UN VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
"y Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, Él que es el principio, el primogénito
de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia." Colosenses 1:18
En esta epístola se trata de la gloria personal de Cristo como Cabeza de la Iglesia y la vida del nuevo hombre presentada claramente.
Después de la salutación del apóstol, dando gracias al Dios y Padre del Señor Jesucristo y conociendo los fundamentos de la fe de los creyentes de Colosas, él prosigue en oración por ellos para que sean llenos del conocimiento de Su voluntad y de Dios mismo (1:1-10).
La preocupación de Pablo fue acentuada, porque los colosenses se hallaban en peligro de ser engañados por filosofías y vanas sutilezas según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo y no según Cristo (2:8).
El apóstol puntualiza: “En Él (Cristo), habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad... que es la cabeza de todo principado y potestad” (2:9-10). Pablo les exhortaba a que no sean juzgados de nadie, en cuanto a comida, bebida, días de fiesta, luna nueva, o días de reposo (sábados), todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo (2:16,17). Él insistía en que las instrucciones legalistas tales como no manejen, ni gusten, ni toquen, eran cosas negativas. La verdad positiva era que se hallaban muertos en Cristo y resucitados con Él, la Cabeza en los cielos.
UN PENSAMIENTO PARA LA JUVENTUD
Colosenses 2:8
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” Filosofía es el esfuerzo inútil de la mente del hombre para tratar de alcanzar la idea de Dios. Doy gracias a mi Dios que Él no está limitado por las limitaciones de mi mente. En vez de esto, Dios es infinito. Ten cuidado con aquellos profesores en la universidad o en el colegio que tratan de arruinar tu fe con las ideas caducas de sus propias mentes. Las ideas tienen sus límites en este mundo, pero la mente de Cristo no tiene límite. Muchos filósofos recurren a la técnica de irrisión de la fe de otro para tratar de cubrir las fallas en sus propias ideas.