En Mateo 28:10,16-18, tenemos principios para guiamos hoy en día. “Entonces Jesús les dice: no temáis: id, dad las nuevas a Mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí Me verán ... Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte DONDE JESÚS LES HABÍA ORDENADO, y como le vieron, le adoraron: mas algunos dudaban”. Si queremos reunirnos de acuerdo con la voluntad de Dios, tenemos que sujetarnos a Sus ordenanzas, y no a nuestros deseos. Jesús les dijo: “allí Me viereis”. Ellos obedecieron a Sus instrucciones y probaron la verdad de Sus palabras; al reunirse allí, Jesús estaba en medio de ellos. Este en verdad es un principio muy importante. A veces se dice a los recién convertidos, “Vayan a la iglesia que les parezca la mejor”. Pero el Señor Jesús ha elegido e indicado un lugar, y si queremos gozar Su presencia, tenemos que obedecer Sus deseos, Su voluntad y Sus mandatos.
Salgamos FUERA a Él: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por Su propria sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos pues A ÉL fuera del real, llevando Su vituperio. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, mas buscamos la por venir” (Hebreos 13:12-14).
Al considerar la cuestión de “¿DÓNDE?”, estos versículos son muy importantes. Debemos encontrarnos con Él fuera de lo que se llama “el real” (quiere decir campamento o campo). Las Escrituras nos definen el real de aquellos días. (Véase Éxodo 32:19-26). Hoy en día, tal campamento es un gran sistema religioso que pone al hombre inconverso en una relación exterior con Dios. Allí practican las costumbres del Antiguo Testamento, (sacerdotes, música, diezmos, etc.). Allí la gente (sean salvos o no), profesan reunirse al Nombre de Cristo, pero ignorando los principios divinos. Esto es lo que representa “el real” o “campamento”. En todo esto, ¿dónde está Jesús? Él queda fuera del “campamento”, y como creyentes, somos llamados a “salir a Él, llevando Su vituperio”. Generalmente cuando hallamos difícil entender una Escritura tan clara como esta es que no queremos. Nuestra voluntad no está sujeta.
Vayamos ADENTRO a Él: “Y ellos Le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos? Y Él les dijo: He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa dónde entrare, y decid al Padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde tengo de comer la pascua con MIS discípulos? Entonces él os mostrará un gran cenáculo aderezado: aparejad ALLÍ” (Lucas 22:9-12).
Aquí de nuevo vemos que los discípulos, obedeciendo sencillamente el mandato del Señor, llegaron al lugar adonde Él se presentó en medio de ellos. Era en un “cenáculo”, (quiere decir una sala grande) y no un templo. Un cenáculo es un lugar en el cual uno podría pasar tal vez una noche. No era un lugar fijo. (Véase también Hebreos 10:19-22).