Hechos 12

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"Y en el mismo tiempo el rey Herodes echó mano a maltratar algunos de la iglesia. Y mató a cuchillo a Jacobo, hermano de Juan" (vv. 1, 2).
Jesús había predicho el martirio de Jacobo. Cuando él y su hermano Juan pidieron sentarse uno a la diestra y el otro a la siniestra de Jesús en su reinado venidero, El les replicó: "¿Podéis beber del vaso que ye bebo, o ser bautizados del bautismo de que ye soy bautizado? Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que ye bebo, beberéis; y del bautismo de que ye soy bautizado, seréis bautizados" (Mar. 10: 37-39). Jesús se refirió a su muerte en la cruz, hablando de sí mismo, y del asesinato de Jacobo también.
"Y viendo [Herodes] que había agradado a los judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. Eran entonces los días de los ázimos. Y habiéndole preso, púsole en la cárcel, entregándole a cuatro cuaterniones de soldados que le guardasen; queriendo sacarle al pueblo después de la Pascua." (vv. 3, 4). Así lo concibió el rey Herodes, pero Dios tuvo otro propósito: quiso salvar a Pedro:
"Así que, Pedro era guardado en la cárcel; y la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. Y cuando Herodes le había de sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel." (vv. 5, 6).
Observemos que Pedro, sabiendo que al día siguiente Herodes iba a matarle, ¡ estaba bien dormido, fruto de una mente tranquila! "Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en Ti persevera; porque en Ti se ha confiado" (Isaías 26:3).
¡ Qué respuesta a sus oraciones!
"Y he aquí el ángel del Señor sobrevino, y una luz resplandeció en la cárcel; e hiriendo a Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos. Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Rodéate to ropa, y sígueme. Y saliendo, le seguía; y no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, mas pensaba que veía visión. Y como pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron a la puerta de hierro que va 'a la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él" (vv. 7-10). Los ángeles de Dios son seres maravillosos: está escrito en el Salmo 103: 20 que son "poderosos en fortaleza, que ejecutan su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto". Poseen también una inteligencia que supera infinitamente la del hombre. Entre muchos otros deberes, el Señor les ha dado un encargo muy especial: cuidar de sus redimidos: "¿No son todos espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud?" (Heb. 1:14). Y luego que su servicio no se necesita, se van: "entonces Pedro, volviendo en sí dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de loa judíos que me esperaba" (v. 11).
El testimonio fiel de Jacobo fue cumplido y sellado con su sangre; pero el de Pedro no se había terminado aún; tendría que apacentar el rebaño del Señor (entre los judíos mayormente) conforme a su mandato: "Apacienta mis ovejas" (John 21:17). Por lo tanto el Señor mandó su ángel y rescató a Pedro, el cual se dio cuenta de todo ello después de que el ángel se apartó de él dejándole en un lugar seguro.
"Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban juntos orando. Y tocando Pedro a la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar, llamada Rhode, la cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dio nueva de que Pedro estaba al postigo" (vvss. 12-14). Pedro sabía bien a dónde dirigirse: a sus hermanos en Cristo. Rhode era una cristiana fiel: aunque no era más que una joven, sin embargo asistía a la reunión de oración. Era muy solícita también, pues mientras los demás creyentes oyeron el toque de Pedro en el postigo, y no reaccionaron, ella fue a quién' llamaba. Ya que asistía regularmente a las reuniones, conoció en seguida la voz de Pedro; pero casi se extasió de gozo y no le abrió la puerta, sino i corrió adentro para dar la nueva!
"Y ellos le dijeron: Estás loca. Mas ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: Su ángel es" (v. 15). Sus fervientes oraciones para Pedro terminaron en incredulidad. i Cuán incrédulos somos todos!
"Mas Pedro perseveraba en llamar: y cuando abrieron, viéronle, y se espantaron. Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y partió a otro lugar" (vv. 16:17). Pedro les contó cómo (no el ángel, sino) el Señor le había librado de la cárcel, reconociendo la bondad y misericordia del Señor Jesús. Luego partió a otro lugar como medida de seguridad, pues aunque su rescate fue milagroso, sin embargo exponerse otra vez en la ciudad hubiera sido tentar a Dios.
Pero las palabras "partió a otro lugar" tienen un sentido espiritual, pues el Señor estaba para enviar a Pablo y a Bernabé a los gentiles, ya que los judíos habían rechazado el evangelio del Señor Jesús. Pedro desapareció.
"Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro. Mas Herodes, como le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas, los mandó llevar" [es decir: ajusticiar] (vvss. 18, 19). No cabe duda de que los 16 guardas romanos no dieron buen trato al preso 'cristiano, Pedro, como tampoco dieron buen trato 'a Jesús. Quizás se burlaban de él. Pero de todas maneras tuvieron que pagar la cuenta: Herodes los mató. Pero ¿qué de él y su 'crueldad? Veámoslo en el siguiente pasaje:
"Después descendiendo de Judea a Cesarea, se quedó allí. Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y los de Sidón: mas ellos vinieron concordes a él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey, pedían paz; porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey. Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal, y arengóles. Y el pueblo aclamaba: Voz de Dios, y no de hombre. Y luego el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y espiró comido de gusanos" (vv. 19-23). Dios había soportado con mucha mansedumbre aquel vaso de ira preparado para muerte (véase Rom. 9:22), no ajusticiándole por haber matado a Jacobo; pero cuando Herodes aceptó el homenaje que sólo a Dios pertenece, fue ajusticiado, comido de gusanos.
"Mas la palabra del Señor crecía y era multiplicada" (v. 24). Los gusanos se multiplicaron y acabaron con el malvado Herodes, enemigo de los cristianos; pero por otro lado la Palabra viva y eficaz de Dios se multiplicó' en bendioión sobremanera grande.
"Y, Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalem cumplido su servicio, tomando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos." (12:25). Como notamos en el estudio anterior, Bernabé y Pablo, dos apóstoles; hicieron el servicio de un par de diáconos enviados por la asamblea de Antioquía cuando había hambre entre los hermanos de Judea, a los cuales llevaron ayuda en lo material, prueba de amor cristiano de parte de los hermanos de entre los gentiles hacia sus hermanos de entre los judíos. Volviendo a Antioquía, traían consigo a Juan Marcos, "el sobrino de Bernabé" (Col. 4:10). El llamamiento del Señor a su servicio no tiene en cuenta el parentesco natural qué haya entre cristianos; así fue en este caso, como veremos.