Dispensaciones y pactos

From: Número 37
D.E. Rule
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15, Reina-Valera 1909).
Algo sumamente importante para cada creyente es entender nuestra posición en Cristo en la dispensación de la gracia. Hoy en día hay mucha confusión y mezclan el cristianismo con el judaísmo. Hay muchos que enseñan que en la actualidad estamos bajo pactos. Permíteme compartir una ilustración que escuché hace muchos años, la cual me ha ayudado mucho para entender esa diferencia:
Vamos a imaginar que hay un hombre que se quedó viudo debido a la muerte de su esposa: él está con su corazón destrozado y además tiene hijos pequeños. Tiene que trabajar para cubrir las necesidades del hogar; así que contrata una empleada para que durante la semana vaya cada día y realice los quehaceres domésticos. Entonces, ella durante el día cuida a los hijos, prepara la comida y mantiene limpia la casa. Ciertamente, él tiene todo el derecho para establecer cuáles son los menús y señalar otras directrices en base al contrato (o pacto) que ha establecido con ella.
Los judíos en el Antiguo Testamento quedaron bajo la ley dada por medio de Moisés. Para nuestra ilustración vamos a imaginar que luego de un tiempo prudente el hombre se recupera emocionalmente lo suficiente como para abrir su corazón y poder casarse de nuevo. Él realmente admira a la empleada, pero sus pensamientos le han conducido a un amor sano hacia ella; así que le propone matrimonio y ella acepta. Finalmente se casan y van a su luna de miel.
Cuando regresen de la luna de miel: ¿Piensas que él debe seguir indicándole los menús de cada día? ¿Estaría bien que él establezca su horario para la limpieza de la casa? ¡Realmente no! La relación ha cambiado. Ella ya sabe lo que a él le gusta comer y lo preparará porque quiere agradarle, no porque tenga un contrato o pacto. Algo similar debería suceder con nosotros, pues somos la novia del Señor Jesucristo. Y vamos a estar unidos con Él cuando tenga lugar las bodas del Cordero en el cielo. Con esa expectativa, ahora debemos obrar en nuestras vidas conforme a Sus deseos, pero no como una imposición legal, sino más bien en respuesta a Su amor.
Cuando veamos este bosquejo de las dispensaciones y los pactos correspondientes en estas diferentes etapas, notaremos que no hay un pacto vigente para la dispensación de la gracia. Y aunque somos beneficiarios de ciertos aspectos del nuevo pacto, en verdad no estamos bajo ese pacto.
Otro asunto clave a entender es que hay pactos condicionales e incondicionales. El resultado de aquellos pactos condicionales ha dependido de las acciones de quienes estuvieron bajo tales pactos. Pero en el caso de los pactos incondicionales los va a cumplir Dios a pesar de la infidelidad de quienes estén sujetos a tales pactos.
Los siguientes versículos nos dan la clave para entender el Antiguo Testamento, el cual en gran parte tiene que ver con los hijos de Israel: Y aunque ellos tuvieron todas las ventajas exteriores e incluso templos magníficos, lastimosamente no hubo un cambio en su interior. Pues cuando se les confió algo sujeto a un pacto condicional tan solo fracasaron: “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?” (Isaías 5:1-4). Este es un pasaje clave del Antiguo Testamento.
En Efesios hallamos unos versículos que algunos han considerado que son la clave para entender toda la Escritura. El propósito de Dios al fin es reunir todo bajo su Hijo unigénito, el Señor Jesucristo, lo cual se va a cumplir a cabalidad a pesar de nuestras infidelidades: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo ... dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:3,9-10). Pasaje clave para toda la Biblia. Su Hijo Amado, que fue rechazado y crucificado, aquí por fin va a tener el lugar que Él merece sobre todo.
Examinamos con más detalle estos puntos.
Principios básicos: Nota la diferencia entre estar bajo la ley y bajo la gracia
Bajo la ley: “Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo 21:23-25).
Bajo la Gracia: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos” (Mateo 5:38-41).
