Don

 •  10 min. read  •  grade level: 16
Listen from:
En el nuevo testamento, “don” es un asunto que es tratado en diferentes aspectos. En primer lugar, hay “el don del Espíritu Santo,” que es dado a toda persona que cree en el Señor Jesucristo (Juan 4:10; Hechos 2:38, 10:45; 1 Tesalonicenses 4:8; 1 Juan 3:24). Al recibir el Espíritu Santo la persona viene a ser parte de la Iglesia de Dios, que es el cuerpo de Cristo.
Hay el don de la “gracia” que es dado a cada miembro del cuerpo de Cristo, por el cual cada uno es capaz de ocupar el lugar en el cuerpo que le fue atribuido (Efesios 4:7).
Hay también dádivas espirituales que son dadas a los creyentes, llamadas “dones espirituales,” o “manifestaciones espirituales” en la traducción J. N. Darby (1 Corintios 12:1, 14:1, 14:12). Esta dádiva espiritual (don) es dada a una persona en el momento en que cree en el Señor Jesús y recibe el Espíritu Santo. Cuando ella es conducida por el Espíritu para ejercer su don, contribuirá de alguna manera para la edificación del cuerpo (1 Corintios 12:7; Efesios 4:15). La Biblia enseña que todos los creyentes han recibido por lo menos un don (1 Corintios 12:7; 1 Pedro 4:10). El ministerio es simplemente el ejercicio del don de alguien. Como todos los cristianos tienen algún don, todos los cristianos están en “el ministerio.” La extensión completa de estos dones es mucho más amplia que enseñar, exhortar, profetizar, predicar, etc. Incluye los dones de señales tales como: sanidades, lenguas y dones de milagros, etcétera (1 Corintios 12:9-10) y los dones de carácter más privado, como ayudar a las personas a nivel individual, tales como: pastoreo, ayuda, dar, mostrar misericordia, etcétera (Romanos 12:8; 1 Corintios 12:28).
Hay también “dones” especiales que son dados a la Iglesia por Cristo, la Cabeza del cuerpo (Efesios 4:10-11). Estos son los hombres que en sí mismos poseen ciertos dones espirituales para ministrar la Palabra. Son: “apóstoles ... profetas ... evangelistas ... pastores y doctores.” El Señor da estos hombres con el propósito de preparar a los santos y, así, hacerlos capaces de contribuir en la obra del ministerio (Efesios 4:12). Los apóstoles ya no están con nosotros en la tierra (Efesios 2:20), pero los otros dones ciertamente lo están. Los profetas que están con nosotros hoy en día no son aquellos que reciben revelaciones y predicen eventos futuros (Hechos 11:28, 21:10-11), sino son aquellos que ministran la Palabra para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3).
Los dones de señales y de testimonio arriba mencionados cesaron porque el propósito para el cual fueron dados ya fue cumplido. Esto aconteció de dos maneras:
En primer lugar, esos dones fueron utilizados para dar “testimonio” a la nación judía de que Dios era capaz y estaba dispuesto a traer el reino en todo su poder y gloria (como fue presentado en los profetas del Antiguo Testamento) si ellos recibían al Señor Jesús como su legítimo Mesías. Dios confirmó esta gracia para con ellos en el ministerio de los apóstoles (Hechos 2:43). A través de ellos la nación probó “las virtudes del siglo venidero” (Hebreos 6:4-5) y vio “señales y milagros” y “diversas maravillas” con “repartimientos del Espíritu Santo según Su voluntad” (Hebreos 2:3-4), y también tuvieron a hombres hablándoles en “lenguas” (Hechos 2:1-13; 1 Corintios 14:21-22). Pero cuando los judíos rechazaron formalmente este testimonio (Hechos 7:54-60), a no ser por el remanente que creyó (Romanos 11:5), Dios puso de lado a la nación en el año 70 d.C. con la destrucción de Jerusalén y el templo, y la muerte de una grande parte del pueblo (Mateo 21:33-44, 22:7, 24:2). Entonces, el uso de estos dones milagrosos ya no era necesario (1 Corintios 13:8). La historia testimonia el hecho de que después del primer siglo, estos dones milagrosos ya no eran más usados.
