Capítulo 5

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"De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los Gentiles; tanto que alguno tenga la mujer de su padre" (v. 1). La fornicación, tanto como los demás pecados, sale del corazón del hombre. Nuestro Señor Jesús dijo: "Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias" (Mt. 15:19). Que no crea el redactor o el lector que es mejor que los demás, porque la Escritura también dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso" (Jer. 17:99The heart is deceitful above all things, and desperately wicked: who can know it? (Jeremiah 17:9)). Y otra vez: "El que confía en su corazón es necio; mas el que camina en sabiduría, será salvo" (Prov. 28: 26).
Nuestro Señor Jesús nos enseñó a orar así: "No nos metas en tentación, mas líbranos del mal" (Mat. 7:13). El que no confía en su corazón con sus impulsos pecaminosos, sino que siempre procura caminar en sabiduría, por lo tanto no cae en tentación, pues la evita, como también dice el proverbio: "El sabio teme, y se aparta del mal; mas el necio se arrebata, y confía" (Pr. 14:16).
Aquel joven, del cual se trata en el primer versículo de nuestro capítulo, probablemente no usó de prudencia mientras acostumbraba entrar libremente en la casa de su padre en donde tenía éste una mujer que no era la madre del joven. Estando a veces solos, parece que se enamoraron y el joven cayó en el pecado más grave (la mujer también, pero no se dice que ella era una cristiana; de haberlo sido, la excomulgación de la comunión hubiera sido aplicado a ella tanto como al joven).
José, en Egipto, venció la tentación, y una tentación muy fuerte: "huyó" de ella. (Gn. cap. 39). ¡Sepamos huir de la tentación, no jugar nunca con ella!
"Y vosotros estáis hinchados, y no más bien tuvisteis duelo, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que hizo tal obra" (v. 2). Los corintios, convertidos a Dios hacía no mucho tiempo, estaban acostumbrados a la vida depravada de ese puerto malvado de Corinto; por lo tanto no se avergonzaron de la deshonra traída sobre el Nombre del Señor Jesucristo, sino que estaban hinchados, cosa ¡casi increíble! Debieron haber tenido duelo, para que el pecador que hizo tal obra hubiera sido echado fuera de la asamblea cristiana, la cual no debe ser nido de pecado.
"Y ciertamente, como ausente con el cuerpo, mas presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que esto así ha cometido: en el nombre del Señor nuestro Jesucristo, juntados vosotros y mi espíritu, con la facultad de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para muerte de la carne, porque el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús" (vvss. 3-5). El Apóstol Pablo, al oír de ese mal que había brotado en medio de los santos en Corinto, no pudo callar. Estando ausente en cuerpo, sin embargo como presente en espíritu pronunció la sentencia: que aquel incestuoso fuese entregado a Satanás para muerte (no del espíritu, sino) de la carne, para que su espíritu fuese salvo en el día del Señor Jesús. Pero el Apóstol no actuó independientemente de la asamblea de Corinto, sino la identificó consigo como siendo ella plenamente responsable, y no sólo eso, sino poseyendo también la facultad de nuestro Señor Jesucristo para obrar; en una palabra, los santos en Corinto eran debidamente autorizados y plenamente responsables para mantener la santidad de la casa de Dios en su propia ciudad o distrito.
Antes de que la iglesia fuera formada en el día de Pentecostés, el Señor confirió, anticipadamente, en la asamblea la misma facultad cuando dijo (con respecto a un estado de cosas que precisaba de la disciplina de la asamblea): "Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy en medio de ellos" (Mt. 18:20). Es la presencia del Señor Jesucristo en medio de los Suyos que los constituye plenamente facultados para obrar en Su Nombre. Ahora bien, la condición imprescindible para que una congregación local de cristianos goce de esta facultad es que reconozcan Su Nombre, y Su Nombre solo, como su centro o base de reunión. Congregarse como miembros de cualquier secta o denominación, sea nombrado por un hombre, un país, una doctrina, etc., es negar rotundamente que el nombre del SEÑOR JESUCRISTO es el único que Dios reconoce y al cual Su Santo Espíritu quiere reunir a los miembros del "cuerpo de Cristo." Él no puede reunirlos en ningún otro nombre.
