Hechos 24

Acts 24  •  6 min. read  •  grade level: 14
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"Y cinco días después descendió el sumo sacerdote Ananías, con algunos de loa ancianos, y un cierto Tértulo, orador; y parecieron delante del gobernador contra Pablo. Y citado que fué, Tértulo comenzó a acusar, diciendo: Como por causa tuya vivamos en grande paz, y muchas cosas sean bien gobernadas en el pueblo por to prudencia, siempre y en todo lugar lo recibimos con todo nacimiento de gracias, oh excelentísimo Félix" (cap. 24:1-3).
Tértulo, si era judío, habló mentira también, pues los judíos odiaban a los romanos, sus opresores. Tal vez era un abogado romano contratado por el Sanhedrín. Usó de lisonja.
"Empero por no molestarte más largamente, ruégote que nos oigas brevemente conforme a to equidad. Porque hemos hallado que coste hombre es pestilencial, y levantador de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y príncipe de la secta de los nazarenos; el cual también tentó a violar el templo; y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra ley; mas interviniendo el tribuno Lisias, con grande violencia le quitó de nuestras manos, mandándole a sus acusadores que viniesen a ti; del cual tú mismo juzgando, podrán entender todas estas cosas de que le acusamos. Y contendían también los judíos, diciendo ser así estas cosas" (vv. 4-9).
Este discurso de Tértulo estaba lleno de falsedades y acabó con una queja injusta dirigida a Félix, el gobernador, contra su siervo, el tribuno Lisias ("No acuses al siervo ante su señor"-Prov. 30:10). Luego Félix cortó el habla a Tértulo, al sumo sacerdote Ananías, y a los demás judíos, e hizo señal a Pablo que hablase:
"Entonces Pablo, haciéndole el gobernador señal que hablase, respondió: Porque sé que muchos años ha eres gobernador de esta nación, con buen ánimo satisfaré por mí" (v. 10). Pablo reconoció a Félix en su posición, pero no hizo uso de la lisonja. "Porque tú puedes entender que no hace más de doce días, que subí a adorar a Jerusalem; y ni me hallaron en el templo disputando con ninguno, ni haciendo concurso de multitud, ni en sinagogas, ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me asusan.
"Esto empero te confieso, que conforme a aquel Camino, que llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la cual también ellos esperan." (vv. 11-15).
"Aquel Camino" se refiere al testimonio de nuestro Señor Jesucristo establecido ya en el mundo. Está escrito siete veces en los Hechos, aunque no sea traducido con las mismas palabras españolas. Léanse los siguientes pasajes: 41.., para que si hallase algunos hombres o mujeres de esta secta" ("de este camino", literalmente, Hch. 9:2); "le declararon más particularmente el camino de Dios" (Hch. 18:26); "mas endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino" (Hch. 19:9); "hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino" (Hch. 19:23); "que he perseguido este camino" (Hch. 22:4); y en nuestro capítulo 24, los versículos 14 y 22 ("esta secta").
Por supuesto los judíos con sus acusaciones falsas no podían hacer uso de las Sagradas Escrituras; pero Pablo se apoyaba en la Palabra de Dios: "creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas" Dio a saber que tenía "esperanza en Dios"-una esperanza que los mismos fariseos profesaban tener-de que los muertos resucitarían, "así justos como injustos.:"
El anuncio de la resurrección toca la conciencia. "Y por esto, procuro ye tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres" (v. 16). Los que no procuran mantener "la fe y buena conciencia" hacen "naufragio en la fe" (1ª Tim. 1:19). Los que vuelven atrás, "escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios... hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia" (1ª Tim. 4:1, 2). A los incrédulos "nada es limpio; antes su alma y conciencia están contaminadas" (Tito 1:15). ¡Cuán importante es siempre procurar mantener "buena conciencia" sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres!
"Mas pasados muchos años, vine a hacer limosnas a mi nación, y ofrendas, cuando me hallaron purificado en el templo (no con multitud ni con alboroto) unos judíos de Asia; los cuales debieron comparecer delante de ti, y acusarme, si contra mí tenían algo. O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando ye estuve en el concilio, si no sea que, estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy hoy juzgado de vosotros" (vv. 17-21).
Delante del gobernador romano, Félix, Pablo habiendo ya afirmado su esperanza en Dios de que había de haber "resurrección de los muertos, así de justos como de injustos", y que procuraba "tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres", terminó su defensa con el párrafo que acabamos de leer.
"Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de esta secta I literalmente. "de este camino"], les puso dilación, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias acabaré de conocer de vuestro negocio. Y mandó al centurión que Pablo fuese guardado, y aliviado de las prisiones; y que no vedase a ninguno de sus familiares servirle, o venir a él" (vv. 22, 23).
Félix, un político sabio, puso fin a la entrevista, pues no ignoraba el testimonio de los cristianos, "el camino", que es Cristo mismo (véase Juan 14: 6), y sabía también, conforme a la carta escrita por el tribuno Lisias que Pablo no era culpable. Y ¿cuándo descendió el tribuno?; Nunca, porque Félix no le llamó! Pablo, no obstante estar preso, obtuvo cierta libertad y el privilegio de ser atendido por sus familiares. Así el Señor movió el corazón del gobernador que usara de misericordia con Pablo, "Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová: a todo lo que quiere lo inclina" (Prov. 21:1).
"Y algunos días después, viniendo Félix con Drusila, su mujer, la cual era judía, llamó a Pablo, y oyó de él la fe que es en Jesucristo. Y disertando él de la justicia, y de la continencia, y del juicio venidero, espantado Félix, respondió: Ahora vete; mas en teniendo oportunidad te llamaré: esperando también con esto, que de parte de Pablo le serían dados dineros, porque [para que] le soltase; por lo cual, haciéndole venir muchas veces, hablaba con él" (vv. 24-26).
El Señor Jesús, profetizando de la venida del Espíritu Santo, dijo: "Cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio" (John 16:8). Así Pablo, dirigido por el Espíritu Santo, tocó la conciencia de Félix. ¡Fíjense, un prisionero de Roma, pero siervo del Señor, dirigiéndose así al gobernador! ¡Qué triste!, parece que ni Félix, ni su esposa judía, se arrepintieron; por el contrario la codicia dominó al gobernador.
"Mas al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo: y queriendo Félix ganar la gracia de los judíos, dejó preso a Pablo" (v. 27). Vivía en yugo matrimonial con su mujer judía y a la vez tenía que mantener amistad con los turbulentos judíos a los cuales gobernaba. Por causa de todo ello, "dejó preso a Pablo".