Lucas Capítulo 13

Luke 13  •  4 min. read  •  grade level: 13
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La Higuera En La Viña De Dios; La Falta De Fruto Seguida Por El Juicio Justo
Ahora, en este momento, ellos le recordaron al Señor un juicio terrible que había caído sobre alguno de entre ellos. Él les declara que ni este caso, ni otro que Él recuerda a sus mentes, es excepcional: que a menos que se arrepintieran, lo mismo les sucedería a todos ellos. Y Él añade una parábola a fin de hacerles comprender su posición. Israel era la higuera en la viña de Dios. Por tres años Él había estado amenazando con cortarla; ella no hacía más que estropear Su viña—no hacía más que estorbar y cubrir inútilmente el terreno. Pero Jesús estaba intentando, por última vez, todo lo que se podía hacer para que diese fruto; si esto no tenía éxito, la gracia no podía más que dejar paso al justo juicio del Dueño de la viña. ¿Por qué cultivar lo que sólo perjudicaba?
Gracia Y Poder Mostrados Al Individuo
Sin embargo, Él actúa en gracia y en poder para con la hija de Abraham, conforme a las promesas hechas a aquel pueblo, y demuestra que su resistencia, con la que pretendían enfrentar la ley y la gracia, era solamente hipocresía.
Profesión Y Doctrina Exteriores En El Reino De Dios
Sin embargo, el reino de Dios iba a asumir una forma inesperada a consecuencia de Su rechazo. Sembrado mediante la Palabra, y al no ser introducido el poder, crecería en la tierra hasta que llegaría a ser un poder mundano; y, como una profesión y una doctrina exteriores, penetraría toda la esfera preparada para ella en los consejos soberanos de Dios. Ahora bien, no se trataba del reino establecido en poder actuando en justicia, sino de algo dejado a la responsabilidad del hombre, aunque los consejos de Dios se estuvieran cumpliendo.
La Puerta Angosta Del Reino
Finalmente, el Señor trata, de manera directa, la cuestión de la posición del remanente y de la suerte de Jerusalén (versículos 22-35).
Mientras pasaba por las ciudades y aldeas, cumpliendo la obra de gracia, a pesar del desprecio del pueblo, alguien le preguntó si el remanente, aquellos que escaparían del juicio de Israel, iban a ser muchos. Él no contesta en cuanto a la cantidad; pero se dirige a la conciencia de aquel que pregunta instándole a que usara toda su energía para que pudiera entrar por la puerta angosta. No sólo la multitud no entraría, sino que muchos, despreciando esa puerta, desearían entrar en el reino y no podrían hacerlo. Y además, una vez que el padre de familia se hubiera levantado y cerrado la puerta, sería demasiado tarde. Él les diría: “No sé de dónde sois.” Ellos alegarían que Él había estado en su ciudad. Él declararía que no los conocía, que eran hacedores de maldad: no había paz para los impíos (Isaías 57:21). La puerta del reino era moral, real ante Dios—la conversión. La multitud de Israel no entraría por esta puerta; y fuera, llorando y angustiados, verían a los Gentiles sentándose con los depositarios de las promesas, mientras ellos, los hijos del reino según la carne, eran excluidos, y tanto más miserables por haber estado cerca. Y aquellos que parecían ser los primeros serían postreros, y los postreros serían primeros.
La Última Visitación; La Suerte De Jerusalén Predicha
Los Fariseos, fingiendo consideración para con el Señor, le aconsejan que se vaya. Acto seguido, Él se refiere finalmente a la voluntad de Dios en cuanto al cumplimiento de Su obra. No se trataba del poder del hombre sobre Él. Él cumpliría Su obra, y se marcharía; porque Jerusalén no conoció el tiempo de su visitación. Él mismo, el verdadero Señor, Jehová, ¡cuántas veces quiso juntar a los hijos de esta ciudad rebelde bajo Sus alas, y ellos no quisieron! Ahora este último intento en gracia se cumplió, y su casa dejada desierta, hasta que se arrepintiesen, y, volviéndose al Señor, dijesen según el Salmo 118: “Bendito el que viene en el nombre de Jehová.” Entonces Él aparecerá, y ellos le verán.
Nada puede ser más evidente que la relación y la fuerza de estas conversaciones. Para Israel fue el último mensaje, la última visitación de Dios. Ellos la rechazaron. Fueron abandonados por Dios (aunque amados aún) hasta que invoquen a Aquel que habían rechazado. Entonces, ese mismo Jesús aparecería otra vez, e Israel le vería. Éste sería el día que el Señor había hecho.
Su rechazo—admitiendo el establecimiento del reino como un árbol y como levadura, durante su ausencia—produjo su fruto entre los judíos hasta el fin; y el avivamiento que se producirá entre esa nación en los últimos días, y el retorno de Jesús ante el arrepentimiento de ellos, se referirán a aquel gran hecho de pecado y rebelión. Pero esto hace surgir más enseñanzas importantes con respecto al reino.