Disciplina

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Disciplina significa “abrir el entendimiento a través de la corrección” (Job 36:1010He openeth also their ear to discipline, and commandeth that they return from iniquity. (Job 36:10)). Toda disciplina, si viene de la mano de Dios, es buena, pues Él es la fuente de todo bien. Hay dos clases de disciplina:
•  Disciplina para formar el carácter.
•  Disciplina correctiva.
En la categoría de formación del carácter, la disciplina debe ser vista como un entrenamiento divino en la escuela de Dios. Hay al menos tres tipos de entrenamiento divino—cada uno comenzando con la letra “P”:
1) Disciplina Preparatoria
Tiene que ver con una acción de Dios preparando a Sus siervos para una obra específica a la cual Él los va a llamar. Así como un atleta es preparado por el entrenamiento, Dios entrena a Su pueblo para el servicio al cual Él los llama. Un ejemplo de este tipo de entrenamiento divino es visto en lo que Pablo dijo a los Corintios: “Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar á los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios” (2 Corintios 1:3-4). Esto muestra que Dios coloca a Su pueblo en ciertas situaciones difíciles para que aprendan por ellas sobre Su compasión y Su consuelo a través de una experiencia práctica. Estas experiencias con el Señor ablandan nuestros corazones (Job 23:1616For God maketh my heart soft, and the Almighty troubleth me: (Job 23:16)) y nos llenan de compasión por los demás, y somos más inclinados a compadecer, confortar y animar a aquellos que están pasando por pruebas. Así, las experiencias que atravesamos en la vida tienen la manera de prepararnos para una cierta línea de servicio en la cual el Señor nos va a usar. El Señor Jesucristo experimentó este tipo de formación disciplinaria en Su vida que Lo preparó (por los sufrimientos que experimentó) para ser nuestro “misericordioso y fiel Pontífice” (Hebreos 2:17-18, 4:15, 5:8).
2) Disciplina Purgativa
A veces se le llama disciplina “productiva.” Tiene que ver con la obra de Dios de remover las fallas de carácter y rasgos en nuestra personalidad que no son semejantes a Cristo. Hay defectos de carácter en cada cristiano que impiden (de alguna forma) que Cristo pueda ser visto en ellos. Estas cosas no son pecados propiamente, pero son rasgos de carácter en nuestras personalidades de los que tal vez ni estemos conscientes. Aunque no estemos conscientes de estas cosas en nuestro carácter, Dios las ve (y nuestros hermanos también, muchas veces), y Él se ocupa de remover esas fallas por medio de Su disciplina purgativa. Él lo hace usando las pruebas y tribulaciones que tocan nuestras vidas. En sí mismas, estas disciplinas no forman a Cristo en nosotros—lo que se da solamente cuando nos ocupamos con Él (2 Corintios 3:18)—pero tienen la manera de hacer que nos veamos a nosotros mismos más claramente, y así somos llevados a juzgarnos. En la medida que se purgan estas cualidades indeseables de nuestras personalidades, Cristo será visto en nosotros con más claridad. Vemos este tipo de disciplina en la vida de Job. Él era “perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal” (Job 1:11There was a man in the land of Uz, whose name was Job; and that man was perfect and upright, and one that feared God, and eschewed evil. (Job 1:1)). Esto muestra claramente que el problema de Job no estaba en sus acciones—él ciertamente no estaba haciendo nada errado que pudiese ser visto en su vida—era su actitud que necesitaba ser ajustada. Él tenía una actitud de autoestima que el Señor removió por medio de las pruebas que él experimentó. El Señor usó las pruebas que le afligieron como una disciplina purgativa. Al final, Job vio lo que el Señor estaba tratando de mostrarle, y él se aborreció a sí mismo y se arrepintió en polvo y ceniza (Job 42:66Wherefore I abhor myself, and repent in dust and ashes. (Job 42:6)). Al juzgarse a sí mismo, él vino a ser una mejor persona. Así, por medio de este tipo de disciplina, ¡Dios hizo de un buen hombre uno mejor! Podemos pensar que las actitudes no son tan importantes, pero Dios lo ve de otra forma, y Él no escatimaría recursos para corregir un espíritu errado en Sus hijos, porque Él es el “Padre de los espíritus” (Hebreos 12:9). Varias figuras son usadas en la Escritura para indicar este proceso de remoción de imperfecciones en nuestro andar y en nuestros caminos. David dijo, “Mi senda y mi acostarme has rodeado [aventado]” (Salmo 139:2-3 – margen, traducción King James). Aventar es el proceso de remover la paja del trigo. Salomón dijo: “Quita las escorias de la plata, y saldrá vaso al fundidor” (Proverbios 25:4). Escorias son las impurezas en los metales preciosos que el artífice elimina por medio de calor intenso. Jeremías dice que el vinicultor remueve el sedimento de su vino vaciando cuidadosamente “de vaso en vaso” (Jeremías 48:11). El Señor dijo que “todo aquel que lleva fruto, le (el Padre) limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:1-2). Esto se refiere al proceso de poda que los labradores hacen para tener un mayor rendimiento de fruto en su viña. El escritor de Hebreos, dijo, “Tuvimos por castigadores á los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, á la verdad, por pocos días nos castigaban como á ellos les parecía, mas Éste para lo que nos es provechoso, para que recibamos Su santificación” (Hebreos 12:9-10). Esto se refiere a la formación y admonición (Efesios 6:4) que un padre terrenal emplea para corregir a sus hijos que tienen un espíritu incorrecto, lo mismo que el Señor hace semejantemente con nosotros.
