• Cuando los ejércitos de la Bestia (la confederación occidental) entren a la tierra de Israel, el Señor vendrá del cielo para juzgar (como “un ladrón en la noche”). Él destruirá a sus ejércitos con el resplandor de Su venida. Esta es la aparición de Cristo (2 Ts. 2:8; Ap. 11:15-18 — 7ª trompeta; Ap. 16:15-21 — la Babilonia política es juzgada — 7ª copa; Ap. 19:11-19; 2 Ts. 1:7-10; Jud. 14-15; Col. 3:4; Tit. 2:13; 2 Ti. 4:1,8; 1 Jn. 2:28; 3:2; 1 Ti. 6:14; Is. 13-14:23; 66:5; Mal. 3:2; 1 P. 1:7; 5:4; Ap. 14:9-12; Jer. 50-51; Dn. 2:34-35,44-45; la piedra cortada no con manos — Cristo — destrozará los diez dedos de los pies de la imagen — el revivido imperio romano).
• Ningún hombre conoce ni el día ni la hora de la venida del Señor (la aparición; Mt. 24:36-41).
• Los santos celestiales que fueron previamente tomados arriba con Cristo en el rapto, vendrán con Él. Se hace referencia a ellos como el ejército del cielo (1 Ts. 3:13; 4:14; 2 Ts. 1:7; Zac. 14:5; Ap. 1:7; 19:14; 17:14).
• El Señor arrojará vivos dentro del lago de fuego al líder romano (la Bestia — el cuerno pequeño) y al falso Mesías de los judíos (el anticristo; Ap. 19:20-21).
El día del Señor
• La aparición de Cristo para juzgar a la confederación occidental, es el comienzo de “el día del Señor”; el cual constituye el tiempo en que el Señor públicamente afirmará Su poder y autoridad universal sobre los cielos y la tierra. El Señor comenzará a sojuzgar y expulsar a todo poder adverso en el universo. El día del Señor se extenderá a través de todo el milenio (2 P. 3:8-10; 2 Ts. 2:2; Is. 2:10-22; Jl. 1:15; 1 Ts. 5:2; Jer. 46:10; Sof. 2:2-3; Mal. 4:5).
La siega
• Con la aparición de Cristo también comienza la “siega,” que es un juicio discriminativo hecho por los ángeles, quienes limpiarán la tierra profética occidental de todos los ofensores. Los ofensores serán tomados de la tierra y arrojados vivos en el lago de fuego. Aquellos que no hayan rechazado la predicación del evangelio del reino, serán dejados en la tierra para disfrutar las bendiciones terrenales del reino. Así como un granjero en los tiempos de la siega separa el trigo de la cizaña, el Señor separará lo bueno de lo malo. En este tiempo, “uno será tomado y el otro dejado” (Ap. 14:14-16; Mt. 13:37-42; 24:40-41; Is. 24:1; Dn. 2:35; Jer. 51:1-2).
• Luego de que los ángeles hayan ido a través de la tierra profética separando a los malos de entre los justos, la población en occidente decrecerá grandemente. La gente en estas tierras, que una vez estuvieron iluminadas, serán escasas como el oro (Is. 13:12; 14:23; 24:6; Jer. 50:3,39; 51:2).
• Los “tiempos de los gentiles,” el período de la supremacía gentil sobre Israel, terminará. Esto cierra la semana número setenta de Daniel, que es de 1278 días desde la mitad de la semana (Lc. 21:24; Dn. 2:34-35,44-45; 7:9-14,22-27).
La destrucción de los ejércitos del Rey del Norte
• Mientras el Rey del Norte esté en Egipto, él será perturbado por las noticias que escuchará sobre la venida de los ejércitos de la Bestia. Entonces retornará con sus ejércitos desde Egipto hacia Israel, para batallar (Dn. 11:44-45).
• El Señor saldrá a defender a Jerusalén del retorno de los ejércitos del Rey del Norte (Is. 31:4-9; Zac. 9:8; 12:8; 14:3).
• El Rey del Norte se encontrará con el Señor, y se dispondrá contra Él en batalla (Dn. 8:25).
• El poder de la voz del Señor vencerá al Rey del Norte y a sus ejércitos (Is. 14:25; 17:13-14; 30:30-32; Dn. 11:45; Jl. 2:20; Zac. 14:3).
• Cuando el Rey del Norte caiga en la tierra de Israel, Gog (Rusia), quien le había ayudado con pertrechos (Dn. 8:24), no vendrá en su ayuda (Dn. 11:45 — “nadie lo ayudará”).
• El Señor arrojará al Rey del Norte vivo en el lago de fuego (“Tofet”), donde la Bestia y el falso profeta (anticristo) ya se encontrarán (Is. 30:33).
