Capítulo 9

John 9
Este capítulo muestra la progresión de la luz, que ocurre en todo creyente que viene de la oscuridad relativa del judaísmo a la luz superior del cristianismo (“hasta que el día esclarezca”—2ª Pedro 1:19). Juan hacía notar esta transición en su epístola y escribió, “las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra” (¤ª Juan 2:8).
El Señor anunció que Él era la Luz, dijo: “Luz Soy del mundo” (versículo 5), pero la oscuridad espiritual que prevalecía sobre la gente era tal que ellos no podían verla. La luz natural desvanece la oscuridad natural, pero la luz espiritual no desvanece la oscuridad espiritual (Juan 1:5). Esto hace, sin embargo, demostrar la incapacidad moral del hombre. La condición del “hombre ciego desde su nacimiento” de este capítulo ilustra esto. Lo que el Señor hizo por el hombre representa el trabajo de Dios en las almas para hacer posible que puedan ver a Cristo Tal como Él es. Al ver a Cristo como el Hijo de Dios, el hombre no necesitaría más del sistema judío para acercarse a Dios en adoración. Esto está demostrado ya que le adoró al Señor fuera del templo (versículo 38). Por tanto, la Escritura enseña que “el camino ... nuevo y vivo” del Cristianismo está “fuera del real (campamento) del judaísmo (Hebreos 10:19-22; 13:13-15).
Esto se lleva a cabo cuando el Señor escupe en el suelo y forma “lodo”, que significaba la gran verdad de Su encarnación (versículo 6). La saliva proveniente de Él mismo como Dios mezclada con “el polvo de la tierra” (que habla de humanidad—Génesis 2:7; 3:19) señala al Hijo de Dios manifestado en forma humana—Su encarnación. El untar la “saliva” en los ojos del hombre ciego nos habla del poder instantáneo y vivificador de Dios impartiendo vida a una persona con la cual la facultad espiritual para entender las cosas divinas es abierta (Proverbios 20:16; Hechos 26:18; Efesios 4:17-18). El lavarse en “el estanque de Siloé (que significa, si lo interpretares, Enviado)” habla de un creyente entendiendo que el Señor Jesús es el Enviado del Padre (versículo 7). Claramente esta es una distintiva revelación cristiana.
Luego de que sus ojos fueran abiertos, hubo un progreso de luz y comprensión en el hombre que era ciego de nacimiento—él pasó de mendigar (versículo 8) a adorar (versículo 38). Su experiencia representa la transición por el cual los fieles al antiguo sistema legal llegan al conocimiento y libertad cristianos. En principio, todo lo que él sabía del Señor, fue que Él era “el hombre que se llama Jesús”. El ciego no sabía Quién era Él ni de dónde había venido (versículo 11). Después, al ser interrogado, él dijo, “es profeta” (versículo 17). Después de eso, el hombre vio al Señor como digno de tener “discípulos” (versículos 27-28). Entonces les dijo a los judíos que el Señor Jesús era un hombre “de Dios” (versículo 33). Finalmente, el vio al Señor como “el Hijo de Dios”, quien realmente Él era (versículos 35-38). Así es como vemos en la experiencia de este hombre la maravillosa transición de la oscuridad a la luz. En el proceso, el hombre sufrió persecución de los judíos. Esto muestra que aquellos que caminan en la luz de la nueva dispensación van a ser perseguidos por aquellos de la antigua dispensación (Hechos 13:50; 14:19; 17:5, 13; 1ª Tesalonicenses 2:14-16).