Consideremos el contraste entre estos dos pasajes. Es total respecto a cómo uno se tiene que comportar ante circunstancias similares. Quienes no reconocen que se está aplicando a diferentes dispensaciones, no pueden justificar tales diferencias; es más, hay personas que yerran y utilizan eso para criticar y decir que la Biblia contiene errores.
Tres grupos: Los judíos, los gentiles, y la iglesia de Dios: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” (1 Corintios 10:32). Es fundamental aceptar que la Biblia reconoce estos tres grupos. Pues cuando un judío o un gentil se convierte al Señor Jesucristo, ya no se lo identifica como judío o gentil sino como parte de la iglesia: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Corintios 12:27); es una relación mucho más íntima: “porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (Efesios 5:30), y entonces tiene lugar una vida transformada por el Espíritu Santo y la nueva naturaleza y no por el esfuerzo propio de la carne: “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (Colosenses 3:11). Por eso es útil meditar en pasajes como Hechos 15 que advierten respecto al peligro de querer mezclar las ordenanzas del Antiguo Testamento con la forma en cómo ahora se hacen las cosas por la gracia, cual lo tenemos en el Nuevo Testamento.
Los principios morales no cambian: No estamos bajo los diez mandamientos, pero sus principios no han cambiado: Los notamos de nuevo en el período de la iglesia, en la dispensación de la gracia; pero como respuesta del corazón de un creyente para agradar a su Señor y Salvador, mas no como ley. Lo que no observamos es que la iglesia guarde el sábado porque nuestro descanso es futuro. Además el día de reposo o sábado es una señal entre Dios y el pueblo de Israel: “Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros ... ” (Éxodo 31:12-14).
¿Qué son las dispensaciones y los pactos?
Dispensación: El término griego οἰκονομία (oikonomia) significa administración, mayordomía o gobierno de una casa o asuntos. Es la manera en cómo Dios trata con la humanidad durante un período determinado de la historia. Este es un pasaje clave para comprender toda la Biblia: “dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:9-10).
Pacto: Una promesa, un acuerdo, como un contrato que Dios anuncia a su pueblo. Puede ser condicional o incondicional. Pero es muy importante ver a quién está dirigido: “Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas” (Romanos 9:3-4). Aquí notamos que los pactos básicamente han sido dirigidos a los hijos de Israel que incluye a los judíos; pero no a la iglesia ni a los gentiles.
Las dispensaciones
Primera dispensación: Inocencia
Desde la creación de Adán y Eva hasta su caída en pecado. “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28).
En mi juventud le dije a un hermano sabio en las Escrituras que era una lástima que Adán y Eva hayan comido del fruto prohibido. Su respuesta sabia fue que ante las mismas circunstancias hubiera hecho lo mismo. Y me compartió una historia: Hace años, un joven hizo el mismo comentario a una pareja. Él se encontraba en la casa de ellos e iba a cuidarla mientras ellos iban a estar de viaje. El hermano no respondió directamente la inquietud del joven. Solo le dijo que tenía completa libertad para estar donde quiera en la casa y comer cualquier cosa que encontrase en la cocina. La única restricción era que en la mesa que se hallaba en medio del comedor había un tazón boca abajo que no debía levantarlo.
Adán y Eva no carecieron de frutas en el jardín de Edén, es más eran frutas perfectas. Pero la tentación para ellos era comer el fruto prohibido, así como la tentación para este joven era hacer lo único que se le había prohibido que haga en la casa. El muchacho pensó y consideró que podía levantar el tazón por un instante y bajarlo en seguida y que los dueños no lo iban a saber. Agobiado por la tentación lo hizo, pero para su sorpresa bajo el tazón estaba un ratón que salió corriendo. Por supuesto no logró capturarlo y así obtuvo la respuesta a su inquietud: Seguramente Adán y Eva no duraron mucho en el jardín sin caer en la tentación y fueron expulsados al obtener una conciencia.
