Juan Capítulo 20

John 20  •  12 min. read  •  grade level: 14
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Resumen De Los Capítulos 20 Y 21
En este capítulo tenemos, en un resumen de los hechos principales que sucedieron después de la resurrección de Jesús, una descripción de todas las consecuencias de aquel gran acontecimiento, en conexión inmediata con la gracia que los produjo, y con los afectos que deben ser vistos en los fieles cuando son llevados nuevamente a relacionarse con el Señor; y, al mismo tiempo, una descripción de los caminos de Dios hasta la revelación de Cristo al remanente antes del milenio. En el capítulo 21, el milenio es descrito para nosotros.
Jesús Resucitado; María Magdalena Buscando a Jesús; Pedro Y Juan Hallando Las Pruebas De Su Resurrección
María Magdalena, de quien Él había echado fuera siete demonios, aparece primero en la escena—una conmovedora expresión de los caminos de Dios. Ella representa, no dudo, al remanente judío de ese día, personalmente unido al Señor, pero desconociendo el poder de resurrección. Ella está sola en su amor: la fuerza misma de su afecto la aísla. Ella no fue la única en ser salva, pero acude sola a buscar—a buscar erróneamente, si ustedes quieren, pero a buscar—a Jesús, antes de que el testimonio de Su gloria resplandeciese en un mundo de tinieblas, porque ella le amaba. Ella llega antes que las otras mujeres, mientras era aún oscuro. Se trata de un corazón amante (lo hemos visto ya en las mujeres creyentes) que se ocupa de Jesús, cuando el testimonio público del hombre todavía escaseaba completamente. Y es a este corazón que Jesús se manifiesta primero cuando Él resucita. No obstante, el corazón de ella sabía dónde hallaría una respuesta. Al no encontrar el cuerpo de Cristo, acude a Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba. Pedro y el otro discípulo van, y hallan las pruebas de una resurrección cumplida (en cuanto al propio Jesús), con toda la compostura que caracteriza al poder de Dios, por muy grande que fuese la alarma que ello creó en la mente del hombre. No había habido prisa, todo estaba en orden, y Jesús no estaba allí.
El Afecto De María; El Buen Pastor Y Sus Ovejas
Los dos discípulos, sin embargo, no son impulsados por el mismo apego que aquel que llenaba el corazón de María, quien había sido el objeto de una liberación tan poderosa por parte del Señor. Ellos ven, y sobre estas pruebas evidentes, ellos creen. No fue un entendimiento espiritual de los pensamientos de Dios por medio de Su palabra; ellos vieron y creyeron. No hay nada en esto que mantuviera unidos a los discípulos. Jesús se había ido; Él había resucitado. Ellos se dieron por satisfechos sobre este punto, y vuelven a los suyos. Pero María, llevada más por el afecto que por la inteligencia, no se satisface con reconocer fríamente que Jesús había resucitado. Ella pensó que Él estaba muerto todavía, porque no le poseía. Su muerte, el hecho de que no le hallara otra vez, añadieron a la intensidad de su afecto, pues Él mismo era el objeto de este afecto. Todas las señales de este afecto son producidas aquí del modo más conmovedor. Ella supone que el hortelano tenía que saber de quién se trataba, sin decírselo ella, pues ella pensaba solamente en uno (como si yo preguntara por un objeto amado en una familia: ‘¿Cómo está él?’). Inclinándose sobre el sepulcro, vuelve su cabeza cuando Él se acerca; pero entonces, el Buen Pastor, resucitado de los muertos, llama a Su oveja por su nombre; y la conocida y amada voz—poderosa conforme a la gracia que así le había llamado—revela al instante a Aquel que ella escuchó. Ella se vuelve a Él, y responde: “¡Raboni!”—‘mi Maestro’.
La Nueva Posición Y La Nueva Relación Del Señor Con El Remanente
Pero, mientras se revelaba así al remanente amado, a quienes Él había liberado, todo es cambiado en la posición de ellos y en Su relación con ellos. Él no iba a morar ahora corporalmente en medio de Su pueblo en la tierra. Él no había regresado para restablecer el reino en Israel. “No me toques”, dice Él a María. Pero por la redención Él había forjado una cosa mucho más importante. Los había situados en la misma posición que Él con Su Padre y Su Dios; y los llama—lo que Él nunca había hecho, ni podía haber hecho antes—Sus hermanos. Hasta Su muerte el grano de trigo permaneció solo. Puro y perfecto, el Hijo de Dios, no podía permanecer en la misma relación con Dios que el pecador; pero, en la gloriosa posición que iba a reasumir como hombre, Él podía, por medio de la redención, asociarse Él mismo con Sus redimidos, limpiados, regenerados, y adoptados en Él.
