Hechos 9

Acts 9  •  16 min. read  •  grade level: 14
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"Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes, y demandó de él letras para Damasco a las sinagogas, para que si hallase algunos hombres o mujeres de esta secta, los trajese presos a Jerusalem. Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Ye soy Jesús a quien tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer" (vv. 1 al 6).
¡ He aquí el buen Salvador y el peor de todos los pecadores! ¡ El Señor Jesucristo y Saulo de Tarso! Sobre lo sucedido tenemos un comentario inspirado en las palabras mismas de Saulo (Pablo) escrito muchos años después:
"Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales ye soy el primero". Dijo también que había "sido blasfemo y perseguidor e injuriador," pero que de parte del Señor fue "recibido a misericordia" por su gracia abundante "con la fe y amor que es en Cristo Jesús" (13 Tim. 1:13 al 15).
El resplandor de luz del cielo que le cercó no fue un aumento de la luz del sol, tampoco de otra fuente de luz creada, más bien fue ¡ la claridad de la luz increada de la gloria del Señor mismo!, una "luz del cielo, que sobrepujaba el resplandor del sol" (Hch. 26:13). Dijo Pablo más tarde: "¿no he visto a Jesús el Señor nuestro?" (11 Cor. 9:1).
Otra cosa maravillosa se presentó en las cinco palabras que Jesús dirigió a Saulo: "Saulo, ¿por qué ME persigues?" Saulo había de entender que Cristo y los pobres cristianos perseguidos por él formaban ¡ un solo cuerpo! Antes de que "Saulo, que también es Pablo" (Hch. 13:9), recibiera "por revelación de Jesucristo" la verdad-la doctrina-de Cristo y la iglesia como formando un solo cuerpo, ella fue expresada a Saulo por el Señor de la gloria en cinco palabras: "Saulo, ¿por qué ME persigues?" Léanse Efe. 1:22, 23; Col. 1:18.
"Y los hombres que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas no viendo a nadie" (v. 7). Leamos aquí también Hch. 22:9, que dice: "no oyeron la voz del que hablaba conmigo." A los escépticos e infieles les gusta afirmar que hay aquí un error en la Biblia, pero no hay ningún error sino solamente lo que está arraigado en sus propias cabezas incrédulas. La voz griega, phones, quiere decir un sonido o una voz. El contexto determina cuál de los dos sentidos. Saulo oyó y entendió la voz-lo dicho por el Señor. Los demás hombres oyeron el sonido de la voz, pero no lo entendieron: "no oyeron la voz DEL QUE HABLABA CONMIGO;" no hablaba con ellos. No hay ninguna contradicción, ni aquí ni en otra parte alguna de la. PALABRA INSPIRADA, DEL DIOS VIVO Y VERDADERO.
"Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie-' así que? llevándole por la mano, metiéronle en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió" (vv. 8, 9).
No cabe duda de que un cambio tremendo e indecible tuvo lugar en el corazón y la mente de Saulo: durante los tres días sin ver repasaba su vida de celo religioso pero de 'enemistad implacable contra Jesús y sus miembros preciosos en la tierra-los pobres cristianos-y estaba tan avergonzado, confundido y humillado a causa de su gran maldad, luego tan maravillado y asombrado de la gracia abundante de Jesús-ya su SEÑOR-que no pudo pensar en comida o bebida, ni desearlas, Oraba.
"Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo; Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso: porque he aquí, él ora; y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista." (vv. 10 al 12).
El Señor que lo sabe todo y lo dirige todo, siempre tiene a la mano su instrumento escogido para cualquier propósito de su gracia soberana: había en Damasco un discípulo humilde que andaba, evidentemente, en dulce e íntima comunión con su Señor, pues no estaba sorprendido cuando le apareció el Señor en visión; lo que sí le sorprendió fue el mandato del Señor: "entonces Anudas respondió: Señor, he oído a muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalem: y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender todos los que invocan to nombre" (vv. 13, 14). Ananías, en su sencillez, creía que el Señor no estaba al tanto de la situación y que era su deber informarle sobre el propósito de Saulo, pero Jesús con mucha gracia le respondió: "Ve; porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque ye le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre" (vv. 15, 16).