3) Disciplina Preventiva
Esta clase de disciplina tiene que ver con el beneficio que recibimos con las dificultades y pruebas por las que pasamos en nuestras vidas las cuales resultan en nuestra preservación. La dependencia expresada por la oración y el andar en humildad con el Señor son indispensables para que seamos preservados en el camino de la fe. Cuando comenzamos nuestras vidas cristianas, generalmente no hay bastante de este bien precioso en nuestras vidas, y somos susceptibles a caer bajo algún ataque del enemigo de nuestras almas. Conociendo nuestro estado y nuestras necesidades espirituales mucho mejor que nosotros, Dios en perfecta sabiduría, permite ciertas pruebas y dificultades en nuestras vidas para ejercitarnos y, si son recibidas adecuadamente, nos preservarán en el camino (Salmo 18:30; Romanos 8:28). Estas pruebas y las dificultades tienen un modo de mantenernos en constante ejercicio y ligarnos al Señor en humilde dependencia. El resultado es que somos preservados de andar en descuido e independencia, que es la fórmula para caer de nuestra firmeza (2 Pedro 3:18). Pablo mencionó esta clase de disciplina a los Corintios. Dijo, “Porque la grandeza de las revelaciones no me levante descomedidamente, me es dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. Por lo cual tres veces he rogado al Señor, que se quite de mí. Y me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque Mi potencia en la flaqueza se perfecciona. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis flaquezas, porque habite en mí la potencia de Cristo” (2 Corintios 12:7-9). Esta disciplina fue dada a Pablo para mantenerlo humilde y dependiente, de modo que él no fuese hinchado por el orgullo y fuese enaltecido por la autoestima—lo que ciertamente lo llevaría a su caída (Proverbios 16:18). Así, el Señor usó esta aflicción como una disciplina preventiva para preservar a Pablo como un vaso útil en Su servicio. Si el apóstol Pablo precisó de eso, sin duda nosotros también lo necesitamos.
4) Disciplina Punitiva:
El cuarto tipo de disciplina es la correctiva, que el Señor designa en la vida de un cristiano desobediente por causa de un curso de pecado que él está llevando a cabo. Es enviada por Él como algo punitivo y está diseñada para quebrar la voluntad del cristiano desobediente, y así corregirlo y restaurarlo. Aunque no era cristiano, la experiencia de Jonás con el Señor es un ejemplo. Este tipo de disciplina emana del corazón de Dios en amor (Hebreos 12:6). Su amor es tal que no permitirá que sus hijos desobedientes continúen indefinidamente en un curso intencional de pecado. Cueste lo que cueste, Él hará regresar el cristiano que se desvía—aunque sea en el lecho de muerte. Pablo se refirió a este tipo de disciplina cuando dijo: “Siendo juzgados, somos castigados [disciplinados] por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” (1 Corintios 11:32). El juicio y castigo al que Pablo se refiere aquí es gubernamental. Algunos de los corintios habían sentido la mano de Dios de esta manera punitiva—algunos estaban enfermos y algunos fueron llevados por la muerte (1 Juan 5:16). Eliú también le recordó a Job sobre este aspecto de disciplina de Dios (Job 36:9-129Then he showeth them their work, and their transgressions that they have exceeded. 10He openeth also their ear to discipline, and commandeth that they return from iniquity. 11If they obey and serve him, they shall spend their days in prosperity, and their years in pleasures. 12But if they obey not, they shall perish by the sword, and they shall die without knowledge. (Job 36:9‑12)). Esto podría venir sobre nosotros por la mano de nuestros hermanos en un acto administrativo en nombre del Señor. Pablo expulsó a un par de blasfemos fuera de la asamblea, para que “aprendan á no blasfemar” (1 Timoteo 1:20). Cuando somos castigados de esta manera, existe el peligro de “subestimar” la disciplina y considerarla como siendo algún otro tipo de disciplina, y entonces perdemos lo que el Señor nos está diciendo. J. N. Darby dijo: “No dudo de que una gran parte de las enfermedades y pruebas de los cristianos sean castigos enviados por Dios a causa de las cosas que son malas a Su vista, que la conciencia debería estar prestando atención, pero de las que se ha descuidado. Dios ha tenido que producir en nosotros el efecto que el juicio propio debería haber producido ante Él. Sin embargo, no es verdad suponer que todas las aflicciones son el resultado de este tipo de disciplina. Aunque sean así a veces, no son siempre enviadas por causa del pecado” (Collected Writings, vol. 16, p. 175).