En segundo lugar, Dios utilizó los dones de señales para dar testimonio a los gentiles de que Él había efectuado un nuevo inicio en Sus caminos dispensacionales al enviar al Espíritu Santo en Pentecostés para formar la Iglesia (Marcos 16:15-20; Romanos 15:18-19). Los Gentiles tuvieron la oportunidad de ser parte de ella, si recibían al Señor Jesús. Después que la Iglesia fue establecida en aquellos primeros tiempos, los dones de señales que fueron manifestados en asociación con la predicación del evangelio no tuvieron continuidad. Nuevamente, la historia de la Iglesia da testimonio de este hecho.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
La esfera en la cual los dones operan en la casa de Dios es una de las tres esferas distintas de privilegio y responsabilidad—sacerdocio, don y oficio. La cristiandad ha malentendido las distinciones que marcan estas tres esferas de actividad espiritual y las ha fusionado en una sola, y de eso ha venido la invención de un clérigo (uno así llamado ministro o pastor), lo cual no tiene el apoyo de la Escritura. Es, por lo tanto, importante notar la diferencia entre ellos. Una diferencia es que el sacerdocio tiene que ver con lo que va del hombre para Dios, pues está relacionado con la alabanza y la oración; mientras que el don tiene que ver con cosas espirituales siendo ministradas de Dios para el hombre. (Ver El Sacerdocio de los Creyentes, y Oficio).
Cuando la esfera del don en la casa de Dios está siendo considerada, generalmente se refiere a los dones que pertenecen al ministerio público de la Palabra: predicación, enseñanza, exhortación, etcétera. Sin embargo, el ejercicio del don espiritual de alguien es algo que no se limita a reuniones de asamblea; los dones deben ser ejercitados cuandoquiera y dondequiera que una persona sea conducida por el Espíritu para hacerlo.
Una cosa importante de notar en relación con el tema del don es que la Escritura no enseña que una persona necesita ser entrenada en un seminario y ordenada antes de que puede usar su don espiritual. La Escritura tampoco enseña que estos dones deban ser ejercitados bajo el patrocinio de la asamblea, o bajo la dirección de una organización para-eclesiástica o una junta misionera. Cada don es dado por el Señor y debe ser usado bajo Su dirección. La posesión de un don espiritual es la autorización de Dios para usarlo. El apóstol Pedro indica esto, diciendo: “Cada uno según el don que ha recibido, adminístrelo á los otros” (1 Pedro 4:10). También dijo, “si alguno habla, hable conforme á las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme á la virtud que Dios suministra.” Nota: Pedro no dice que después de recibir un don para ministrar la Palabra que uno tiene que ir a la escuela antes de que pueda usarlo. El simple orden en la Escritura es: “Cuando os juntáis, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación” (1 Corintios 14:26). Es así como la Iglesia fue enseñada y edificada en sus inicios y es el modelo para el ministerio cristiano hoy en día.
J. N. Darby dijo, “Si Cristo pensó en darme un don, yo debo negociar con mi talento como Su siervo, y la asamblea nada tiene que ver con eso: Definitivamente no soy siervo de ella... Reúso terminantemente ser su siervo. Si hago o digo algo como individuo, que requiere disciplina, eso es otro asunto; pero al negociar con mi talento, no actúo ni por ni para una asamblea. Cuando voy a enseñar, ejercito individualmente mi don... El señorío de Cristo es negado por aquellos que sustentan estas ideas; ellos quieren hacer de la asamblea, o de ellos mismos, señores. Si soy siervo de Cristo, debo servirle en la libertad del Espíritu. Ellos quieren hacer de los siervos de Cristo siervos de la asamblea, y denegar el servicio individual como siendo responsables a Cristo... Soy libre de actuar sin consultarles en mi servicio a Cristo: Ellos no son los amos de los siervos del Señor” (Letters, vol. 2, p. 92).