Así el Señor Jesús convirtió a su enemigo más acérrimo en el instrumento de su gracia más bendita, haciéndole "ministro" de la iglesia, "ministro" del misterio del Cristo, y "ministro" de la dispensación de la gracia de Dios, un ministerio que incluyó a los gentiles juntamente con los creyentes judíos como "herederos, e incorporados, y consortes de su promesa en Cristo por el evangelio" (Col. 1:24; Efe. 3:1 al 7).
"Ananías entonces fue, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo. Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose fue bautizado. Y como comió, fue confortado" (vv. 17 al 19).
Aquel caso fue muy especial en todo aspecto, hasta lo que está escrito más adelante en los Hechos del bautismo de Saulo de Tarso:
"Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" (cap. 22:16). Saulo fue perdonado por el Señor Jesús tres días antes; sus pecados ya fueron lavados delante de Dios y para siempre: "nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades" (Heb. 10:17). Además, Saulo fue comisionado enseguida por el Señor Jesús. (Léase Hch. 26:15 al 18). Pero hay otro aspecto del asunto que tomar en cuenta: delante de los hombres Saulo todavía no gozaba de buen testimonio; era bien conocido exactamente tal como Ananías le había descrito al replicar al dicho del Señor: un hombre que había hecho mucho mal a los pobres cristianos entre los judíos. Ahora bien, bautizándose Saulo, se identificó con el Señor y su causa, poniéndose a la vez al lado de los cristianos que antes había perseguido. Así Saulo lavó sus propios pecados delante de los hombres; delante de Dios todos le habían sido perdonados anteriormente.
Entonces los que quieren sacar de esta Escritura la doctrina de la salvación del alma mediante el bautismo con agua no tienen ninguna base para su doctrina falsa que actualmente menosprecia la obra de 'Cristo, quien nos lavó con su sangre preciosa -no con agua- de todo pecado.
"Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco, Y luego en las sinagogas predicaba a Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalem a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los príncipes de los sacerdotes? Empero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, afirmandó que éste es el Cristo" (vv. 19 al 22).
¿Cómo pudo Saulo confundir a los judíos? ¿con narrar a I gente su conversión milagrosa? No lo creemos. Entonces, ¿ cómo? ¿ No fue de la misma manera por la cual Apolos "convencía públicamente a los judíos"? Sí, pues él mostró "por las Escrituras que Jesús era el Cristo" (Hch. 18:28). Pero, ¿de qué modo poseía Saulo un conocimiento tal de la 'persona del Hijo de Dios como fue revelado en el Antiguo Testamento? Vamos a leer en Gálatas, cap. uno: "mas cuando plugo a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre„ y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que le predicase entre los gentiles, luego no conferí con carne y sangre; ni fui a Jerusalem a los que eran apóstoles antes que ye; sino que me fui a la Arabia, y volví de nuevo a Damasco. 'Después, pasados tres años, fui a Jerusalem
(vv, 15 al 18). La cosa más natural para Saulo hubiera sido volver de Damasco a Jerusalem y juntarse con los apóstoles y demás hermanos, pero, dirigido por el Señor se retiró al desierto de la Arabia, donde durante un promedio de tres años estuvo a solas leyendo y estudiando el. Antiguo Testamento a la luz del Espíritu Santo que ya moraba en él y le enseñaba todo lo que las Escrituras decían acerca del Hijo de Dios, el gran Mesías de Israel y el Salvador también de los gentiles. Después, vuelto a Damasco, ya conocía bien el Antiguo Testamento y pudo confundir a los que se oponían a la verdad acerca de la persona de Cristo, el Hijo de Dios.
"Y como pasaron muchos días, los judíos hicieron entre sí consejo de matarle; mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro en una espuerta" (vv. 23 al 25).
