El Sr. Henri Spaak, un proyectista del Mercado Común Europeo y Secretario General de la NATO (North Atlantic Treaty Organization), dijo en uno de sus discursos: “No queremos otro comité —ya tenemos demasiados—. Lo que queremos es un hombre de tal renombre que se gane la lealtad de todos los pueblos, y que nos saque del cenagal económico dentro del cual nos estamos hundiendo. Mándennos tal hombre, y sea Dios o diablo, le recibiremos”.
No es de extrañar que un estadista diga esto. Hace casi dos milenios nuestro Señor Jesucristo, omnisciente, dijo a los judíos: “Yo he venido en nombre de Mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su propio nombre, a aquél recibiréis” (Juan 5:43). Ese hombre será el anticristo, un israelita. Pero el dicho del Sr. Spaak demuestra que los estadistas entre los gentiles están convencidos de que el mundo pronto precisará de un líder de renombre y habilidad jamás conocidos, y aceptado por todas las naciones. Hace casi dos milenios el apóstol Juan escribió de él:
“ ... Se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. Y adoraron al dragón que había dado la potestad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia y quién podrá lidiar con ella? ... También le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente. Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 13:3-8). Cuando dijo: “Mándennos tal hombre, y sea Dios o diablo, le recibiremos”, el Sr. Spaak no sabía que la Biblia hace casi dos milenios había señalado la venida de tal hombre, un ser inspirado por el diablo, y estos dos adorados por “los que moran en la tierra” (Apocalipsis 13:8). Se llama “la bestia”. Subirá de la mar de confusión política de las naciones (léase Apocalipsis 13:1). Será el emperador sobre diez reyes que darán su potencia y autoridad a él (léase Apocalipsis 17:12-13). Dios hará uso de ese conjunto de reyes para juzgar “la grande ramera” (léase Apocalipsis 17, todo el capítulo, pero especialmente los versículos 15-18).
Pero “la bestia” que va a encabezar al imperio de diez naciones, tendrá una colega, la “otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, mas hablaba como un dragón”. La mar agitada figura las naciones de los gentiles; la “tierra” figura a Israel. Esa bestia será el anticristo que será un israelita; se asemejará a “un cordero” pero hablará “como un dragón”. Cristo es el “Cordero de Dios”. Así vemos que ambas bestias son inspiradas del diablo. Con éste formarán un trío de maldad. La primera bestia se opondrá a Dios (léase Apocalipsis 13:6). La otra, el anticristo, será enemigo de Cristo, el Hijo. El diablo será el espíritu que luchará contra el Espíritu Santo.
El anticristo hará que los moradores de la tierra (es decir, la gente incrédula) adoren “la primera bestia” (léase Apocalipsis 13:12-15).
Esos eventos sucederán poco tiempo después de la venida del Señor para arrebatar del mundo a Su amada Iglesia, los verdaderos creyentes que Él ha comprado con Su sangre preciosa (véase 1 Tesalonicenses 4:16-17). La venida del Señor está ya tan cerca que en toda probabilidad las dos “bestias” son hombres adultos viviendo en este mundo, pero no podrán nada mientras el Espíritu de Dios que está morando aquí en el mundo en el conjunto de los creyentes, la Iglesia, les impida (véase 2 Tesalonicenses 2:3-7).
¿Cuál debe ser nuestra actitud entonces? “Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar a Su Hijo de los cielos”. “Las cosas que a vosotros digo, a todos las digo: Velad” (1 Tesalonicenses 1:9-10; Marcos 13:37).