Hechos 17

Acts 17  •  12 min. read  •  grade level: 14
Listen from:
"Y pasando [Pablo, Silas y Timoteo,] por Amphípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde estaba la sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, entró a ellos, y por tres sábados disputó con ellos de las Escrituras, declarando y proponiendo, que convenía que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, el cual ye os anuncio, decía él, éste era el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos religiosos grande multitud, y mujeres nobles no pocas" (vv. 1-4).
Despreciados por "los magistrados" de la ciudad de Filipos, Pablo y sus compañeros camiron resueltamente a otra ciudad llamada Tesalónica, y él entró luego en la sinagoga de los judíos para anunciarles (como fue su costumbre) la persona de Cristo, su muerte expiatoria y su resurrección gloriosa, y que Jesús el Hijo
s) Dios era el Mesías. Durante sólo tres sábados tuvo la oportunidad de predicarles las buenas nuevas de Dios. El resultado fue maravilloso: algunos de los judíos creyeron; además, una grande multitud de gentiles [griegos] religiosos que no habían conocido al verdadero Dios, y no pocas de las mujeres nobles. Fue una obra bendita de la gracia soberana de Dios.
"Entonces los judíos que eran incrédulos, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, malos hombres, y juntando compañía, alborotaron la ciudad; y acometiendo a la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo" (v. 5).
Satanás [el "adversario"] no carece de recursos: en Filipos él había aprovechado la codicia frustrada de los dueños de la esclava para incitar a los gentiles contra los siervos de Dios (véase el cap. 16:16-24); pero en Tesalónica él encendió la enemistad de los judíos contra Cristo, y tuvo por instrumentos "a algunos ociosos, malos hombres", como anteriormente a las "mujeres pías y honestas, y a los principales de la ciudad" de Antioquía (Hch. 13:50).
Pablo y Silas no se encontraban en la casa de Jasón, entonces, "no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos a los gobernadores de la ciudad, dando voces: Estos que alborotan el mundo, también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos estos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotaron al pueblo y a los gobernadores de la ciudad, oyendo estas cosas. Mas recibida satisfacción de Jasón y de los demás, los soltaron" (vv. 6-9). Dios es soberano: El permitió que los magistrados injustos de Filipos echasen a Pablo y a Silas en la cárcel, porque, por decirlo así, se encontraba allí aquel "varón macedonia" al cual Pablo había visto en una visión, y que le dijo: "Pasa a Macedonia, y ayúdanos"-el ¡ carcelero mismo! (Léase la historia, Hch. 16:9-34). Después, en Tesalónica, el Señor dispuso las mentes de los magistrados para que no diesen oídos a las acusaciones falsas de los judíos; por tanto Jasón y los demás hermanos fueron librados.
"Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea; los cuales habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y fueron éstos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres" (vv. 10-12).
Pablo era un "apóstol" y Silas un "profeta" (Hch. 15: 32), pero no se independizaban de "los hermanos" (niños en Cristo aún) en Tesalónica, los cuales, llenos de amor y dándose cuenta del peligro inminente al cual los siervos del Señor estaban expuestos, decidieron enviar a Pablo y a Silas a otro lugar, a Berea. El Señor dispuso sus mentes así; posiblemente Pablo, un soldado valiente, hubiera tenido denuedo para seguir anunciando el evangelio a pesar de la oposición (véase 1ª Tes. 2:2). Entonces los siervos del Señor aceptaron la resolución de los hermanos jóvenes en la fe, y se fueron a Berea.
Allí hubo gran bendición, porque los judíos recibieron la palabra (de Dios) con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, si las cosas habladas por Pablo y Silas eran conformes. ¿ No vemos aquí un principio de mucha importancia? La Palabra inspirada de Dios escrita, (las Sagradas Escrituras) es el árbitro único. Aunque Pablo era un apóstol y Silas un profeta, no obstante todo cuanto decían fue comprobado por las Escrituras. Por tanto-dada por verdadera su predicación-el resultado fue que muchos creyeron, incluyendo mujeres griegas de alta categoría y no pocos hombres.