Saulo-que antes había perseguido a los cristianos cruelmente-ahora era perseguido por sus compatriotas, los judíos incrédulos: "todo lo que el hombre sembrare, eso también segará" (Gál. 6: 7). Pero no sólo los judíos, sino también los gentiles en Damasco, procuraban matarle, pues los judíos siempre incitaban a los gentiles a que persiguiesen a los apóstoles del Señor Jesucristo. Leamos 24 Cor. 11:32, 33: "en Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; y fui descolgado del muro en un serón por una ventana, y escapé de sus manos."
"Y como vino a Jerusalem, tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo. Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el nombre de Jesús. Y entraba y salía con ellos en Jerusalem; y hablaba confiadamente en el nombre del Señor" (vv. 26 al 29).
Vemos aquí que todo creyente que no era conocido antes, al irse a una iglesia o sea asamblea cristiana a otra, precisa de una recomendación personal de parte de otros, sea por palabra fiel o por carta. Apolos, un gran orador y hombre muy dotado, no fue de Efeso a Acaya, sin que llevase consigo una carta de recomendación. Febe, una diaconisa, o sierva de la iglesia de Cencreas, llevaba consigo una carta de recomendación incorporada en la epístola de Pablo escrita a los creyentes en Roma (véase Hch. 18:27 y Rom. 16:1,2). Saulo no pudo meterse entre los creyentes en Jerusalem sin que tuviese testimonio fidedigno de su fe y práctica.
"Disputaba con los griegos; mas ellos procuraban matarle. Lo cual, como los hermanos entendieron, le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso" (vv. 29, 30).
La voz "griego" aquí, tanto como en los Hechos 6:1, se refiere no a los gentiles de aquella raza, sino a los judíos nacidos en una parte de Grecia y llamados "Helenistas." Habla en Jerusalem un número de ellos, hombres y mujeres, que habían vuelto a su propia tierra de la Palestina.
Saulo dio testimonio fiel a su Señor, no sólo en Damasco, sino también en Jerusalem y despertó la enemistad contra el nombre de Jesús. Sus hermanos en la fe le amaban mucho y cuidaban de él, enviándole según la prudencia que Dios les dio, a su pueblo natal de Tarso. Así el gran Apóstol de los gentiles, comisionado personalmente por el Señor Jesús mismo, no sólo tuvo un tiempo de retiro en la Arabia, sino también otro tiempo de retiro en Tarso, en donde no cabe duda de que él dio el evangelio a sus padres y hermanos y conciudadanos, conforme a la palabra del Señor: "vete a to casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y como ha tenido Misericordia de ti" (Mar. 5:19). De todo eso, discernimos que es la voluntad del Señor enviar a su mies trabajadores bien preparados. Saulo (o sea Pablo) tuvo mucha preparación antes de ser enviado por el Espíritu Santo (véase los Hechos 13:1 al 4).
"Las iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y Samaria, y eran edificadas, andando en el temor del Señor; y con consuelo del Espíritu Santo eran multiplicadas" (v. 31).
Una vez convertida y domada aquella fiera religiosa, Saulo de Tarso, las asambleas cristianas en medio de los judíos, galileos y samaritanos (1) "tenían paz", (2) "eran edificados", (3) "andando en el temor del Señor;" y (4) "con consuelo del Espíritu Santo" (5) "eran multiplicadas".
"Y aconteció que Pedro, anclándolos a todos, vino también a los santos que habitaban en Lydda. Y habló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, que era paralítico. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y hazte to cama. Y luego se levantó. Y viéronle todos los que habitaban en Lydda y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor" (vv. 32 al 35).
Mientras el Señor Jesús iba preparando a Saulo para su ministerio a la Iglesia, desde Hch. 9:32 al 11: 18 tenemos escrita la historia del ministerio del apóstol Pedro fuera de Jerusalem -la ciudad incrédula que había rechazado todo el testimonio de Dios acerca de su amado Hijo Jesús, hasta taparse loa oídos y apedrear a Esteban, testigo ocular de Cristo en la gloria celestial (véase Hch. 7:56 al 60).
