Capítulo 6: Personas que no mueren

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Génesis 5
Los dos hijos de Adán y Eva, Caín y Set, tenían familias que eran muy, muy diferentes. Los hijos de Caín estaban lejos de Dios. Muchos de los hijos de Seth aprendieron a conocer y amar al Dios verdadero. El séptimo de Adán fue Enoc. Caminó con Dios durante trescientos años. Tal vez mientras Enoc caminaba con Dios, Dios le contó un secreto, porque advirtió a la gente de alrededor que el Señor vendría. Enoc amaba y confiaba en Dios, y amaba escuchar las palabras de Dios: así que caminó con Dios. Entonces Dios lo llevó al cielo donde vivió con Dios, y nunca murió. Ahora, mi esperanza es que Dios haga lo mismo conmigo y me lleve a sí mismo sin morir, porque leo: “He aquí que te muestro un misterio”; (un secreto profundo) “No todos dormiremos, sino que todos seremos cambiados, en un momento, en el abrir y cerrar de ojos, en la última trompeta, porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles, y seremos cambiados” (1 Corintios 15:51-52). “Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también los que duermen en Jesús Dios traerá consigo. Por esto os decimos por la palabra del Señor, que nosotros, los que estamos vivos y permanecemos hasta la venida del Señor, no impediremos” (ir antes) “a los que están dormidos. Porque el Señor mismo descenderá del cielo con un grito, con la voz del arcángel y con la trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero; entonces los que estamos vivos y permanecemos seremos arrebatados junto con ellos en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:14-17). Así vemos que nosotros, los creyentes, en el mundo de hoy, podemos ser cambiados y llevados vivos para encontrarnos con el Señor en el aire.
Enoc da una imagen de este día que pronto vendrá. ¡Qué bendita esperanza para aquellos que son lavados en la preciosa sangre del Señor Jesús! ¿Tienes la misma esperanza que Enoc?
Puede que no muramos
¡Puede que no muramos, sino que nos levantemos y encontremos al Señor! \u000bEsta bendita esperanza, Dios nos muestra en Su Palabra, El Espíritu nos la deja clara, la suya propia.\u000bÉl nos atrapará del mundo, a Su propio trono.\u000b\u000b¡Puede que no muramos, sino que nos levantemos y encontremos al Señor! \u000b¡Oh, la brillante gloria que ofrecen estas pocas palabras! \u000bCambió instantáneamente, el abrir y cerrar de ojos, ¡Y verte cara a cara, nuestro Señor por sí!\u000b\u000bAlgunos no morirán, sino que se levantarán y se encontrarán con su Señor, ¡oh preciosa promesa! ¡Fiel, verdadero y bueno! \u000bAunque no sepamos el día ni la hora, sabemos que Él mismo vendrá en poder.\u000b\u000bNo podemos morir, entonces seamos más puros, corten cada pecado, invisible, o que los hombres vean. \u000bEste mundo está pasando, el Cielo vendrá rápidamente, ¡Entonces seamos más como Él día a día!\u000b\u000b¡Nos levantaremos y nos encontraremos con Él en el aire! \u000b¡Entonces no nos enredemos aquí abajo! \u000b¡Buscamos a Cristo! ¡No buscamos la muerte! \u000bNuestra esperanza a cualquier hora, de dejar esta tierra.\u000b\u000bNos levantaremos, y a nuestro Señor ascenderemos, ¡Cuando su grito victorioso el aire se rasgará! \u000b¡Oh ven! Señor Jesús, ¡Ven! Sus santos ahora claman: ¡Ven pronto! así que estaremos contigo.