• Hay una extensión mayor de la semana número setenta de Daniel, que mide 1290 días desde la mitad de la semana. Estos son doce días más a partir del fin de la semana. Este período puede ser usado por el Señor para remover fuera de la tierra al ejército del norte (Dn. 12:11; Jl. 2:20; Is. 17:13-14).
La restauración de Israel
• La venida del Señor (la aparición) no será solo para la destrucción de las potencias gentiles, sino también para la liberación del remanente judío fiel, y para la restauración de las diez tribus perdidas de Israel (Lc. 18:1-8; Sal. 90-106 — 4º libro de Salmos).
• La restauración de Israel se producirá en dos fases. Primeramente, los judíos (las dos tribus: Judá y Benjamín) que hayan pasado la gran tribulación en la tierra de Israel, serán restaurados al Señor; y luego, las diez tribus perdidas (Dt. 28:25; 32:26) retornarán y serán restauradas (Dn. 12:1-2; Ez. 37:15-17; Jer. 33:7; 2 S. 2:1-4*; 2 S. 5:1-3*; 2 S. 19:9-15*; en cada referencia, Judá — los judíos — se menciona primero).
• Aunque los que habiten en occidente verán a Cristo en todo el resplandor de Su gloria (2 Ts. 1:7-9; 2:8), evidentemente los judíos no le verán inmediatamente. Mientras el Señor estará juzgando la confederación occidental y al Rey del Norte, aparentemente estará oculto de la vista de Su pueblo. Su aparición, desde la perspectiva occidental, se refiere como “en una nube,” sugiriendo un ocultamente parcial de Sí mismo con respecto a los judíos. Esto aparentemente tiene por objeto reservar el momento cuando Él se revelará a ellos a solas (Lc. 21:27; Is. 8:17; Sal. 88:14). Cuando Su venida (aparición) está en referencia a la restauración de los judíos, se lo menciona como apareciendo “sobre una nube.” Esto implica una total manifestación pública (Zac. 14:4; Hch. 1:9-11; Mt. 24:27,30; 26:64; Job 19:25).
• El Señor será visto sobre el Monte de los Olivos. Cuando Sus pies toquen el Monte, este se partirá en dos formando un gran valle que correrá desde el este al oeste (Zac. 14:4).
• En este momento, el Señor se revelará a Sí mismo a los judíos en una reposada e íntima manifestación. Esta manifestación privada será entre el Señor y los judíos; las dos tribus, Judá y Benjamín, a solas (Zac. 14:4; Hch. 1:9-11; Zac. 12:10-14; Gn. 45:1-5*).
• Aquellos que vean a Cristo actuarán como mensajeros para el resto del remanente de los judíos. Irán a las montañas, donde muchos se habrán escondido llevando las noticias del retorno del Señor a Jerusalén. El remanente saldrá de sus escondites y vendrá al valle que el pie del Señor abrirá (Is. 52:7; Zac. 14:5).
• El remanente judío mirará a aquel a quien traspasaron y llorarán de arrepentimiento. Ellos aceptarán su culpa nacional a causa de la sangre de Aquel que crucificaron, y serán consecuentemente restaurados en este momento (Sal. 51:14; Hch. 2:23; Gn. 44:14-34*; Is. 53; 2 S. 19:15*; “Gilgal” es el lugar del juicio propio; Zac. 12:10-14; Jn. 20:24-28*).
• El remanente de Judá y Benjamín llorará por sus hermanos, las tribus perdidas de Israel. El Señor los consolará con la promesa de que las diez tribus serán restauradas (Jer. 31:15-17; Cnt. 8:8).
• El Señor reunirá a las diez tribus de Israel nuevamente en su tierra (Dt. 30:1-5; Is. 10:20-22; 11:11-13; 26:19; 27:12-13; 35:10; 49:8-26; 66:19-20; Jer. 30-33; 46:27-28; Ez. 20:34; 34:11-16; 36:16-38; 37:1-28; Dn. 12:2; Os. 6:1-3; 14:1-9; Mi. 4:6-7; 5:3; Zac. 8:7-8; Am. 9:14-15; Sal. 68:22; Sal. 107-150 — 5º libro de Salmos, particularmente Sal. 120-134, ejemplo, Sal. 122:4; Gn. 46:1-29*; Lv. 23:24-25*; “la fiesta de las trompetas”).
• El Señor utilizará a Sus ángeles para reunir a Sus escogidos de las tribus de Israel. Una gran compañía de Israelitas vendrá desde todas partes de la tierra, de tan lejos como la China (“Sinim,” Is. 49:12) y partes de Rusia (“Mesec,” Sal. 120:5; Mt. 24:31; Jer. 31:8; 15:4; Dt. 28:25; Ez. 36:24).