"Mas como entendieron los judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron, y también allí tumultuaron al pueblo. Empero luego los hermanos enviaron a Pablo que fuese como a la mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí" (vv. 13, 14).
La enemistad acérrima del hombre religioso contra el evangelio de la gracia de Dios no se aplaca. ¿Por qué? Precisamente porque el veredicto divino es que el hombre, sea judío o pagano, sea religioso o ateo, se halla culpable ante Dios: "todos están debajo de pecado." El hombre es totalmente perdido. No puede de ninguna manera salvarse el alma. Es tan malo que nada menos que "la gracia de Dios" valdrá para su rescate. El orgullo del hombre no quiere aceptar ésta. Léase, por favor, Romanos 3:9 al 20, la sentencia de Dios; y léase también 14 Tes. 2:14-16 en relación a la actitud hostil del hombre religioso, hoy en día igual como ayer.
Pablo, comisionado de una manera especial por el Señor Jesús como "ministro" del evangelio (véase Efe. 3:6, 7), era el objeto de ataque principal de los judíos; así en Berea tanto como en Tesalónica los hermanos en Cristo creyeron prudente enviar a Pablo fuera del peligro. Pero Silas y Timoteo, fieles siervos de Cristo también, se quedaron con los creyentes jóvenes para ayudarles.
"Y los que habían tomado a cargo a Pablo, le llevaron hasta Atenas; y tomando encargo para Silas y Timoteo, que viniesen a él lo más presto que pudiesen, partieron. Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacía en él viendo la ciudad dada a idolatría. Así que, disputaba en la sinagoga con los judíos y religiosos; y en la plaza cada día con los que le ocia, crían. Y algunos filósofos de loa Epicúreos y de los Estóicos, disputaban con él; y unos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses: porque les predicaba a Jesús y la resurrección. Y tomándoles, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué sea esta nueva doctrina que dices? Porque pones en nuestros oídos unas nuevas cosas: queremos pues saber qué quiere ser esto. (Entonces todos los atenienses y los huéspedes extranjeros, en ninguna otra cosa entendían, sino o en decir o en oír alguna cosa nueva.)" (vvss. 15-21).
Atenas, la capital de los griegos, era en aquel entonces el centro filosófico del mundo: los orgullosos griegos buscaban "sabiduría," sin embargo estaban entregados a la idolatría, mostrándose opuestos a la razón y llevados cautivos a voluntad del diablo (véase 1ª Cor. 1: 22 y 2ª Tim. 2: 26).
Mientras Pablo esperaba la llegada de Silas y Timoteo, él "disputaba en la sinagoga con los judíos," que siempre pedían "señales." Entre esos judíos de Atenas, la Escritura no menciona ninguna bendición; posiblemente porque estaban corrompidos por la idolatría reinante.
Pronto algunos de los filósofos epicúreos y estóicos le atacaron. La filosofía epicúrea era "gozarse de la vida a lo máximo;" está bien descrita por San Pablo en estas palabras: "comamos y bebamos que mañana moriremos". "No erréis," agrega Pablo, "las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres" (1ª Cor. 15:32, 33). Pero la filosofía estóica tomó otro punto de vista: la mejor forma de vida era abstenerse de todo lo lujoso y lo que gratifica al hombre, alcanzando así cierto mérito (según ellos). En Colosenses 2:21, 22, Pablo menciona algo parecido: "No manejes, ni gustes, ni aun toques, (las cuales cosas son todas para destrucción en el uso mismo), en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres." Contra todos los conceptos filosóficos, él nos amonesta así: "Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: porque en EL HABITA TODA LA PLENITUD DE LA DIVINIDAD CORPORALMENTE" (Col. 2:8,9). Lo tenemos todo en Cristo y no es posible que haya más fuera de EL.
