Introducción

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Conocer el significado de los términos de la Escritura es esencial para entender la revelación divina que Dios colocó en nuestras manos: la Biblia. Sin una comprensión básica de estos términos y expresiones doctrinales, iremos ciertamente a perder lo que Dios desea que aprendamos en Su Palabra.
Mirando a la cristiandad en general, parece que la exactitud doctrinal no es considerada como de suma importancia por la mayoría de los cristianos. Como resultado, muchos de ellos no han dedicado el tiempo necesario para familiarizarse con los significados de los términos y expresiones en las Escrituras. Esto los ha dejado con falta de entendimiento en cuanto a estas cosas. Comparativamente hay pocos que hoy están “fundados y firmes” y “confirmados en la fe” (Colosenses 1:23, 2:7), y como consecuencia muchos están siendo “llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14).
Uno de los problemas entre los que sí tienen interés de conocer los significados de los términos de la Escritura es que tratan de entenderlos por medio del uso y de significados modernos de las palabras de nuestro idioma. No parecen comprender que la Biblia se interpreta a sí misma. Siendo así, como regla general, cuando procuramos comprender un término determinado, debemos buscar dentro del propio Libro para aprender cómo es que Dios utiliza ese término, y así entender cuál es su significado en determinado pasaje.
Otra cosa común es la “homogeneización” de los términos de la Escritura. Muchos términos son generalizados y asumidos como siendo sinónimos cuando no lo son. Lamentablemente, mucho se ha perdido por manejar la Palabra de Dios de esta manera. Dios, sin embargo, no es redundante cuando hace uso de Sus términos. Si Él utiliza una palabra diferente en un pasaje, es porque está transmitiendo un significado diferente.
Percibiendo la necesidad entre los cristianos de comprender estos términos en la Escritura, varios libros fueron creados por diversos autores en un esfuerzo por ayudar a las personas a entender mejor sus Biblias. Esto es loable. Sin embargo, en la mayoría de estos esfuerzos, los propios escritores no tenían claras para sí mismos muchas de las doctrinas de la Escritura, y aquello que han presentado, en muchos casos, ha causado confusión. Comentando sobre este dilema, F. B. Hole dijo, “La enseñanza cristiana... con demasiada frecuencia se ha apoderado de los términos usados en la revelación de Dios, la Biblia, y entonces, después de haberlos vaciado de su significado bíblico, los ha llenado con otro significado para atender a sus propios intereses” (Paul’s Epistles, vol. 2. págs. 100-101). Por lo tanto, si nos basamos en las explicaciones que están siendo enseñadas actualmente en la cristiandad, podríamos no obtener la verdad.
Ya que hay diferencias entre maestros cristianos en cuanto a lo que estos términos doctrinales de la Escritura significan, una buena pregunta sería: “¿Cuál autor o libro debería leer una persona para asegurarse de que está recibiendo la verdad?” Es nuestra convicción de que los cristianos que buscan la verdad en su forma más pura, es decir, con más exactitud, deberían apegarse lo más cerca posible a las enseñanzas de aquellos que estuvieron vinculados con el movimiento de Dios para recuperar mucha verdad en los años 1800. Estos serían hombres espirituales y entendidos tales como: J. N. Darby, J. G. Bellett, G. V. Wigram, C. H. Mackintosh, W. Kelly, F. G. Patterson, F. W. Grant, C. Stanley, A. P. Cecil, E. Dennett, T. B. Baines, A. Miller, W. Scott, J. A. Trench, W. T. Turpin, W. W. Fereday, H. H. Snell, W. J. Hocking, W. T. P. Wolston, S. Ridout, H. Smith, etcétera. Estos hombres estaban más próximos a la fuente, cuando Dios la abrió nuevamente y trajo de vuelta a la Iglesia muchas preciosas verdades que habían sido perdidas por siglos. Como resultado, sus escritos presentan la verdad con un brillo inigualable. Gran parte del trabajo de deshacer las ideas erróneas que han permanecido en el mundo cristiano por años, lo han realizado para nosotros estos hombres.
El objetivo de este libro es ayudar a los creyentes en el Señor Jesucristo a comprender mejor la revelación divina en cuanto a la verdad cristiana, proveyéndoles una versión condensada de la verdad doctrinal que fue recuperada en los años 1800. No es, de manera alguna, una exposición exhaustiva de lo que fue desplegado en aquel tiempo, sin embargo, creemos que lo que es presentado en este libro es una representación clara y precisa de lo que ellos sostenían y enseñaban. Nuestra preocupación a lo largo de este escrito ha sido presentar la verdad en un lenguaje que pueda ser entendido por nuestra generación actual, pero al mismo tiempo, sin querer perder nada de su profundidad.
Es nuestra convicción, que cada cristiano necesita aplicar un tiempo para aprender el significado de los términos y expresiones doctrinales de la Escritura, con el fin de asegurar una sólida comprensión de la verdad en la Palabra de Dios. ¡No podemos retener “la fiel palabra” (Tito 1:9) si no sabemos su significado! La buena noticia es que no precisamos matricularnos en un instituto bíblico o en un seminario para aprender estas cosas. Un libro sencillo, como este propio volumen, puede servir para este propósito. Creemos que una comprensión inteligente de la revelación divina aumentará nuestro aprecio por la verdad y por el propio Señor y Su obra consumada en la cruz. Él también nos ayudará a ordenar nuestras vidas en la tierra de una manera práctica más de cerca a la mente y a la voluntad de Dios.
Creemos que este manual ayudará al creyente en su estudio de las Escrituras y, por lo tanto, puede ser usado como un complemento práctico al leer la Biblia.