El dolor de Sanbalat y Tobías se convierte en risas burlonas ante la noticia. Geshem, el árabe, se une a ellos en su ridículo. El hombre en su enemistad contra Dios se une en su oposición. ¿No fue la destrucción de Jerusalén el estado ordenado de las cosas? ¿Nehemías y su débil banda pensaron rebelarse contra el rey? Nehemías nuevamente proclama su fe en el Dios del cielo, Aquel que movió al rey a concederle esta comisión: “Él nos prosperará” (Neh. 2:20). Nehemías nunca aborda directamente la acusación: “¿Os rebelaréis contra el rey?” (Neh. 2:19); aunque podría haber presentado pruebas, no es responsable ante Sanbalat, y no necesita responderle. Es mejor dejar muchas acusaciones sin respuesta.
La fe trae confianza porque confía en Dios y en Su palabra. En cuanto a Sanbalat y sus amigos, “no tenéis porción, ni derecho, ni memorial, en Jerusalén” (Neh. 2:20). Una cosa que caracteriza especialmente al libro de Nehemías es la separación de todas las cosas judías de las que no lo son. Siempre es el esfuerzo del enemigo debilitar el cristianismo diluyéndolo con las cosas y principios de este mundo.