La Nueva Posición Del Remanente Con Él
Les comunica una palabra de la nueva posición que habían de tener en común con Él. Dice a María: “No me toques, ... ; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” La voluntad del Padre—cumplida por medio de la gloriosa obra del Hijo, quien, como hombre, ha tomado Su lugar, aparte del pecado, con Su Dios y Padre—y la obra del Hijo, la fuente de vida eterna para ellos, ha traído a los discípulos a la misma posición que Él delante del Padre.
El Señor Resucitado En Medio De Los Discípulos Reunidos, Trayendo Paz
El testimonio dado de esta verdad reúne a los discípulos. Ellos se encuentran a puertas cerradas, desprotegidos ahora del cuidado y poder de Jesús, el Mesías, Jehová en la tierra. Pero si no tenían ya el refugio de la presencia del Mesías, tienen a Jesús en medio de ellos, trayéndoles aquello que no podían tener antes de Su muerte—“Paz”.
Los Discípulos Enviados Al Mundo Por Él Con Paz Como Su Punto De Partida
Pero Él no les llevó esta bendición meramente como la porción que les pertenecía. Habiéndoles dado pruebas de Su resurrección, y que en Su cuerpo Él era el mismo Jesús, los establece en esta paz perfecta como el punto de partida de su misión. El Padre, fuente eterna e infinita de amor, había enviado al Hijo, quien permaneció en este amor, quien fue el testigo de ese amor, y de la paz que Él, el Padre, derramó en derredor Suyo, donde el pecado no tenía existencia. Rechazado en Su misión, Jesús había—a favor de un mundo donde el pecado existía—hecho la paz para todos aquellos que recibieran el testimonio de la gracia que la había logrado; y Él envía ahora a Sus discípulos desde el seno de esa paz a la que los había traído, por la remisión de los pecados mediante Su muerte, para dar testimonio de ella en el mundo.
El Espíritu Santo Dado Para Paz Y Poder
Él dice nuevamente, “Paz a vosotros”, para enviarlos al mundo vestidos y llenos de esa paz, sus pies calzados con ella, así como el Padre le había enviado a Él. Les da el Espíritu Santo para este fin, que conforme a Su poder pudieran llevar la remisión de pecados a un mundo agobiado bajo el yugo del pecado.
La Distinción Entre El Otorgamiento Del Espíritu Santo Aquí Y En Pentecostés
No dudo que, históricamente hablando, el Espíritu aquí se diferencia de Hechos 2, puesto que aquí se trata de un aliento de vida interior, así como Dios sopló en la nariz de Adán aliento de vida. No se trata del Espíritu Santo enviado desde el cielo. Así, Cristo, quien es un Espíritu vivificante, les imparte vida espiritual conforme al poder de resurrección. En cuanto a la escena general presentada figurativamente en este pasaje, se trata del Espíritu otorgado a los santos reunidos por el testimonio de Su resurrección y Su ida al Padre, así como toda la escena representa la asamblea en sus actuales privilegios. De este modo, tenemos al remanente unido a Cristo por amor; creyentes individualmente reconocidos como hijos de Dios, y en la misma posición de Cristo ante Él; y entonces la asamblea fundada sobre este testimonio, reunida con Cristo en el centro, en el disfrute de la paz; y sus miembros, constituidos individualmente, en conexión con la paz que Cristo hizo, un testimonio al mundo de la remisión de pecados—siéndoles encomendada a ellos su administración.
La Ausencia De Tomás De Esta Primera Reunión
Tomás representa a los judíos en los días postreros, quienes creerán cuando verán. Bienaventurados aquellos que han creído sin haber visto. Pero la fe de Tomás no tiene que ver con la posición de filiación. Él reconoce, como lo hará el remanente, que Jesús es su Señor y su Dios. Tomás no estuvo con ellos en su primera reunión de iglesia.
El Señor aquí, por Sus acciones, consagra el primer día de la semana para Su reunión con los Suyos, en espíritu aquí abajo.
El Objetivo Del Evangelista En Lo Que Se Relata
El evangelista está lejos de agotar todo lo que había que relatar de lo que Jesús hizo. El objetivo de aquello que ha relatado está vinculado con la comunicación de la vida eterna en Cristo; primero, que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y, en segundo lugar, que al creer tenemos vida en Su nombre. A esto está consagrado el Evangelio.