Joel 1:1-20
En los días de Joel, la vid y la higuera (Joel 1:7), el maíz, el vino y el aceite (Joel 1:10), la palmera, la granada y el manzano, todos están marchitos (Joel 1:12); y los sacerdotes y ministros son llamados a llorar, y se proclama un ayuno solemne, para que los ancianos y todo el pueblo se reúnan (Joel 1: 13-14). Los servicios de la casa de Dios se suspenden, la ofrenda de carne y la ofrenda de bebida se retienen (Joel 1:9), y el gozo y la alegría que pertenecían a la casa ya no existen (Joel 1:16). La semilla está podrida en el campo, y los graneros en casa están vacíos (Joel 1:17). Los rebaños y los rebaños comparten la miseria de los tiempos (Joel 1:18). El profeta mismo comienza a clamar a Dios bajo esta dolorosa tristeza (Joel 1:19). Él lidera el camino, por así decirlo, en la humillación y las confesiones que se adaptan a tal momento en la historia del pueblo.