Cuatro causas principales por las que se malinterpretan ciertos pasajes relacionados a este tema

Antes de ver algunas escrituras complejas que parecen sugerir que una persona podría perder su salvación, primero mencionaremos cuatro causas principales de sus interpretaciones incorrectas. En casi todos los casos, una de estas cuatro causas está en el origen del malentendido.
1) La necesidad de entender el contexto
La primera causa de las interpretaciones erróneas sobre este tema es que a menudo son consideradas fuera de contexto. Quizás el mayor elemento que se requiere para una interpretación correcta de la Biblia es el contexto. Al comprar una casa, el agente de bienes raíces nos dice que las tres reglas más importantes para realizar una compra de valor duradero son: #1) ubicación, #2) ubicación, #3) ubicación. De manera similar, en la interpretación de la Biblia, los tres principios más importantes son, #1) contexto, #2) contexto, #3) contexto.
No solo queremos entender el contexto del pasaje que estamos considerando, sino que también queremos estar seguros de que la interpretación coincide con el resto de la Escritura. Cuando analizamos este tema, es importante tener presente el viejo dicho, “Debemos interpretar las Escrituras en base al resto de las Escrituras”. El apóstol Pedro dijo: “ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación” (2 Pedro 1:20). En la nota a pie de página de la Traducción Darby, dice que el pasaje casi podría traducirse: “Ninguna profecía se explica por sí sola”. En cierto sentido, se necesita toda la Biblia para explicar cualquier pasaje de ella. Es cierto que Pedro se refería al entendimiento de la profecía, pero el principio que establece es muy amplio y se aplica a todas las líneas de la verdad en la Biblia.
Es triste decir que los versículos que se presentan para negar la seguridad eterna del creyente no solo son aislados del contexto del pasaje en el que se encuentran, sino que tampoco cuentan con el apoyo del contenido general del resto de las Escrituras. Por lo tanto, es de suma importancia que leamos el pasaje con atención y oración en su contexto para asegurarnos de que estamos “trazando bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
2) A menudo, la audiencia cristiana es una multitud mixta
La segunda razón que causa las interpretaciones erróneas sobre este tema es no darse cuenta de que la audiencia del escritor es una multitud mixta de creyentes verdaderos y simples profesantes. No debería sorprendernos que la profesión cristiana tuviera una mezcla, porque el Señor lo indicó en muchas de sus parábolas. Dijo que habría “cizaña entre el trigo” (Mateo 13:25, etc.).
Por ejemplo, al escribir a los Corintios, el apóstol Pablo admitió la posibilidad de que hubiera entre ellos algunos que meramente profesaban ser cristianos. En el primer capítulo dijo: “á todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro” (1 Corintios 1:2). En el segundo capítulo, alude nuevamente a esta posibilidad cuando habla de tres clases de personas. Se refiere al “hombre animal”, que no tiene el Espíritu de Dios y no es salvo (1 Corintios 2:14); el hombre “espiritual”, quien es salvo y tiene el Espíritu gobernándolo (1 Corintios 2:15); y el hombre “carnal” (1 Corintios 3:1) que es salvo y tiene el Espíritu, pero vive según la carne. Nuevamente, en el tercer capítulo, el apóstol distingue tres clases de obreros en la casa de Dios usando las palabras, “Si alguno ... ”. El primero es un cristiano que sirve bien y edifica según la voluntad de Dios. Dice: “recibirá recompensa”. El segundo trabajador es un cristiano que no sirve según la voluntad de Dios. Dice que su recompensa “será perdida”, pero rápidamente agrega que él mismo sería “salvo; mas así como por fuego”. Luego, en el caso del tercer trabajador, el apóstol se refiere a un creyente falso que profesa ser cristiano y continúa en el lugar de un siervo cristiano, pero no es real. La presencia de tales en el templo de Dios lo “viola [corrompe]”. Dice: “A éste lo destruirá Dios” (compárese con Mateo 25:30).
Por lo tanto, es importante tener en cuenta que muchas de las exhortaciones en las Escrituras son para una profesión mixta. Hay algo en esas exhortaciones para la conciencia de los falsos profesantes que se filtran entre los verdaderos creyentes. Un ejemplo es Colosenses 1:23.
3) La diferencia entre el descarrío y la apostasía
La tercera razón que causa interpretaciones erróneas sobre este tema se debe a que no se sabe la diferencia entre el descarrío y la apostasía. A lo largo de las epístolas, los escritores hablan de dos formas de apartarse de Dios: una es el descarrío y la otra es la apostasía. Ambos son malos, pero uno es infinitamente peor. Si el lector confunde a los dos, seguramente tendrá dificultades con este tema.
El descarrío ocurre cuando un creyente se sale de la comunión con el Señor, y deja de sentir Su presencia al entrar en el camino del pecado. No pierde la salvación de su alma de la penalidad eterna de sus pecados, ni realmente sale de la presencia del Señor, porque el Señor nunca deja ni abandona a Su pueblo (Hebreos 13:5). Pero pierde el sentir de la presencia del Señor, y se siente muy lejos de Él en su alma. Todo comienza cuando un creyente permite el pecado en su vida y no lo juzga. A menudo es un pequeño pecado que no se juzga, y como resultado, su comunión se interrumpe y él se descarría.
La apostasía es una forma diferente de apartarse de Dios. Es la renuncia a la confesión que una vez fue hecha, y el abandono de la fe cristiana. Es algo que solo un simple profesante (uno que nunca fue salvo) podría hacer. ¡Para una persona así no hay recuperación! (Hebreos 6:4-8; 10:26-31) Estos dos tipos de desvíos se ilustran en Mateo 26 en dos de los apóstoles del Señor: Pedro y Judas. Pedro se descarrió y fue restaurado por la fidelidad de Dios (Lucas 24:34; Juan 21:15-19). Judas apostató y terminó perdido en la eternidad (Salmo 109:7; Hechos 1:25).