• Aparentemente habrá unos pocos judíos que, por alguna razón, no retornarán a su tierra cuando la masa de judíos regrese al principio de la tribulación. Este pequeño remanente vendrá primero y será restaurado al Señor (Zac. 12:7; 2 S. 19:17*; Gn. 44:18-34*).
• Algunos de éstos, del remanente restaurado de los judíos, serán usados como mensajeros o instructores para las tribus dispersas de Israel (Is. 6:8-13; Gn. 45:9-13*; 46:28*; Jn. 1:43-49*; Dn. 12:3).
• Las tribus perdidas de Israel volverán llorando, quebrantadas de espíritu, luego de un largo exilio de casi 2800 años (Jer. 31:6-9; Sal. 84:5-8).
• Las tribus de Israel irán también alabando al Señor mientras regresan (Sal. 138).
• La “lengua” del mar rojo (los brazos este y oeste del mar que forman la península de Sinaí), las siete fuentes del Nilo y el río de Egipto (una pequeña fuente ubicada a 120 kilómetros al este de Suez), serán secados. Esto abrirá un pasaje claro y fácil para el retorno de las tribus (Is. 11:15-16; 19:5-10; 27:12-13).
• Las necesidades de las tribus que retornen serán satisfechas por muchas naciones gentiles, que se humillarán frente al poder y la gloria del Señor manifestado en la tierra (Sal. 18:44-45; 66:3 JND). Las tribus de Israel vendrán sobre caballos, mulas, camellos, carros y en barcos (Is. 11:12; 14:1-2; 49:9-23; 60:8-9).
• El retorno de las diez tribus será bastante rápido (Is. 60:8-9; 66:8).
• Mientras los ángeles reúnan a los elegidos de Israel (Mt. 24:31), vendrá mezclada entre ellos una multitud. El Señor llevará a estas tribus a los lugares desolados de los bordes de la tierra, para purgarlos. Los rebeldes (los que no tengan fe) serán extirpados de entre aquellos que tengan fe, y éstos serán llevados a la tierra para reunir con sus hermanos los judíos (Ez. 11:9-10; 20:35-38; Os. 2:14-15; Am. 9:9-10; Sof. 3:10-12; Jer. 31:17; Sal. 135:14-18).
• Cuando las tribus que retornen vean al Señor, preguntarán, “¿Qué son esas heridas en tus manos?" El Señor responderá, “Son las que me hicieron en casa de mis amigos” (los judíos). Ellos no estaban en la tierra en el momento de la crucifixión de Cristo como sí lo estaban los judíos, y en consecuencia la culpa de la crucifixión de Cristo no estará sobre sus conciencias. Sin embargo, aceptarán su propia culpa de estar bajo la maldición de quebrantar la ley de Jehová, y serán restaurados por el Señor en aquel tiempo (Zac. 13:6; Lv. 23:26-32, “el día de expiación”; Lv. 26:40-42; Os. 5:15).
• La nación de Israel (las doce tribus) será, por así decirlo, “nacida de una vez” (Is. 60:22; 66:8).
• El Señor hará un nuevo pacto con Israel (el remanente de las doce tribus) que durará para siempre (Jer. 31:31-34; He. 8:8-12; Mt. 26:28).
• Las doce tribus de Israel recibirán un “nuevo corazón,” lo cual se refiere a que nacerán de nuevo, y consecuentemente serán obedientes a la ley de Dios (Ez. 36:25-27).
• Toda en enemistad será removida entre las tribus de Israel. Habitarán pacíficamente juntas. Las diez tribus (llamadas Efraín) no envidiarán a los judíos (Judá), y los judíos no irritarán más a las diez tribus (Is. 11:13; Ez. 37:15-28; 38:11; Sal. 133:1-3; Os. 11:1).
• La boca de Israel se llenará con risa y su lengua se volverá para cantar, mientras se regocijan juntos (Sal. 126).
• Las tribus de Israel que retornen llenarán la tierra al punto tal, que no habrá espacio suficiente para ellos. Serán como la arena del mar en número, y le pedirán al Señor más tierras (Is. 9:3 JND, nota al pie; 49:19-20; 54:1-3; Ez. 36:37-38; Zac. 10:10; Os. 1:10; Sal. 115:14).
La invasión de Gog — el segundo ataque
de los Asirios
• Mientras la indignación continúa, Gog (Rusia) y sus enormes hordas (la gran Asiria en su última forma), viendo a las doce tribus de Israel descansar en su tierra, vendrán desde las tierras del norte en un intento por derrotar el reino del Señor Jesucristo en Israel. Esto es mencionado como el segundo ataque de los Asirios (Ez. 38-39; Is. 10:28-32; 29:13; 33:1; Is. 36-37*; 2 Cr. 32*; Sal. 46:3; Sal. 86:14; Sal. 140:1-4,9; Mi. 4:11-12; 5:5).
