El sahumerio

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Éxodo 30:34-38
Era de un perfume santo, compuesto de cuatro especias, preparadas según el mandato de Jehová. La persona que hiciera perfume semejante sería cortada de su pueblo. La razón de esto era porque el sahumerio es figura de aquella santa fragancia del carácter y de los caminos del Señor Jesús que siempre ascendía a Dios. Nuestras alabanzas a Dios son las especias de las cuales no debe hacerse imitación alguna. ¡Qué farsa es la adoración fingida compuesta por los inconversos, con sus canciones religiosas ostentando un culto a Dios cuando no le conocen! Tal cosa no trae ningún perfume a Dios, más bien es abominable delante de Él.
Pero, ¡cuán precioso debe ser el culto rendido a Dios por un puñado de sus santos comprados con sangre, congregados quizás en algún rinconcito, pero hablando de la dignidad de Jesús al oído abierto del Padre, sus corazones ardientes de amor sincero! Tal es, de veras, un perfume de olor de suavidad a Él.
Hay que notar, que el fuego fue sacado del altar de sacrificio; quiere decir que ningún fuego, tanto como ningún perfume extraño, era aceptable. El mismo fuego que había consumido la víctima tenía que arder en el altar de perfume, y la sangre del sacrificio debía santificar sus cuernos. Así en la adoración debemos tener siempre el Calvario delante del alma, para que rindamos culto verdadero y agradable delante de Dios. Y en gloria el cántico nuevo será: "Digno eres, ...porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre," diciendo los ángeles también: "El Cordero que fue inmolado es digno" (Apocalipsis 5:9, 12).
Nadab y Abiú, hijos de Aarón, ofrecieron fuego extraño y murieron delante de Jehová (Levítico 10:1-2). El único poder para la adoración verdadera es por el Espíritu de Dios (Juan 4:23-24); todo lo demás es "fuego extraño." Si nuestro culto no es el fruto de la operación del Espíritu en el alma, no es más que "arrogantes palabras de vanidad" (2ª Pedro 2:18).
¡Que sean nuestras almas guardadas en el temor de Dios, adorándole sinceramente, y en su presencia, hasta que le veamos cara a cara!