Otros se burlaban de Pablo, llamándole un "palabrero"; y otros creían que era un pregonero de demonios extraños, porque les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y de la resurrección, pensando insensatamente ellos I que Jesús era uno de tantos dioses y la resurrección otro! Luego le trajeron al Areópago (el tribunal supremo de Atenas). Estando ellos siempre ocupados en curiosear, querían saber de la "nueva doctrina."
"Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo os veo como más supersticiosos [otra traducción dice: "entregados a la adoración de demonios"]; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Aquel pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste os anuncio ye. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como sea Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos, ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo; pues él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas; y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros: porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también" (vvss. 22-28).
Pablo aprovechó de la oportunidad y tuvo denuedo en su Dios para inmediatamente reprender a los atenienses por su idolatría. Luego les llamó la atención a la única cosa verdadera en toda la ciudad: ellos no conocían a Dios, como el altar a El dedicado lo demostraba: AL DIOS NO CONOCIDO. Entonces, les anunció a aquel Dios vivo y verdadero, el gran Creador de los cielos y de la tierra, el que no era necesitado de nada, al contrario, el que sostenía todo y a todos los seres; el que también había hecho todo el linaje de los hombres de una sola sangre y había prefijado los términos de-sus moradores y el orden de los tiempos; en una palabra el que lo dirigía y controlaba todo; y, finalmente, que siendo El omnipresente, no estaba lejos de nadie, pues actualmente "en él vivimos, y nos movemos, y somos." Entonces, para condenación de ellos, por su propia boca, él citó de uno de sus propios poetas, "porque linaje de éste somos también." Esta cita y otra del criterio de un cretense (Tito 1:12), son los únicos testimonios de paganos empleados por un siervo de Dios, ambos con el mismo propósito, el de pronunciar su condenación de su propia boca ("de to boca te juzgo").
Pablo proseguía con su tesis: "siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser semejante a oro, o a plata, o a piedra, escultura de artificio o de imaginación de hombres. Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan: por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia, por aquel varón al cual determinó; dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (vvss. 29-31).
¡ Cómo reprendió Pablo la necedad de los sabios atenienses, haciendo figuras con sus propias manos de cualquier materia física, y luego rindiendo honra y adoración a los tales como si fueran seres divinos! "Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos, y trocaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de animales de cuatro pies, y de serpientes" (Rom. 1:22, 23).
Entonces Pablo advirtió a los atenienses que Dios no iba a tolerar más ese pecado enorme que le deshonraba tanto, por cuanto El había establecido un día de juicio y había escogido al juez, a su Hijo Jesucristo, al cual había levantado de entre los muertos, dando a saber así a todos que el juicio sería llevado a cabo por aquel varón glorioso, el hombre en resurrección.
"Y así como oyeron de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo se salió de en medio de ellos. Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales también fue Dionisio el del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos" (vvss. 32-34).
El hombre natural, siempre sabio en su propia opinión, rechaza lo sobrenatural y no acepta el hecho bien comprobado de la resurrección de Cristo, tampoco que habrá una resurrección de todos los seres humanos:-los creyentes o sea hombres de fe, a la resurrección de vida, pero los incrédulos a la resurrección de condenación (véase Juan 5:28, 29).
Pablo dio fielmente su testimonio y se salió de entre ellos. Los que le dijeron: "Te oiremos... otra vez", perdieron la oportunidad: "he aquí ahora el día de salud" (2ª Cor. 6:2).
"Mas algunos creyeron." El testimonio del Dios vivo y verdadero y de su Hijo, Jesucristo resucitado de entre los muertos, fue recibido por ff de parte de un juez de la ciudad, Dionisio el del Areópago, de una mujer cuyo nombre también fue escrito en el libro de Dios, y de parte de otros. Se juntaron con Pablo. No cabe duda de que una asamblea cristiana fue formada en Atenas, pero no es mencionada en las Escrituras. La ciudad céntrica de la filosofía humana no merecía tal honra. "Porque, mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne... El que se gloría, gloríese en el Señor" (1ª Cor. 1: 26, 31).