Israel y la Iglesia

From: Número 36
R. Thonney
1.  ¿Es la iglesia una extensión de Israel? O,
2.  ¿Son dos pueblos completamente distintos?
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15, RVR1909).
Al leer la Palabra de Dios es importante distinguir a quién Dios está hablando. Desde el Antiguo Testamento tenemos que la promesa de Dios a Abraham era que sus descendientes iban a ser bendecidos “como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar” (Génesis 22:17). Aunque en el Antiguo Testamento tenemos la bendición a Abraham; sin embargo, no se limita a la bendición terrenal para los descendientes de Abraham. Hubo también otros pueblos que conocieron a Dios y fueron bendecidos. Job era de un pueblo que existió probablemente en la misma época que Abraham, y él y sus amigos conocieron mucho del Dios verdadero y fueron bendecidos. También los magos que vinieron cuando nació nuestro Señor Jesucristo y le adoraron, seguramente tenían algo del conocimiento del Dios verdadero. Tampoco eran del pueblo de Israel. Así que sí es necesario distinguir. Aunque toda la Palabra de Dios fue escrita para nosotros y debemos leerla completamente; no obstante, no todo fue escrito respecto a nosotros. Los principios morales de la Palabra de Dios son los mismos en todo tiempo; sin embargo, es necesario distinguir dónde están las diferencias. En 1 Corintios 10:32 leemos: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la Iglesia de Dios”. A Israel se le mandó que destruya a sus enemigos en el Antiguo Testamento, pero el Señor Jesús mandó amar a nuestros enemigos en Mateo 5:44. Esto muestra la clara necesidad de distinguir a quiénes está hablando la Palabra en todo lugar.
Quisiéramos considerar algunos puntos en que la Palabra de Dios enseña claramente la diferencia entre Israel y la Iglesia. Israel siempre es visto como un pueblo terrenal y la Iglesia es un pueblo celestial. En el Antiguo Testamento tenemos la mayor parte respecto a Israel: desde Abraham y sus hijos en adelante. En el Nuevo Testamento tenemos que al apóstol Pablo le fue revelado: “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos” (Colosenses 1:26). Y en Efesios 3:3-6 (RVR-1909) añade: “A saber, que por revelación me fue declarado el misterio, como antes he escrito en breve; leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio de Cristo: el cual misterio en los otros siglos no se dio a conocer a los hijos de los hombres como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas en el Espíritu: Que los gentiles sean juntamente herederos, e incorporados, y consortes de su promesa en Cristo por el evangelio”.
Debemos aclarar que Israel es una nación que Dios escogió en Abraham. ¡Pero hay otras naciones! Sin embargo, la Iglesia está compuesta por muchas naciones, incluyendo a Israel: Todos aquellos que por la fe reciban a Cristo como su Salvador personal, por el Espíritu Santo son unidos en un solo cuerpo que es la Iglesia.
Tomaremos siete puntos en los que se nota diferencias claras entre Israel y la Iglesia.
1. La Bendición
Israel: Para ellos es terrenal y material: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar” (Deuteronomio 28:1-4).
La Iglesia: Para ella es espiritual y en lugares celestiales. Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”.
Así que las cosas materiales no son la bendición para la Iglesia. Dios nos presta, como también nos puede quitar nuestros bienes materiales. Tan solo los administramos entre tanto que están en nuestro poder, y daremos cuenta a Dios en el tribunal de Cristo sobre cómo los hemos utilizado. Pablo pudo decir que había perdido todo en cuanto a las cosas materiales; sin embargo es imposible perder nuestras bendiciones espirituales porque las tenemos en Cristo. Se puede perder el gozo de ello por no andar en obediencia, pero la bendición nunca se pierde. Israel en cambio perdió sus bendiciones materiales por no andar en obediencia a la ley.
2. La Ley
Israel: Le fue dada la ley de Moisés para que la guarde. Su bendición dependía de ponerla por obra. Aun cuando había pecado, Dios también proveyó sacrificios mediante los cuales podía continuar en relación con Él: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gálatas 3:10).
