Espinos y abrojos; o la apostasía
Hebreos 6
Este capítulo es uno de los tres pasajes del Nuevo Testamento que Satanás ha utilizado más incesantemente para torturar y angustiar a las almas de los hijos de Dios. Uno de los tres, digo, pues los otros dos son Juan 15 y Hebreo 10.
Este pasaje describe la condición del alma que ha apostatado y abandonado la verdad. No describe a un desobediente que se ha enfriado. Si eres hijo de Dios, lo eres para siempre, tanto si estás en buen estado como si tu estado es malo. Si estás en buen estado, gozas de comunión con Dios; si estás en un mal estado, apartado del Señor, has perdido el goce y la comunión, pero sigues siendo un hijo de Dios, bien que hijo desobediente y rebelde. Los que se describen en el capítulo que estamos considerando nunca nacieron en absoluto de Dios.
Quisiera que os dierais cuenta de que este capítulo forma aquí una especie de paréntesis, y que este paréntesis comienza en el capítulo 5:11, y qué es en el capítulo 7 que Pablo reanuda su tema, "Porque este Melquisedec," etc. Por ello, se tiene que relacionar los cuatro últimos versículos del capítulo 5 con el capítulo 6, a fin de comprenderlo adecuadamente. El apóstol está escribiendo a judíos que profesaban el cristianismo. Aunque entre ellos había muchos verdaderos y fervientes cristianos, estaba dirigiéndose a aquellos que habían sido criados en la religión tradicional del judaísmo. Y ahora el cristianismo había hecho su entrada; y ¿qué es el cristianismo? El cristianismo no es formas externas, ni ceremonias, ni ordenanzas; sino el conocimiento del Espíritu de Dios—un hombre viviente a la diestra de Dios—y la fe que se dirige a este Viviente—Cristo Jesús el Señor—y hallando su todo tanto para el tiempo como para la eternidad en Él mediante el Espíritu Santo residente. Por ello, el cristianismo es un sistema celestial, porque tiene que ver con el cielo. El judaísmo era para la tierra; era un sistema terreno. Satanás siempre se complace en atar a la gente a la tierra; es en lo que se ocupa por ahora; él quisiera que nuestros corazones quedaran ocupados con cualquier otra cosa antes que con un Cristo viviente en la gloria de Dios. Por el contrario, el propósito del Espíritu Santo es el de atraer el corazón, y por ello los corazones de aquellos a los que está escribiendo, a este Hombre viviente, este Cristo de Dios en la gloria, y mediante ello desatarles de lo que era terreno y carnal.
El peligro para estos conversos del judaísmo era que, debido a la persecución, abandonasen un Cristo celestial, y que se volvieran de nuevo al ritual terreno que Dios había dejado a un lado. El judaísmo había recibido su golpe de muerte en la cruz de Cristo. Vino allí a su fin, y era ya cosa muerta a la vista de Dios. Y, ¿qué es lo que Dios hace? Envía a Tito y a Trajano a barrer el cuerpo muerto, y a enterrarlo totalmente, eliminándolo de la escena. Ha pasado ya el día de las ceremonias externas, y el Espíritu de Dios está atrayendo los corazones del pueblo antiguo de Dios a la Persona de Cristo en la gloria. En el capítulo 5, Pablo les reprocha que sean niños, cuando debieran ser adultos maduros. En 1 Corintios 3, donde está escribiendo a los griegos, de tendencias filosóficas, dice, "Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales" (1Co. 3:2-3). Lo que dificultaba el crecimiento de los corintios era la filosofía, y lo que estorbaba a los hebreos era la religión tradicional; y vosotros mismos sabéis el poder que en la actualidad tiene la religión tradicional, y si Dios nos ha reunido alrededor de la Persona de Su Hijo, y a Su nombre, y nos ha mostrado que el deseo de Su corazón es en cuanto a la Iglesia de Dios, por lo menos en cierta medida, es sólo Su gracia que lo ha hecho.
La vianda, o carne, alimento sólido, pertenece a las personas totalmente crecidas. Ahora, como veréis, contrasta el cristianismo, como algo espiritual y celestial, con el judaísmo, como sistema carnal y terreno. El judaísmo, aunque originalmente establecido por el mismo Dios, había llegado a esto, debido a que Cristo había venido y había sido rechazado; y por ello, todo lo que Él tenía que decir al hombre en la carne había llegado a su fin, y todo tenía que ser celestial ahora, relacionado con el Hombre a la diestra de Dios. Por lo tanto, un niño, en esta epístola, es uno que sigue estando asociado con aquello que simplemente atrae los sentidos, y que no está simple y solamente relacionado con un Cristo viviente donde Él está.
"Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección" (Heb. 6:1). No tengo duda alguna de que la expresión del apóstol "los rudimentos de la doctrina de Cristo" alude al judaísmo como divinamente establecido, y a Cristo como el Mesías, el cabeza y centro de todo él. Pero el Mesías, el cabeza y centro, había sido muerto, y por ello el judaísmo había llegado a su fin para Dios, y es por ello que dice que tenemos que dejar lo que es terreno e ir adelante a la perfección, y por perfección significa en Hebreos a Cristo en la gloria celestial. "Perfecto" se utiliza en varias formas diferentes en las Escrituras, y se tiene que conocer el alcance del pasaje para comprender cómo se utiliza en cada contexto. Abraham, por ejemplo, recibió la palabra de caminar delante de Dios y de ser perfecto, y su perfección se refería a que debía ser totalmente dependiente del Dios que le había llamado a ser peregrino. De nuevo, la perfección de Israel era que no debía tener nada que hacer con ídolos—y no fueron perfectos, pues cayeron en la idolatría. Nuestra perfección es una forma de ser siempre semejantes a nuestro Padre, siempre mostrando gracia; porque Él hace que Su sol se levante sobre los malos y sobre los buenos (Mt. 5). Después, en Filipenses 3 se menciona en dos ocasiones lo perfecto: Primero en el versículo 12, Pablo dice: "No que ... ya sea perfecto," debido a que perfecto ahí significa ser como Cristo en la gloria, y Pablo dice, No estoy ahí todavía; pero unos cuantos versículos más abajo, en el versículo 15, dice, "Así que, todos los que somos perfectos," tratándose ahí de perfección en cuanto al objeto que se tiene delante, teniendo el alma levantada a Cristo donde Él está ahora en el cielo; sacados totalmente de la tierra, y relacionados con Él allí donde Él está, y caminando en conformidad con Él allí.
Todo lo que tenemos en los dos primeros versículos de Hebreos 6 era común al judaísmo, y muy bien conocido para el judío. Tiene que haber "arrepentimiento de obras muertas," y es cierto que unos cuantos conocían "la fe en Dios." En cuanto a "bautismos," aquí yo veo que la palabra significa simplemente lavamientos, de los que sabemos había muchos en el ritual judío; los sacerdotes tenían que lavar sus manos y sus pies, las víctimas tenían que ser lavadas antes de ser ofrecidas, los contaminados tenían que lavar sus vestidos así como sus propias personas, etc. También hay la "imposición de manos," pues en el judaísmo había imposición de manos por parte de los sacerdotes, y la imposición de manos por parte del adorador sobre la cabeza de la víctima. La "resurrección de los muertos" también era una doctrina perfectamente conocida entre los judíos. La resurrección de entre los muertos era lo que los judíos desconocían, pues es una doctrina del cristianismo. En el judaísmo había una medida de luz; pero el velo no había sido rasgado, Cristo no había muerto, y al hombre no se le consideraba como totalmente arruinado. Pero ahora Cristo ha venido, ha ido a la muerte, y el corazón está unido a Él donde Él está en la gloria celestial. Y lo siguiente que espera es el momento en el que Él volverá y tomará de entre los muertos a Su propio pueblo, siendo Su resurrección la pauta y la certeza de la de ellos.
"Bien," dice Pablo, "Dejando ya los rudimentos de estas cosas," el "juicio eterno" también, porque cada judío creía también en ello, prosigamos pues a la perfección. Dice Él, no debéis deteneros ahora en estas cosas, sino proseguid, y aprended que el juicio, el juicio eterno que merecíais, fue llevado por Otro, y que habiendo sido llevado por Él, nunca podéis caer en él, habéis pasado al otro lado de la muerte y del juicio.
Los versículos 1 y 2 pertenecen por ello al judaísmo, y los versículos 4 y 5 tratan del cristianismo profesante. Digo cristianismo profesante, porque hay dos cosas ausentes, y que constituyen la misma esencia del cristianismo vital. Con esto quiero decir que no hay mención aquí de vida divina, ni hay mención de la posesión, como sello de Dios, del Espíritu Santo. Pero, dirás tú, ¿No fueron "una vez iluminados"? ¿Qué es lo que esto significa? Ciertamente que esto debe significar convertidos. No, en absoluto. En Juan 1:9 se dice del Señor Jesús, "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo." ¿Acaso es por ello convertido todo hombre? No; pero cada hombre que viene al mundo es traído al lugar donde la luz brilla. Pero, ¿quiere esto decir acaso que todo hombre se sirve de la luz, a pesar de que la luz esté aquí? Sabes que no es así. El sol brilla sobre esta tierra día tras día, y arroja su luz a su alrededor. ¿Están conscientes los ciegos de ello? No. ¿Y acaso por ello deja de brillar el sol? El ser iluminado es la llegada del hombre a la luz—las buenas nuevas del evangelio, sin por ello ser preciso que las reciba, ni el ser convertido por ellas. Esta persona no queda en tinieblas, sea que tome partido de la luz o no.