El ministerio de Pedro fue por el poder del Espíritu Santo. Jesús había dicho a los doce apóstoles: "de cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que ye hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque ye voy al Padre" (Juan 14:12). Podían hacer las obras mayores por la razón sencilla de que el Espíritu Santo fue enviado por el Padre y por el Hijo (véase Juan 14:26 y 15:26).
Pedro, por lo tanto, como instrumento de Dios y por el poder del Espíritu Santo-no por ningún poder que él tuviera-pudo sanar a Eneas, un paralítico. Viendo el milagro, todos los que habitaban en Lydda y en Samaria se convirtieron al Señor. Esa fue una obra admirable y sin precedentes: ¡ dos poblaciones enteras se convirtieron al Señor!
Los milagros hechos en aquel entonces del principio del testimonio cristiano en el mundo judaico o pagano, fueron hechos con el propósito divino de dar certidumbre a todos de que era una obra del Dios vivo y verdadero, el Dios también de "Abraham, de Isaac y Jacobo," progenitores de la raza israelita, como está escrito en 1ª Cor. 14:22: "por señal son, no a los fieles, sino a los infieles" (o sean incrédulos).
Hoy en día hay muchos que se llaman cristianos y siervos de Dios y pretenden hacer milagros y obras de sanidad entre los creyentes, pero no hay ni un solo pasaje en las epístolas cristianas donde se nos dice que algún apóstol sanó a un creyente. Al contrario, Pablo no sanó a su compañero querido de trabajo en el evangelio, Timoteo, más bien le recetó una medicina (véase 1ª Tim. 5:23); tampoco sanó a Trófimo, sino le dejó en Mileto "enfermo" (2ª Tim. 4: 20). Es verdad que "la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará," pero esto no quiere decir que el Señor tiene que hacer un milagro manifiesto; se puede usar de medios medicinales recetados por "Lucas, el médico amado" (Col. 4:14) u otro doctor, como lo hizo el profeta Isaías cuando recetó una "masa de higos" para poner en la llaga del rey Ezequías (Isa. 38:21).
Las sanidades eran efectuadas en los inconversos, como hemos dicho, para testimonio eficaz.
Al hombre siempre le gusta ver o experimentar un gran milagro, pero no quiere que su alma sea ejercitada en la presencia de Dios en cuanto a sus pecados, lo cual es el objeto primordial de los tratos de Dios para con los hombres y para con sus propios hijos, ¿verdad?
"Entonces en Joppe había una discípula llamada Tabita, que si lo declaras, quiere decir Dorcas. Esta era llena de buenas obras y de limosnas que hacía. Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió; a la cual, después de lavada, pusieron en una sala. Y como Lydda estaba cerca de Joppe, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándole: No te detengas en venir hasta nosotros. Pedro entonces levantándose, fue con ellos; y llegado que hubo, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró; y vuelto al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, incorporase. Y el le dio la mano, y levantóla: entonces llamando a los santos y las viudas, la presentó viva. Esto fue notorio por toda Joppe; y creyeron muchos en el Señor. Y aconteció que se quedó muchos días en Joppe en casa de un cierto Simón, curtidor" (vv. 36 al 43).
Aun más maravilloso que la curación milagrosa de Eneas fue el resucitar de Dorcas. Ella fue la séptima persona resucitada y mencionada en la Biblia (en los Hch. cap. 20 se hace mención de la octava persona, Euticho, el cual es la última persona mencionada. El número ocho es el número de la resurrección, pues el Señor resucitó de los muertos el primer día de la semana, o sea el octavo día).
Pedro oyó el lloro de las viudas y vio el cuerpo frío de Dorcas, pero ¿qué podía hacer? En la presencia de la Muerte, se dio cuenta que no era nada y sin poder alguno para rescatar la víctima. Tuvo que echar fuera a todos para poder estar á solas con Dios en la oración. Entonces, recibiendo en su espíritu la respuesta, con toda confianza dijo a la muerta: "Tabita, levántate." En seguida ella se incorporó.
¿ Cuál fue el bendito resultado? "Creyeron muchos en el Señor."