Deuteronomio 14 insiste en lo que se convirtió en los hijos de Jehová su Dios al abstenerse de mutilaciones indecorosas o desfiguraciones por los muertos, así como de cualquier alimento que Él, que conocía mejor que ellos, declaró abominable. Luego se les muestra lo que se puede o no comer, ya sean bestias, peces o aves. Porque las personas santas para Jehová no deben comer nada que muera por sí mismas, ni acostumbrarse a un acto desagradable, si fuera con un niño mudo y muerto y la leche de su presa.
Pero hay otro punto peculiar de este libro. Además del diezmo de su aumento verdaderamente producido de maíz, vino, aceite, con las primicias, que, si estaban lejos del lugar que Jehová elegiría para Su centro de adoración, podrían convertirse en dinero, y allí gastarse delante de Él con una casa alegre y el levita no abandonado, habría un diezmo al final de tres años, mencionado en los versículos 28-29: “Al cabo de tres años producirás todo el diezmo de tu aumento el mismo año, y lo pondrás dentro de tus puertas”. No estaban obligados a llevar esto al único lugar que Dios había consagrado. Tenía más del carácter familiar; pero una hermosa característica está relacionada con ella: “Y el levita (porque no tiene parte ni herencia contigo), y el extranjero, y el huérfano, y la viuda, que están dentro de tus puertas, vendrán, y comerán y serán satisfechos; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda la obra de tu mano que haces."Incluso en el testimonio mismo de la bendición doméstica debe haber la grandeza de corazón que se extiende a aquellos que no tienen amigos que los cuiden. ¡Qué bueno es nuestro Dios, y qué testimonio de Su gracia! Sabemos bien cómo la familia tiende a atrincherarse en sentimientos generosos, y cómo es propensa a encerrarse a sí misma a nada más o mejor que un egoísmo refinado. No es así donde Dios gobierna. Allí, incluso si la familia se reuniera de tal manera dentro de sus puertas, el levita, el extranjero, el huérfano, todos tienen su parte. ¿Por qué no deberían regocijarse? Fue Dios quien hizo que la familia se regocijara, y debían ir a aquellos que eran extraños a ella. ¿No es una hermosa indicación de lo que es el Dios verdadero, incluso en Sus instituciones más pequeñas?