"Y gustaron del don celestial" (Heb.6:4). ¿Pero esto significará que son verdaderamente convertidos? No, no necesariamente. Puede que hayan sido conmovidos y tocados de una forma carnal. ¡Cuántos han venido a una predicación del evangelio, han oído de Cristo, han quedado profundamente impresionados por el momento, lo han considerado algo maravilloso, y han querido ser cristianos; y se han ido sin la salvación, porque no ha habido obra en la conciencia de ellos! Como los oidores de la tierra pedregosa, los tales reciben la palabra con gozo, y la abandonan por una insignificante oposición. Y a pesar de ello, gustaron el gozo de ella, sintieron que era algo maravilloso que Dios pudiera amarles a ellos, y por un momento se conmovieron, pero nada más que esto. Abandonan el sitio donde fueron de esta manera impresionados, y lo abandonan—lo abandonan después de haber gustado su gozo.
"Y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo" (Heb. 6:4). ¿Qué significa partícipe del Espíritu Santo? El Espíritu Santo ha descendido después de la muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesucristo, y está en esta tierra morando en cada creyente; pero morando también en lo que profesa el nombre de Dios aquí abajo, esto es, la Casa de Dios; por ello, si yo me hallo en la esfera en la que Él está actuando, soy en este sentido un partícipe del Espíritu Santo. En los primeros días del cristianismo, cuando Pablo está escribiendo esta carta, las personas se reunían al nombre del Señor, y con el Espíritu de Dios en medio de ellos; y estaban muy conscientes de la presencia del Espíritu Santo también en medio de ellos, y también de sus poderes milagrosos. Miremos por ejemplo al don de lenguas. El Espíritu Santo estaba sobre la tierra dando testimonio a los corazones del pueblo de Dios, y también al mundo; y estaba presente en tal poder, que un extraño que entrara a una reunión quedaba totalmente consciente de que Dios estaba allí. Había una atmósfera de amor así como de poder que no podía dejarse de sentir. Si entonces este extraño entraba y asumía allí su lugar, estaba con una asamblea de personas a las cuales el Espíritu Santo había unido, y era en este sentido un partícipe—un compañero—del Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo actuaba con poder, y un hombre estaba allí en el lugar donde Él actuaba, el tal era un partícipe de este poder—sentía su influencia.
"Gustaran de la buena palabra de Dios." Ni tan siquiera esto implica necesariamente una vida divina en el alma. Pregunto yo, ¿Acaso no puede una persona inconversa admirar las Escrituras? Sabéis que sí. Puede admirarlas, sentir su belleza y su profundidad, y con todo que su conciencia no sea afectada por ellas. Puede que la Palabra de Dios sea puesta a su alcance, y que vean su gran valor, pero dejarle tan muerto como antes; puede no haber sido vivificado por medio de ellas.
"Y los poderes del siglo venidero." "El mundo venidero" no es la eternidad, sino la futura tierra habitable, bajo el reinado milenario del Señor Jesucristo, durante cuyo tiempo el poder de Cristo será revelado, y el poder de Satanás será eliminado de esta escena, porque él mismo será atado en el gran abismo. Cuando llegue aquel día, y el Mesías esté reinando, los cojos andarán, los sordos oirán, los ciegos verán, y los enfermos serán sanados; pero hubo hermosos atisbos del poder de este reino venidero que se hicieron patentes en estos primeros días apostólicos. ¿No anduvo y saltó el cojo a la puerta del templo (Hch. 4), y el paralítico se levantó e hizo su cama? ¿Y acaso Dorcas, que había muerto, no volvió a la vida? ¿No leemos también de cómo el pueblo sacaba a sus enfermos en camas y camillas, a fin de que la sola sombra de Pedro pudiera caer sobre ellos, y que fueran curados? ¿Y también cómo sacaban pañuelos y delantales del cuerpo de Pablo para llevarlos a los enfermos, de manera que sus enfermedades salían de ellos, y que también demonios eran sacados? Estos son "los poderes del mundo venidero," y el Espíritu Santo dice que todo esto se puede conocer, y que con todo la persona puede no estar convertida—no tener ni una chispa de vida divina en ella. Cuando los discípulos estaban echando fuera demonios, es indudable que el mismo Judas también los echaba; porque hallamos de 1 Corintios 13 que una persona puede tener la fe para mover montañas, y a pesar de todo no tener vida divina en absoluto; y es indudable que Judas creía en el poder de su Señor, aunque no había vida en su alma.
