El Hijo de Dios como se presenta en la primera epístola de Juan

J.H. Smith
Juntamente con el Padre, el Hijo de Dios es la fuente de nuestra comunión cristiana (1 Juan 1:3).
La sangre del Hijo de Dios es la que nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).
El Hijo de Dios es nuestro Abogado con el Padre cuando hemos pecado (1 Juan 2:1).
Cualquiera que niega al Hijo y al Padre es el Anticristo (1 Juan 2:22).
El que niega al Hijo no tiene al Padre, no es hijo de Dios (1 Juan 2:23).
Todo aquel que confiesa al Hijo tiene al Padre, es hijo de Dios (1 Juan 2:23).
Es en el Hijo de Dios, tanto como en el Padre, que los creyentes moran (1 Juan 2:24).
El Hijo de Dios es El que deshace las obras del diablo (1 Juan 3:8).
El Hijo de Dios es El que en cuyo Nombre hemos de creer (1 Juan 3:23).
El Hijo de Dios es el Hijo unigénito de Dios, enviado en prueba de Su amor, para que vivamos por Él (1 Juan 4:9).
El Hijo de Dios fue enviado en propiciación por nuestros pecados, para mostrarnos lo que es el amor (1 Juan 4:10).
El Hijo de Dios fue enviado por el Padre como el Salvador del mundo (1 Juan 4:14).
Cualquiera que confiesa al Hijo de Dios, Dios mora en él y él en Dios (1 Juan 4:15).
Cualquiera que cree en el Hijo de Dios vence al mundo (1 Juan 5:5).
Para el Hijo de Dios, Dios tiene un testimonio supremo (1 Juan 5:9).
Cualquiera que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio dentro de sí mismo, por el poder del Espíritu (1 Juan 5:10).
Cualquiera que no cree en el Hijo de Dios ha hecho a Dios mentiroso (1 Juan 5:10).
En el Hijo de Dios está la vida eterna que Dios ha dado a los creyentes; este es el testimonio (1 Juan 5:11).
Todo aquel que tiene al Hijo de Dios tiene vida eterna (1 Juan 5:12).
Cualquiera que no tiene al Hijo de Dios no tiene vida eterna (1 Juan 5:12).
Creyendo en el nombre del Hijo de Dios, estamos asegurados de que tenemos vida eterna (la última cláusula del versículo está traducida de una manera más exacta: “Vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios”) (1 Juan 5:13, traducción J.N. Darby).
Sabemos que el Hijo de Dios que es el Revelador de Aquel que es verdadero, ha venido (1 Juan 5:20).
Estamos en Su Hijo Jesucristo, en Aquel que es el verdadero Dios y la vida eterna (1 Juan 5:20).