Hay otra cosa que notar en este pasaje: "entregado a Satanás para muerte de la carne." Ese poder fue ejercitado por el Apóstol. La asamblea, como tal, no tiene facultad para eso. Se ha observado en algunos lugares que hay creyentes que no quieren excomulgar a ningún adúltero o fornicario, porque temen de que el culpable sea perdido, y lo dejan permanecer "dentro" cuando la Palabra de Dios exige: "fuera." El apóstol no sólo vigilaba para la honra del Señor en medio de los corintios, sino que también anhelaba la restauración del culpable, pero antes de que fuese recibido de nuevo dentro del seno de la asamblea, era preciso que se arrepintiera de su maldad. Dios usa de todos los medios y de todo el mundo para llevar a cabo Sus propósitos de bondad (aun del diablo mismo, como vemos en la historia de Job): "habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso" (Stg. 5:11; véase también el libro de Job, cuando menos los capítulos uno y dos). Aquel incestuoso fue entregado por el Apóstol al dominio de Satanás, a fin de que en este mundo frío y fuera del calor de la asamblea de los cristianos el joven experimentase cuál era la muerte de la carne (esto no quiere decir, de necesidad, la muerte del cuerpo mismo), haciendo morir en sí mismo lo terrenal: fornicación, impureza, pasiones, etc. (véase Col. 3:55Mortify therefore your members which are upon the earth; fornication, uncleanness, inordinate affection, evil concupiscence, and covetousness, which is idolatry: (Colossians 3:5)). Mientras no haya un profundo arrepentimiento, no habrá una plena restauración.
"No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura: porque nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros. Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura, ni en la levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad" (vvss. 6-8).
En las Sagradas Escrituras, el significado espiritual de la levadura es invariablemente de lo malo metido en medio del testimonio cristiano, sea la mala doctrina o sea la inmoralidad. Aquí se aplica a la inmoralidad. En la epístola a los gálatas se refiere a la mala doctrina: "un poco de levadura leuda toda la masa" (Gl. 5:9). No se necesita mucha levadura para arruinar un testimonio cristiano puro; basta un poquito.
"Limpiad pues la vieja levadura." Es preciso que la asamblea cristiana bote fuera el pecado, sea de la doctrina falsa, sea de la inmoralidad. "Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura." Cristo la cabeza de la iglesia (Ef. 1:22; Col. 1:1818And he is the head of the body, the church: who is the beginning, the firstborn from the dead; that in all things he might have the preeminence. (Colossians 1:18)), la ve como sin pecado en su naturaleza, el fruto de Su propia obra redentora que la purificó a ella para Sí. Por lo tanto, es la voluntad de Dios que la iglesia o asamblea cristiana sea, prácticamente, lo que es actualmente, es decir, sin levadura cual nueva masa; "porque nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros." Si Cristo, nuestra pascua, fue sacrificada por nosotros, entonces ¿cómo hemos de vivir en el pecado o permitirlo dentro del seno de la asamblea cristiana? Si Cristo murió para quitar el pecado de delante de los ojos santos de Dios, entonces ¿cómo hemos de dar lugar a él? En la epístola a los romanos, cap. 6, leemos esto: "¿Perseveraremos en pecado para que la gracia crezca? En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en Su muerte? Porque somos sepultados juntamente con Él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida" (vvss. 1-4).
"Así que hagamos fiesta, no en la vieja levadura, ni en la levadura de malicia y de maldad, sino en ázimos de sinceridad y de verdad." Los israelitas, después de sacrificar la pascua, tuvieron que pasar siete días sin que se hallara levadura en sus habitaciones: "Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas: porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, aquella alma será cortada de Israel" (Éxodo 12:15. Esta amonestación se repite en los versículos 18-20). Sabemos de 1ª Corintios, cap. 10, que "estas cosas les acontecieron en figura; y son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado" (v. 11). La palabra "ázimos" quiere decir "pan sin levadura." Para el cristiano el pan sin levadura es el "de sinceridad y de verdad."
