Evangelio

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La palabra “evangelio” significa “buenas nuevas” o “buenas noticias,” y es utilizada en la Escritura para indicar que Dios tiene buenas noticias para el hombre. Este hecho muestra que Dios está interesado en la bendición del hombre.
Las Escrituras registran que hubo diferentes mensajes de evangelio que fueron predicados a los hombres en diferentes momentos de la historia, prometiendo diferentes formas de bendición provenientes de Dios. Agrupar estos llamados del evangelio en un único mensaje es un error y no toma en cuenta los caminos dispensacionales de Dios.
Las buenas noticias de Dios fueron anunciadas por primera vez a Adán y Eva en el jardín del Edén. Ellas prometían que Satanás sería aplastado bajo el juicio de Dios (Génesis 3:15; Romanos 16:20; Apocalipsis 20:10), aunque no fueron específicamente llamadas evangelio. Las buenas nuevas fueron anunciadas a Noé, por las cuales fue llevado a construir un arca para la salvación de su casa (Hebreos 11:7), aunque, una vez más, no se le llamó evangelio.
El evangelio fue predicado a Abraham, prometiendo la bendición de ser considerado justo por Dios (Gálatas 3:8).
El evangelio fue predicado a la nación de Israel prometiéndoles liberación del cautiverio en Egipto y de una herencia material en la tierra de Canaán (Éxodo 3:7-8; Números 13:26; Hebreos 4:2-3).
“El evangelio del reino” fue predicado a la nación de Israel por Juan el Bautista (Mateo 3), por el Señor Jesucristo (Mateo 4) y por los apóstoles (Mateo 10), prometiendo que, si aceptaban a Cristo como su Mesías, Él establecería el reino de una manera literal como lo plasmaban los profetas del Antiguo Testamento. Pero los judíos rechazaron al Señor Jesucristo (Isaías 49:4, 50:5-7, 53:1-4; Miqueas 5:2), y consecuentemente, esta oferta del evangelio del reino fue pospuesta (Miqueas 5:3; Mateo 12:14-21; Romanos 11:7-11). Él será predicado otra vez en un día futuro (en la semana 70a de Daniel 9:2727And he shall confirm the covenant with many for one week: and in the midst of the week he shall cause the sacrifice and the oblation to cease, and for the overspreading of abominations he shall make it desolate, even until the consummation, and that determined shall be poured upon the desolate. (Daniel 9:27)) por el remanente fiel de judíos (Salmo 95-96; Mateo 24:14). Muchos en aquel día serán bendecidos a través de él—incluyendo los gentiles (Isaías 55-56; Apocalipsis 9:7). Ellos participarán de las bendiciones terrenales del reino que este evangelio promete.
El evangelio predicado en estos tiempos cristianos tiene por lo menos siete títulos, transmitiendo diversos aspectos del mensaje de las buenas nuevas de Dios para el mundo de hoy. Este evangelio anuncia que Dios en gracia ha alcanzado al hombre en la persona de Cristo, y a través de Su sufrimiento expiatorio, de Su muerte y de Su sangre derramada obtuvo la salvación para los pecadores que creen. Además, anuncia que Dios resucitó a Cristo de entre los muertos y Le ha sentado a Su diestra en las alturas, y el creyente ahora tiene un lugar de aceptación en Él, en Quien están todas sus bendiciones. El que cree este gran mensaje es sellado con el Espíritu Santo (Efesios 1:13) y es hecho parte de la Iglesia de Dios, el cuerpo y la novia de Cristo (Efesios 1:22-23). Así, este evangelio es un llamado celestial de creyentes para un destino celestial con Cristo (1 Corintios 15:48-49; 2 Corintios 5:1; Efesios 1:3, 2:6, 6:12; Filipenses 3:20; Colosenses 1:5, 3:1-2; Hebreos 3:1, 8:1-2, 9:11, 10:19-21, 11:16, 12:22, 13:14; 1 Pedro 1:4). Todos los que creen este evangelio vivirán y reinarán con Cristo en los cielos sobre la tierra en el Milenio (Apocalipsis 21:9-22:5).
Cuando es llamado “el Evangelio de la Gracia de Dios” (Hechos 20:24), se está refiriendo a la venida de Cristo desde los cielos en gracia para morir por los pecadores.
Cuando se le llama “el Evangelio de la Gloria del Dios bendito” (1 Timoteo 1:11, traducción Reina-Valera Antigua), está enfatizando la ascensión de Cristo a lo alto en gloria y a la aceptación del creyente en Él allí delante Dios. (Pablo llama a este aspecto “mi Evangelio” – Romanos 2:16, 16:25; 2 Timoteo 2:8.)
Cuando es llamado “el Evangelio de Dios” (Romanos 1:1), está apuntando hacia la fuente de las buenas nuevas: Dios mismo que diseñó el plan de salvación.
Cuando se le llama “el Evangelio de Su Hijo” (Romanos 1:9), se refiere al amor de Dios que Le llevó a dar el más precioso Objeto de Su corazón para salvar a los pecadores.
Cuando se le llama “el Evangelio de Cristo” (Filipenses 1:27), se refiere al gran tema del evangelio: Cristo y Su gloria.
Cuando es llamado “el Evangelio de Paz” (Efesios 6:15), se refiere a la paz práctica que nuestros pies predican (es decir, nuestras vidas) mientras caminamos por este mundo atribulado.
Cuando es llamado “el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1:8), no está solamente enfatizando la salvación de nuestras almas, sino también la salvación de nuestras vidas, haciendo a Cristo Señor en nuestras vidas de manera práctica.
Este evangelio exclusivamente cristiano no se debe confundir con el evangelio del reino. Como hemos mencionado, el destino de aquellos que creen en el evangelio de la gracia y la gloria de Dios es vivir y reinar con Cristo en el cielo en Su reino milenario. Mientras que el destino de aquellos que crean en el evangelio del reino será vivir en la tierra en el reino milenario de Cristo (Apocalipsis 7). Estas son dos esferas distintas de bendición—celestial y terrenal. Estos distintos mensajes no están yendo hacia el mundo al mismo tiempo, pues habría confusión si fuesen predicados juntos.
“El evangelio eterno” (Apocalipsis 14:6-7) son las buenas nuevas que la propia creación predica en todas las épocas. Ellas dan testimonio de la gloria de Dios (Salmo 19:1), la sabiduría e inteligencia de Dios (Salmo 147:4-5), el poder de Dios (Romanos 1:19-20) y la bondad de Dios (Hechos 14:17). Aún si la gente nunca entra en contacto con el evangelio de la gracia de Dios, que nos habla de la obra consumada de Cristo, ellas pueden ser alcanzadas y bendecidas por Dios al creer a este testimonio en la creación. La prueba de su fe será vista en ellos al temer a Dios y practicar la justicia. Como resultado, Él “se agrada” de ellos pues son aceptos con Cristo (Hechos 10:35). Si ellos murieren teniendo esa fe sencilla, irían al cielo, pero no serían parte de la Iglesia de Dios, porque para eso es necesario el sello del Espíritu, que sólo ocurre cuando alguien cree en la obra consumada de Cristo (Efesios 1:13).