Hebreos 6:4-6. Después de haber tratado de enfrentar las dificultades ocasionadas por su aburrida condición espiritual, el apóstol pasa a advertir a estos creyentes del grave peligro al que estaban expuestos. El hecho de que se aferraran a las formas y ceremonias del judaísmo podría indicar que algunos que estaban iluminados por las verdades del cristianismo y habían probado sus privilegios, habían renunciado a su profesión y habían regresado al judaísmo. Para tal no habría recuperación. Este “alejamiento”, del que habla el apóstol, no es el retroceso de un verdadero creyente, sino la apostasía de un simple profesor.
El pasaje habla de iluminación, no de nuevo nacimiento, ni de vida eterna. Habla de los privilegios externos del cristianismo, la presencia del Espíritu, la preciosidad de la Palabra de Dios y la exhibición externa de poder en el círculo cristiano. Todo esto podía ser sentido y conocido por aquellos traídos entre los cristianos, incluso donde no había vida espiritual. Tales participaron de manera externa de los privilegios del círculo cristiano y, sin embargo, pudieron renunciar a su profesión y regresar al judaísmo. Al hacerlo, regresaron a un sistema que había terminado en la crucifixión del Mesías. Virtualmente, por sí mismos, crucificaron al Hijo de Dios y lo avergonzaron abiertamente porque, con su acción, prácticamente confesaron que, habiendo probado a Cristo y al cristianismo, encontraron mejor el judaísmo.
Elimina toda dificultad del pasaje cuando vemos claramente que el apóstol no está suponiendo la posesión de la vida divina o una obra divina en el alma, sino simplemente saboreando los privilegios externos del círculo cristiano.
Hebreos 6:7-8. La ilustración utilizada por el apóstol deja claro su significado. Las hierbas y los brezos participan igualmente de la bendición de la lluvia que viene del cielo, pero las hierbas dan fruto, mientras que los brezos terminan siendo quemados.