El don de una persona necesita desarrollarse, y esto lleva tiempo y uso. Mientras más una persona madura en las cosas divinas, más eficiente ella vendrá a ser en el ministerio (Hechos 18:24-28; Marcos 4:20). La manera bíblica para que una persona sea enseñada en las cosas divinas, es asistiendo a las reuniones de lectura de la Biblia (1 Timoteo 4:13) y otras reuniones donde la Palabra de Dios es enseñada bajo la dirección del Espíritu Santo (Hechos 20:7; 1 Corintios 14:29-31). Hay también ministerio escrito (2 Timoteo 4:13), o ministerio grabado, dado por personas bien enseñadas y dotadas.
También es importante entender que estos dones “espirituales” no son dones naturales (1 Corintios 12:1, 14:1, 14:12). Los dones naturales fueron dados a los hombres por Dios desde el nacimiento, y los hombres los desarrollan a través de la práctica. Estos pueden ser cosas tales como habilidades musicales, habilidades artísticas, habilidades atléticas, capacidad intelectual, etcétera. En Mateo 25:14-30, el Señor hizo una distinción entre los dones espirituales (con la figura de los “talentos” – una unidad monetaria) y las habilidades y destrezas naturales (que Él llamó “capacidad”), mostrando que éstas son dos cosas diferentes. La sabiduría de Dios es vista en la parábola pues el hombre dio talentos a sus siervos “conforme” a sus diferentes habilidades. Esto nos enseña que el Señor da dones espirituales a los miembros de su cuerpo que corresponden a lo que fue formado naturalmente en sus personalidades. Por ejemplo, un evangelista probablemente debería tener una capacidad natural de hablar con la gente, ya que es esencial para este tipo de servicio alcanzar a las personas con el evangelio. No es probable que el Señor le de ese don a una persona que sea tímida y no posea habilidades comunicativas. Del mismo modo, el don de enseñar requiere un cierto grado de habilidad natural en cuanto a la capacidad intelectual. El don de enseñar, por lo tanto, probablemente sería dado a alguien que tiene una mente organizada.
Los cristianos, por lo general, están confundidos con relación a esto. Piensan que la capacidad natural de una persona es su don en el cuerpo de Cristo. De ahí viene la creencia de que los cristianos deben buscar carreras mundanas en la vida, tales como: deportes profesionales, música profesional y otros tipos de entretenimiento mundano, porque tienen una habilidad natural en esa dirección. J. N. Darby dijo: “Es un principio enteramente falso que tener dones naturales sea una razón para usarlos. Puedo tener una gran fuerza o velocidad increíble para correr; derribo a un hombre con la una y gano un trofeo con la otra. La música puede ser algo más refinado, pero el principio es el mismo. Creo que este punto es de suma importancia. Los cristianos han perdido su influencia moral al considerar la naturaleza y al mundo como inofensivos. Todas las cosas me son lícitas, pero como he dicho, no se pueden mezclar carne y espíritu” (Letters, vol. 3, p. 476). Tampoco vemos la Iglesia en las Escrituras teniendo reuniones para que estas personas talentosas muestren sus habilidades naturales. Los dones espirituales no son para el entretenimiento cristiano, sino para la edificación de los santos en las cosas espirituales.
También es importante ver que todos esos dones no residen en una sola persona. La Escritura dice, “Porque á la verdad, á éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; á otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; á otro, fe por el mismo Espíritu...” (1 Corintios 12:8-10). Un hombre puede tener más de un don, pero está claro por este pasaje que él no va a poseer todos los dones. Por lo tanto, la asamblea precisará de la participación de todos los que tienen un don para ministrar la Palabra, si va a recibir el beneficio de los dones en su medio. Por desgracia, el sistema de clero-laico existente en casi toda la cristiandad toma el lugar del libre ejercicio de los dones en esas asambleas.