Una persona que se descarría es llamada a volver al Señor (Jeremías 3:12); una persona que comete apostasía no es llamada a regresar, ¡porque no hay regreso! La Biblia dice: “El hombre que se extravía del camino de la sabiduría, vendrá á parar en la compañía de los muertos” (Proverbios 21:16). Es “imposible” que “sean otra vez renovados para arrepentimiento” (Hebreos 6:4-6). Pedro se apartó, pero luego regresó al Señor; Judas se apartó, pero nunca regresó al Señor. En uno hubo arrepentimiento (Lucas 22:61-62); en el otro sólo había remordimiento (Mateo 27:3 – traducción J. N. Darby).
De vez en cuando oiremos hablar de un cristiano que se ha descarriado como si se hubiera recaído. No queremos ser de “los que hacen pecar al hombre en palabra” (Isaías 29:21) por usar una palabra no adecuada, pero “recaer” en la Escritura se refiere a la apostasía (Hebreos 6:6; 2 Tesalonicenses 2:3), y no al descarrío. Pedro muestra que, si bien un cristiano no puede ser apóstata, puede ser “juntamente extraviado” en la corriente de la apostasía y abandonar ciertas doctrinas y prácticas. “Así que vosotros, oh amados, pues estáis amonestados, guardaos que por el error de los abominables no seáis juntamente extraviados, y caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:17). Los “abominables” en este versículo se refiere a los apóstatas descritos anteriormente en la epístola. Pedro advierte a los santos que, si no se “guardaban”, podrían dejarse llevar por la corriente del error de los apóstatas. No los convertiría en apóstatas, pero se descarriarían. Pedro sabía muy bien de lo que estaba hablando; estaba hablando por experiencia. Se juntó con malas compañías y fue llevado “juntamente” con sus malos caminos. Luego, cuando fue cuestionado acerca de su relación con el Señor Jesús, lo negó. Si bien un cristiano nunca puede “recaer”, sí puede “caer” (2 Pedro 3:17) de su firme devoción al Señor y de los fundamentos de la gracia (Gálatas 5:4).
Un cristiano tiene dos vínculos con Dios. Uno es su vínculo de relación; no hay nada que pueda ser más fuerte. Ningún hombre, demonio, o pecado puede romper esa relación, porque el creyente está eternamente seguro en ella. Si conocemos al Señor como nuestro Salvador, tenemos una posición ante Dios como estando “en Cristo”. Jamás habrá condenación para los que están en esa posición (Romanos 8:1). Es el mismo lugar de aceptación en el que Cristo mismo está ante Dios. En pocas palabras, estar “en Cristo” es estar en el lugar de Cristo ante Dios. Todo el favor de Dios que descansa sobre Cristo, ya que Él ahora está en lo alto en la gloria, ¡descansa sobre el creyente! El otro vínculo que el cristiano tiene con Dios es el vínculo de comunión; no hay nada que pueda ser más frágil. Nuestro vínculo de comunión con el Señor puede romperse incluso con el menor pecado. Y luego, si no se juzga ni se confiesa al Señor, comienza un curso de descarrío – incluso si al principio es una desviación muy pequeña.
Es importante entender la diferencia entre estas dos cosas al considerar nuestro tema, porque algunas de las advertencias en el Nuevo Testamento son para aquellos que (siendo simples profesantes) estaban en peligro de apostatar. Si confundimos estas advertencias con exhortaciones a los creyentes, caeremos en la mala doctrina. Ahora, algunos podrían preguntar: “¿Cómo sabes que los verdaderos cristianos no pueden apostatar?” Porque las Escrituras enseñan que los verdaderos creyentes pueden ser restaurados si fallan, pero las Escrituras no enseñan que un apóstata pueda ser restaurado. Cuando los apóstatas se alejan de Dios, es “imposible” que “sean otra vez renovados para arrepentimiento” (Hebreos 6:6).
4) Ideas preconcebidas
Una cuarta razón que causa las interpretaciones erróneas de los temas bíblicos son las ideas preconcebidas y erróneas, que obstaculizan la comprensión de las personas. Tres grandes cosas han contribuido a la ruina del testimonio de la Iglesia. Todos comienzan con la letra “I”: ignorancia, indiferencia e insumisión. Creemos que el mayor de ellos es la ignorancia. Fue el mismo problema en Israel. “Mi pueblo fué talado, porque le faltó sabiduría” (Oseas 4:6; Proverbios 19:2).
Algunas de las ideas y doctrinas erróneas que tienen las personas son producto del entorno en el que viven en el mundo cristiano de hoy. Desafortunadamente, la teología cristiana convencional no es bíblicamente precisa en ciertos términos doctrinales. Si una persona ha asimilado algunas de estas ideas erróneas que ha llegado a aceptar como verdad, y luego intenta comprender ciertas declaraciones de las Escrituras sobre la seguridad de un creyente, podemos comprender por qué él o ella podría estar confundido. Con todas las diferentes enseñanzas de la cristiandad evangélica de hoy, difícilmente podemos culpar a alguien por estar realmente confundido. Habrá una necesidad, por parte de algunos, de desaprender algunas cosas. A medida que avanzamos, esperamos desentrañar algunas de estas nociones falsas y así aclarar la confusión sobre el tema.
En cada uno de los pasajes que vamos a mirar, se observará que uno o más de los cuatro puntos anteriores son el origen del malentendido.