Lo muy poco escrito en el Nuevo Testamento no da base alguna para una clase de vestido para “el clero” y otra para “los laicos”, ni hay instrucción alguna que dé lugar al reconocimiento de tales distinciones entre cristianos. El conjunto de todos los creyentes constituye “una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo ... y ... linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido” (1 Pedro 2:5,9).
En los cuatro Evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, la única instrucción acerca del vestido dada a sus apóstoles fue ésta: “ ... ni dos ropas de vestir” (Mateo 10:10), sin especificar de qué clase, dando a entender que era la ropa ordinaria de cualquier varón. El único comentario sobre el vestido de Jesús mismo es que Su “túnica era sin costura, toda tejida desde arriba”. Fue mencionado, porque los soldados romanos dijeron entre ellos: “No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, de quién será; para que se cumpliese la Escritura, que dice: ... sobre Mi vestidura echaron suertes” (Juan 19:23-24).
En cuanto a la modestia, sí, la Escritura habla enfáticamente “ ... las mujeres, ataviándose en hábito honesto, con vergüenza y modestia; no con cabellos encrespados, u oro, o perlas, o vestidos costosos, sino de buenas obras, como conviene a mujeres que profesan piedad” (1 Timoteo 2:9-10). “El adorno de las cuales no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni en compostura de ropas, sino el hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios” (1 Pedro 3:3-5).
Del vestido del hombre no se dice nada en el Nuevo Testamento, mucho menos se hace una distinción entre el vestido del así llamado “clero” y el así llamado “laico”.
Pero la palabra “vestido”, o su equivalente, se usa simbólicamente en el Nuevo Testamento. “Vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne en sus deseos” (Romanos 13:14). Véase Efesios 6:14-15 y Colosenses 3:12.
La cristiandad no ha hecho caso de la enseñanza e instrucciones del Nuevo Testamento, más bien ha adoptado los vestidos y cueros viejos del judaísmo (léase Lucas 5:36-39), modificándolos un poco y añadiendo al conjunto el nombre bello de Cristo, corrompiendo así la piadosa práctica sencilla de la cristiandad.
Finalmente, el cristiano puede sacar mucho provecho espiritual de lo que dice el Antiguo Testamento acerca de vestidos, etc. Por ejemplo, los vestidos del sumo sacerdote, Aarón, nos hablan de algunas de las glorias y virtudes de la Persona de Cristo. Y un israelita ilegalmente vestido de lana y lino nos hace pensar de un cristiano carnal, andando con un pie en la iglesia y el otro en el mundo. Y el luto llevado de antiguo en memoria de un ser querido fallecido, nos habla del espíritu humilde que debe caracterizar al siervo del Señor que siente cuál haya sido la ruina en la iglesia llamada por el nombre bello de Jesucristo.