Pacto Edénico: Empezó cuando a la humanidad en su inocencia Dios le dio la responsabilidad para que se multipliquen, pueblen y sojuzguen la tierra: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así” (Génesis 1:28-30).
Y terminó cuando desobedecieron al comer del fruto del árbol del conocimiento de bien y del mal: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).
Segunda dispensación: Conciencia (responsabilidad moral)
Desde la caída en pecado hasta el diluvió. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3:7). Ya hay algo dentro de nosotros que puede señalarnos tanto el bien como el mal: se llama consciencia. Es como un policía, pero no es confiable como un guía, pues la guía debe ser la Palabra de Dios. Nuestras conciencias pueden llegar a ser cauterizadas cuando de forma deliberada y repetida se ignora sus señales de advertencia.
Pacto Adámico: Pacto que asegura que habrá enemistad, dolor, autoridad en el hogar y una maldición sobre la tierra: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:14-19).
Es el pacto del sudor y las malas hierbas. Un agricultor o una madre que da a luz pueden sentir los efectos de este pacto hasta el día de hoy. Los dolores de parto y los desafíos con las siembras son resultado de la caída en el jardín del Edén.
Tercera dispensación: Gobierno humano
Dios le dio permiso al hombre para gobernar. Dios es quien da autoridad. No somos una colección de moléculas al azar. Aquí se incluyó la pena de muerte: “Sal del arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo. Todos los animales que están contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, sacarás contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra” (Génesis 8:16-17). “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Génesis 9:6). Los que enseñan que somos resultado de un “big bang” y la teoría de la evolución no tienen la base para explicar cómo una persona o un gobierno pueden tener autoridad sobre otra persona. Dios es quien da la autoridad para gobernar.
Desde el fin del diluvio hasta el llamado a Abraham.
Pacto con Noe: Cuatro cosas:
1.  No maldecirá la tierra de nuevo;
2.  No destruirá la tierra de nuevo con un diluvio (el arco iris por señal);
3.  El tiempo y las estaciones serán la norma;
4.  Se podrá comer carne pero no sangre.
Promesas incondicionales: “Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche. Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra. Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra. Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda” (Génesis 8:20-9:21). Cuando vemos un arco iris, debemos ser conscientes de aquellas promesas que no dependen de los seres humanos, pero que fueron dadas a Noé.
Cuarta dispensación: La promesa
Bendición a Abraham y sus descendientes como padre de la fe. Desde el llamado a Abraham hasta antes que fuese dada la ley a Moisés. “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3). Es fundamental entender que Dios dio la promesa antes que fuese establecida la ley, tan solo por la fe: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). Desde Adán y Eva hasta el día de hoy, no hay nadie de los seres humanos que haya sido justificado ante Dios por sus hechos. El único perfecto ha sido y es el Señor Jesucristo. La base de la bendición siempre ha sido y es por medio de la fe.
Pacto Abrahámico: Un pacto incondicional de hacerle padre de naciones y en el futuro extender Israel hasta el río Éufrates: “Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Génesis 17:3-7).
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).
“Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera. Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada” (Génesis 13:13-16)
“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? ... En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates” (Génesis 15:1-8,18).
“Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y éste se dio prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron” (Génesis 18:1-8). Es en este sentido que somos descendientes de Abraham, al considerarlo como padre de la fe.
Quinta dispensación: La Ley
Desde que la ley fue dada hasta el día de Pentecostés.
Los hijos de Israel pidieron la ley y prometieron cumplirla, pero fracasaron totalmente. La ley es como un espejo: Nos muestra lo que somos, pero no nos limpia. Trata temas como el sacerdocio, la música, el sábado, etc. La ley y la gracia no se mezclan, cual el agua y el aceite. “Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: ... Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo” (Éxodo 19:3,7-8). Además, hay ciertos detalles específicos para lo cual sería conveniente leer Éxodo capítulos 20 al 31.
