Lucas Capítulo 18

Luke 18  •  5 min. read  •  grade level: 14
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La Perseverancia En Oración Es El Recurso Del Fiel En El Tiempo Del Juicio
Pero, en presencia de todo el poder de sus enemigos y opresores (porque existirían los tales, como hemos visto, de modo que ellos podrían incluso perder sus vidas), había un recurso para el remanente afligido. Ellos tenían que perseverar en oración, el recurso, además, en todo momento, del fiel—el recurso del hombre, si él lo comprendiera. Dios vengaría a Sus escogidos, aunque, en cuanto al ejercicio de su fe, Él, de hecho, la probaría. Pero cuando Él venga, ¿hallará el Hijo del Hombre esta fe que esperaba Su intervención? Esa era la solemne pregunta, cuya respuesta es dejada a la responsabilidad del hombre—una pregunta que implica que apenas se podía esperar hallar esta fe, pese a que tenía que existir. No obstante, si había algo de fe que fuera aceptable a Aquel que la buscaba, esta no sería defraudada o confundida.
La Doble Presentación Del Reino En Los Postreros Días; El Día Del Juicio De Los Malos
Se observará que el reino (y éste es el tema) es presentado de dos maneras entre los judíos en aquel momento—en la Persona de Jesús a la sazón presente (cap. 17:21), y en la ejecución del juicio, en el cual los escogidos serían preservados, y la venganza de Dios ejecutada en nombre de ellos. Por este motivo, ellos sólo tenían que pensar en agradarle, por muy cruel y confiado que el mundo pudiera ser. Se trata del día del juicio de los impíos, y no del día en que los justos serán arrebatados al cielo. Enoc y Abraham tipifican más este segundo día; Noé y Lot tipifican aquellos que serán preservados para vivir en la tierra; sólo que hay opresores de quienes el remanente será vengado. El versículo 31 (del capítulo 17) muestra que ellos deben pensar sólo en el juicio, y que, como hombres, no deben relacionarse con nada. Desligados de todo, su única esperanza estaría en Dios en esos momentos.
Caracteres Adecuados Al Reino De Dios; El Espíritu De Un Niño Muy Pequeño
El Señor reanuda entonces, en el versículo 9 del capítulo 18, la descripción de esos caracteres que eran los adecuados al reino, para entrar ahora en este reino siguiéndole a Él. A partir del versículo 35, se aproxima, históricamente, la gran transición.
Entonces, el versículo 8 del capítulo 18, pone fin a la advertencia profética con respecto a los postreros días. Después, el Señor reanuda la consideración de los caracteres que convienen al estado de cosas introducido por la gracia. La justicia propia está lejos de ser una recomendación para entrar en el reino. El pecador más miserable, confesando su pecado, es justificado delante de Dios, más bien que aquel que exhibe su justicia propia. El que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será enaltecido. ¡Qué modelo y testimonio de esta verdad fue el mismo Señor Jesucristo!
El espíritu de un niño muy pequeño—simple, creyendo todo lo que le dicen, confiando, de poca importancia ante sus propios ojos, que tiene que ceder ante todo—este era el espíritu correcto para el reino de Dios. ¿Qué otra cosa admitiría Él?
El Hombre Principal Rico, Joven, Y Sus Bendiciones Temporales En Contraste Con El Rechazo De Cristo
Nuevamente, los principios del reino, establecido por el rechazo de Cristo, estaban en pleno contraste con las bendiciones temporales unidas a la obediencia a la ley, excelente como era esa ley en su lugar. No había bondad alguna en el hombre: solamente Dios es bueno. El joven que había cumplido la ley en su andar exterior, es llamado a dejar todo para que pudiese seguir al Señor. Jesús conocía sus circunstancias y su corazón, y puso Su dedo en la codicia que lo gobernaba y que era alimentada por las riquezas que él poseía. Tenía que vender todo lo que poseía y seguir a Jesús; él debía tener un tesoro en el cielo. El joven se marchó triste. Las riquezas que, ante los ojos de los hombres, parecían ser una señal del favor de Dios, no fueron más que un obstáculo cuando el corazón y el cielo fueron considerados. El Señor anuncia, al mismo tiempo, que cualquiera que abandonase cualquier cosa apreciada a causa del reino de los cielos, recibiría mucho más en este mundo, y, en el venidero, la vida eterna. Podemos reparar que es solamente el principio el que es presentado aquí en referencia al reino.
El Camino a La Cruz
Finalmente el Señor, en Su camino a Jerusalén, dice claramente a Sus discípulos, en privado, que Él iba a ser entregado, que iba a ser maltratado y muerto, para resucitar después. Era el cumplimiento de todo lo que los profetas habían escrito. Pero los discípulos no entendieron ninguna de estas cosas.
Si el Señor iba a hacer que aquellos que le siguieran tomaran la cruz, no podía hacerlo si no la llevaba Él mismo. Él fue delante de Sus ovejas, en esta senda de negación propia y consagración, para preparar el camino. Él fue solo. Fue un sendero que Su pueblo no había pisado aún, ni en realidad podían pisarlo hasta que Él no lo hubiera hecho.
El Último Acercamiento Del Señor a Jerusalén
La historia de Su último acercamiento a Jerusalén y de Su relación con ella, comienza ahora (vers. 35).
Aquí, entonces, Él se presenta nuevamente como el Hijo de David, y por última vez; poniendo sobre la conciencia de la nación Sus derechos a ese título, al tiempo que manifiesta las consecuencias de Su rechazo.
Gracia Para El Ciego Cerca De Jericó, La Ciudad De La Maldición
Cerca de Jericó, el lugar de maldición, Él da la vista a un ciego que cree en Su título de Hijo de David. De la misma manera, de hecho, aquellos que poseían esa fe recibieron su vista para seguirle a Él, y vieron cosas aún mayores que estas.