En el versículo 6 dice el apóstol, si las personas que han disfrutado de estos privilegios, y han sido traídos bajo este poder del Espíritu Santo, lo abandonan, "Es imposible que ... sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio." ¿Qué había hecho la nación? Había crucificado al Hijo de Dios. ¿Y qué estaban haciendo estos? Lo mismo que hicieran sus padres. Si abandonas el cristianismo, y desechas este Cristo celestial—Dios dice que ya no queda nada más—todos Sus recursos han sido empleados sin efecto alguno.
¿Por qué habla de que sea imposible renovarlos para arrepentimiento? Debido a que el arrepentimiento es siempre producido en el alma por la Palabra de Dios, y es el efecto del testimonio recibido del Espíritu de Dios. Dios no tiene ya más testimonio que dar. Cuando Dios envió a Su Hijo al mundo, ¿que hizo el hombre? Escupió sobre Él, y lo mató. ¿Y qué hizo Dios? ¿Sacó acaso la espada de juicio? No; Él lo levantó al cielo, y desde el cielo envió al Espíritu Santo para decir a los hombres: "No quisisteis tener a Mi Hijo como un Cristo terreno, ¿lo aceptaréis como un Cristo celestial?" Si el hombre rechaza esto—si rechaza al Cristo en el cielo—Dios, por así decirlo, declara que no hay más medios para producir arrepentimiento hacia Él, y fe en el Señor Jesucristo. Como otro ha dicho: "Después de haber sido el objeto de esta influencia de la presencia del Espíritu Santo, después de haber gustado la revelación así hecha de la bondad de Dios, y experimentado las pruebas de Su poder, si alguien después abandonaba a Cristo, no quedaban otros medios para restaurar el alma, para llevarla al arrepentimiento. Los tesoros celestiales ya habían quedado agotados. Y habían sido desechados como carentes de valor. Se había rechazado la revelación plena de la gracia y del poder, después de haberlos conocido. ¿Y qué medios se podían utilizar ahora? Volver al judaísmo, y a los rudimentos de la doctrina de Cristo en él, cuando la verdad había sido revelada, era imposible, y cuando la nueva luz había sido conocida y rechazada. En un caso como este había solamente la carne; no había nueva vida. Se estaban produciendo espinos y abrojos como antes. No había ningún verdadero cambio en el estado del hombre.
"Cuando hemos comprendido que este pasaje es una comparación del poder del sistema espiritual con el judaísmo, y que habla de abandonar el sistema espiritual, después de haberlo conocido, la dificultad desaparece. No se supone la posesión de la vida, ni se toca esta cuestión. El pasaje habla no de vida, sino del Espíritu Santo como un poder en la actualidad presente en la cristiandad. 'Gustar de la buena palabra de Dios' es haber entendido cuán preciosa es la palabra, no el haber sido vivificado por medio de ella. Por ello, al hablar a los judíos cristianos, espera mejores cosas que acompañan a la salvación, por lo que todas las cosas anteriores podrían estar allí, y a pesar de todo sin salvación. No podría haber fruto. El tal presupone que hay vida. El apóstol, sin embargo, no aplica lo que ha estado escribiendo a los cristianos hebreos, porque, por pobre que fuera el estado de ellos, había habido frutos, pruebas de vida, que en sí muestra mucho poder; y prosigue su discurso dándoles aliento y motivos para la perseverancia.
"Se observará, así, que en este pasaje hay una comparación entre lo que se ha poseído antes y después que Cristo fuera glorificado, el estado y los privilegios de los profesantes en estos dos períodos, sin cuestión alguna en cuanto a su conversión personal. Cuando el poder del Espíritu Santo se hallaba presente, y había una plena revelación de la gracia, si cualquiera abandonaba la asamblea, caía de Cristo, y volvía de nuevo, no había medios para renovarles al arrepentimiento. El autor inspirado, por ello, no quería volver a echar otra vez el fundamento de las cosas anteriores con respecto a Cristo—cosas que ya habían envejecido—sino que quería seguir adelante para el provecho de aquellos que permanecían firmes en la fe."