De paso será provechoso mencionar aquí que en todo el Nuevo Testamento no leemos palabra siquiera acerca de abstenerse o no del pan actual hecho con levadura. Todas esas cosas materiales de los tiempos antiguos nos sirven de instrucción espiritual.
Cuando "los apóstoles y los ancianos, con toda la iglesia" habían llegado a su decisión en cuanto a la libertad de la cual disfrutamos como cristianos convertidos de entre los gentiles o paganos, escribieron así: "Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponemos ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien" (Hechos 15: 22, 28, 29). Desde la creación del hombre y de la mujer, era pecado fornicar (léase Gn. 2: 24 y Mt. 19: 3-9). Cuando Dios dio de "todo lo que se mueve y vive" al hombre para su mantenimiento, le impuso una sola prohibición: "Empero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis" (Gn. 9:3, 43Every moving thing that liveth shall be meat for you; even as the green herb have I given you all things. 4But flesh with the life thereof, which is the blood thereof, shall ye not eat. (Genesis 9:3‑4)). Todo eso sucedió antes de que la ley de Moisés fuese dada a los israelitas siglos después, y Dios jamás la ha abrogado.
Pero en cuanto a la levadura usada en nuestro pan cotidiano o en el pan puesto en la mesa para celebrar la cena del Señor, no hay ninguna prohibición. En cuanto al pan o comida de cada día, el Apóstol Pablo nos dice: "todo lo que Dios crió es bueno, y nada hay que desechar, tomándose con hacimiento de gracias: porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. Si esto propusieres a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, criado en las palabras de la fe y de la buena doctrina, la cual has alcanzado" (1ª Ti. 4:4-6). Con respecto al pan usado para la cena del Señor, ni el Señor mismo ni el Apóstol Pablo dijeron palabra alguna acerca de qué clase de pan debiera usarse: con levadura, sin levadura, pan grande o chico, cuadrado o circular, hecho de trigo, maíz, cebada, etc. Siendo el pan de grano molido, nos hace pensar de cómo Cristo "molido fue por nuestros pecados" (Isaías 53:5); metida la masa en el horno y sujeto al fuego, nos hace pensar de cómo el Señor soportó el calor terrible del juicio de Dios cuando "fue hecho pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él" (2ª Co. 5:21).
"Os he escrito por carta, que no os envolváis con los fornicarios: no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería menester salir del mundo. Mas ahora os he escrito, que no os envolváis, es a saber, que si alguno llamándose hermano fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón, con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué me va a mí en juzgar a los que están fuera? ¿Ni juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará: quitad pues a ese malo de entre vosotros" (vvss. 9-13).
Tal es el mundo que ,si el cristiano no puede tener ningunos tratos con los fornicarios, avaros, ladrones, idólatras, etc., entonces tendría que salir del mundo. El Apóstol Juan nos dice que "todo el mundo está puesto en maldad" (1ª Jn. 5:1919Then answered Jesus and said unto them, Verily, verily, I say unto you, The Son can do nothing of himself, but what he seeth the Father do: for what things soever he doeth, these also doeth the Son likewise. (John 5:19)).
Pero es otra cuestión cuando "alguno llamándose hermano" (no se dice que sí es hermano, pues no se supone por un momento que un verdadero cristiano cometiera tales pecados), sea fornicario, etc. Por su vida no santa ha comprometido el santo testimonio del Señor. Por eso los cristianos no deben aun comer con el tal, pues así se expresa comunión o acuerdo.
Dios juzga y juzgará a los que están fuera en el mundo (a veces en este mundo mismo los pecadores cosechan lo que han sembrado, y de cierto ante el "gran trono blanco" serán juzgados. ¡Ay de ellos! (Véase Ap. 20:11-15).
Pero la asamblea cristiana se halla en el sagrado deber de limpiarse de la vieja levadura: Para la honra y gloria del Señor tiene que echar fuera esa levadura; por lo tanto la persona culpable tiene que ser excomulgado de toda comunión cristiana hasta que se produzcan los verdaderos frutos de arrepentimiento.