Pactos durante la quinta dispensación
Pacto Mosaico: Un pacto condicional que incluye los diez mandamientos y otras leyes. Puede producir convicción de pecado y fracaso, pero no salvación: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra” (Éxodo 19:5).
“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:1-17)
Pacto Palestino: Promesas futuras para Israel: “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago” (Deuteronomio 7:9-10). “Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deuteronomio 30:9-10).
Sin embargo, antes están las advertencias sobre la situación que iba a acontecer primero: “Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron. Y tú volverás, y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy” (Deuteronomio 30:1-8).
Israel en el futuro va a ocupar toda la tierra prometida a Abraham: “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos” (Génesis 15:18-21). Se va a extender hasta el río Éufrates.
Pacto Davídico: Es un Pacto incondicional porque no depende de la obediencia o virtudes de David. Cristo es el heredero legal del trono de David. Pero pasa mediante su hijo Natán, no Salomón. Cristo va a reinar por 1000 años en su reino y después por toda la eternidad: “Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo. Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, ¿he hablado yo palabra a alguna de las tribus de Israel, a quien haya mandado apacentar a mi pueblo de Israel, diciendo: Por qué no me habéis edificado casa de cedro? Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David. Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Jehová?” (2 Samuel 7:5-19).
El linaje de José: “Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías ... y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo” (Mateo 1:6,16). El linaje de María: “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí ... hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán, hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón” (Lucas 3:23,31-32).
Pacto Salomónico: Incluyó la promesa de la construcción del primer templo. Es un pacto incondicional en su cumplimiento eterno pero condicional en relación a los descendientes de Salomón. Dios va a cumplir su promesa, pero sus descendientes no cumplieron. Nota lo que se le dijo a David: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David” (2 Samuel 2:12-17).
“Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca. Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los cuales llevaban los sacerdotes y levitas. Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar” (1 Reyes 8:3-5)
“Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y todo lo que Salomón se propuso hacer en la casa de Jehová, y en su propia casa, fue prosperado. Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre. Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos, yo confirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel. Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este mal sobre ellos” (2 Crónicas 7:11-22)
“¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido? ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá” (Jeremías 22:28-30).
Sexta dispensación: La gracia (el misterio)
Es la etapa cuando la novia de Cristo está en formación. Esto fue un misterio en el Antiguo Testamento, donde se habla acerca del Mesías (Cristo) y su relación con Israel; pero no sobre la iglesia, la esperanza celestial y otras verdades que apenas han sido reveladas en esta dispensación. Abarca desde el día de Pentecostés hasta el arrebatamiento; y vale señalar que no hay pactos condicionales o forzados para esta dispensación: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos” (Hechos 2:1).
Considera lo que escribió el apóstol Pablo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él; por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria” (Efesios 3:8-13).
La Iglesia: Somos un pueblo celestial: nuestra relación con Cristo es como su esposa futura y parte de su cuerpo. No se trata de una relación por un pacto; aunque sí compartimos algunas de las bendiciones del nuevo pacto: “De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20). “Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:25); pero “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:5-6).
Ahora estamos cual misterio del reino del cielo, porque el Rey legitimo fue rechazado y está reinando desde el cielo sobre quienes reconocemos su autoridad.
Séptima dispensación: El Reino (el Milenio)
Es el reino de mil años de Cristo (Efesios 1:9-10; Apocalipsis 20:4).
El Nuevo Pacto: Es un pacto incondicional y futuro con la casa de Israel y la casa de Judá e implica que retornarán a la tierra prometida. Aunque la iglesia disfruta algunas de esas bendiciones el pacto no es con ella: “Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:22-27).
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente. Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová” (Jeremías 31:31-37).
Ahora consideremos este pasaje del Nuevo Testamento que ratifica lo mismo: “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:6-12).
Cuán importante es entender dónde nos encontramos en las dispensaciones y no ponernos bajo pactos que fueron o que serán para Israel. La relación entre nosotros y el Señor Jesucristo es distinta en esta dispensación, la de la gracia, pues nuestra posición es como la novia y futura esposa del Señor Jesucristo.