algo que sólo un apóstata diría. (Ver Apostasía.) Por más distante que esté del Señor, un cristiano descarriado, puede rebuscar en su alma, y ver que todavía, en algún lugar, en los profundos recovecos de su corazón, está la convicción sincera de que el Señor Jesucristo vino del cielo como Salvador de los pecadores.
Incluso si alguien hoy ha dicho cosas despectivas sobre la Persona del Señor Jesucristo, él o ella puede aún ser salvo pues la Escritura dice: “La sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). C. H. Mackintosh dijo: “No creemos que ningún pecador, en este tiempo aceptable, este día de salvación (Lucas 4:17-19), esté fuera del alcance del amor perdonador de Dios y de la sangre expiatoria de Jesús.” ¡Pablo, el apóstol, fue un “blasfemo” y Dios lo salvó! (1 Timoteo 1:13).