La Iglesia: Claramente dice: “no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14). El creyente está “muerto a la ley”; ahora “estamos libres de la ley ... de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:4,6).
3. El Sábado
Israel: Leamos Éxodo 31:13-18 (RVR-1909): “Y tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Con todo eso vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el sábado, porque santo es a vosotros: el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella alma será cortada de en medio de sus pueblos. Seis días se hará obra, mas el día séptimo es sábado de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que hiciere obra el día del sábado, morirá ciertamente. Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel: celebrándolo por sus edades por pacto perpetuo: Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó. Y dio a Moisés, como acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios”. El sábado siempre fue una señal entre Dios y los hijos de Israel.
La Iglesia: Cristo resucitó el primer día de la semana para mostrar que era el principio de una nueva era. En Cristo todo es hecho nuevo. 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. No hay reglas establecidas acerca de cuándo nos tenemos que congregar; sin embargo, las Escrituras muestran que: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan” (Hechos 20:7). Realmente para el creyente en Cristo ahora todos los días son para glorificar a nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.
4. La Adoración
Israel: La adoración fue expresada a Dios con instrumentos musicales. “Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya” (Salmo 150:3- 6). Era lo que le correspondía a un pueblo terrenal en su adoración a Dios.
La Iglesia: Nunca se menciona el uso de instrumentos musicales para la adoración en el Nuevo Testamento. Más bien nuestra adoración es en “espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Ahora los instrumentos mencionados son “vuestros corazones” (Efesios 5:19) y los “labios” (Hebreos 13:15). Pues no ofrecemos una alabanza para agradar a nuestros oídos, sino para que sea nuestro Dios quien la oiga.
5. El Templo
Israel: Tuvo un templo majestuoso, construido al nombre de Jehová, hecho con piedras labradas, cubierto de oro y piedras preciosas. Allí moraba la gloria de Dios cuando Salomón acabó su construcción: “la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová” (1 Reyes 8:11; 2 Crónicas 5:14).
La Iglesia: Es una casa espiritual. Somos el templo de Dios las 24 horas del día, los 7 días de la semana; nunca dejamos de serlo. Dios, el Espíritu Santo, mora en nuestros cuerpos en forma individual (1 Corintios 6:19) y también en forma colectiva (1 Corintios 3:16). Es maravilloso considerar el hecho que Dios el Espíritu Santo está en nosotros para guiarnos en lo individual; pero también cuando nos congregamos de manera colectiva para guiarnos en la adoración, la oración y el ministerio de la Palabra de Dios según la necesidad.
6. El Sacerdocio
Israel: Tenía un sacerdocio separado. La tribu de Leví fue escogida para el servicio a Jehová (Números 1:47- 50). De esta tribu, solo una familia fue separada para poder entrar al lugar santo en el tabernáculo y en el templo. De esta familia, solo una persona podía entrar en el lugar santísimo: Aarón, el sumo sacerdote, y esto solo una vez al año con sangre: “dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo” (Hebreos 9:8).
La Iglesia: Cada creyente es sacerdote: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:5). Sean hombres o mujeres, cada creyente puede ofrecer “sacrificio de alabanza” a Dios (Hebreos 13:15).
7. El Destino
Israel: Aunque al momento Dios no está obrando con la nación de Israel en la forma como lo hizo antes; sin embargo, llegará el momento cuando de nuevo va a establecer a Israel como una nación para bendición de todo el mundo: “Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo” (Amós 9:14-15).
La Iglesia: Su destino es estar con Cristo en la casa del Padre en el cielo para siempre: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18).
El ver las tan grandes diferencias entre Israel y la Iglesia nos muestra la importancia de no dejarse confundir con la enseñanza de que son lo mismo y que la Iglesia es solo una extensión de Israel. Aunque Israel tiene un lugar muy importante en los pensamientos de Dios y va a ser restaurado de nuevo como cabeza de las naciones, es de suma importancia reconocer que Dios está obrando en la época presente al llamar a las almas al arrepentimiento y para que por la fe en Cristo formen un pueblo celestial: para que sean la esposa del Cordero en el día de gloria. ¡Qué privilegio ser parte de este pueblo en el día presente!