• El Señor utilizará esta ocasión para causar que ejércitos de muchas naciones de la tierra vengan con ellos. Gog (Rusia) liderará el ataque final (Is. 34:12; Jl. 3:12,9-15; Sof. 3:8; Mi. 4:11-12; Ez. 38:46).
• Las noticias de que las hordas lideradas por Gog (Rusia) se aproximan, llegarán a oídos del recientemente reunido Israel, y pedirán ayuda al Señor para salvarse (Is. 10:28-32; 29:4; 37:1-4*; Sal. 86:14-17; Sal. 140-143).
• Las innumerables filas del ejército enemigo al aproximarse parecerán una nube (Ez. 38:16).
• El Señor, ahora en Sión (Jerusalén), no permitirá que la ciudad sea tomada de nuevo (Sal. 46:4-6; Nah. 1:1-15; Sof. 3:15).
• El Señor animará a Israel a confiar en Él como su refugio (Is. 10:24-27; 26:20-21; 37:33-35; Sof. 3:8; Mi. 5:5; Sal. 46:1-3,5; Sal. 140:7; Sal. 143:9; Nahum 1:7).
• El Señor causará sorpresivamente un terremoto masivo para interrumpir el plan de batalla de los ejércitos invasores. El temor y la confusión se derramarán entre sus filas. El pandemónium comenzará entre los enemigos, y en su pánico los ejércitos comenzarán a atacarse unos a otros (Ez. 38:18-21; Zac. 14:12-13; Is. 29:6).
• Al mismo tiempo el Señor causará otras catástrofes naturales para acompañar el terremoto, tales como pestilencias, granizos, lluvias torrenciales y fuego (Ez. 38:22; Is. 29:6).
La vendimia (o el lagar)
• El Señor entonces rugirá desde Jerusalén para hollar el lagar de la ira de Dios. Este es el juicio del lagar o de la vendimia. Gog (Rusia), que dirigirá el ataque, caerá en las montañas de Israel (Ap. 14:17-20; Is. 26:21; Ez. 38:13-23; 39:1-5; Is. 10:33-34; 27:1; 33:10-12; 37:36; 63:1-6; Jl. 3:16).
• Cinco sextos de los ejércitos de Gog (Rusia) serán destruidos (Ez. 39:2).
• El Señor, en fiera indignación, hollará la ola de naciones que sigan a Gog mientras marchan a través de la tierra, desde Jerusalén hasta la tierra de Edom, donde los ejércitos bajo el mando de Gog se reunirán. Esto será aproximadamente unas 320 kilómetros (Ab. 3-12; Ap. 14:20; Jl. 3:12).
• Edom (probablemente una parte de Arabia) será el lugar donde el Señor aplastará las naciones que sigan a Gog. Él aplastará a los paganos en Su ira y los pisoteará en Su furia. La matanza de los ejércitos será tan grande que la sangre subirá hasta el freno de los caballos. Este será el día de la venganza del Señor (Is. 34:1-10; 63:1-6; 66:15-18; Jl. 3:12-16; Ab. 15-16; Ap. 14:20; Mi. 4:11-12).
• El hedor de sus cadáveres subirá desde la tierra, y las aves de los cielos comerán su carne (Is. 34:3; Ez. 39:4).
• El Señor también enviará un fuego devorador y un gran torbellino hacia la tierra de Rusia, y a muchas partes distantes de la tierra. Consumirá a muchos incrédulos en estas partes. “Los muertos de Jehová yacerán en aquel día desde un extremo de la tierra al otro” (Ez. 39:6-7; Sof. 3:8; Jer. 25:32-33; 30:23; Is. 66:16).
• Los gentiles que sean eximidos de los juicios desoladores del Señor, volverán a sus tierras a las partes lejanas de la tierra para declarar las noticias de la gloria del Señor. Las naciones oirán y temerán, y ayudarán a todo Israelita remanente a volver a su tierra (Is. 11:11-12; 66:19-20).
• Los juicios del Señor en Edom, sobre las naciones que siguieron a Rusia en la batalla, serán tan severos que la misma tierra de Edom quedará en perpetua desolación. Permanecerá árida y desolada de generación en generación, y servirá como un recordatorio para todos aquellos que puedan pensar en revelarse durante el milenio (Is. 34:5-15; Jl. 3:19; Mal. 1:3).
• El Señor retornará a Israel desde Edom, habiendo hollado Él solo el lagar (Is. 63:1-6).
Los ejércitos de Israel
• Habiendo retornado, el Señor guiará a los ejércitos del Israel restaurado a combatir y a subyugar a todos los enemigos que aún estén situados en lo que es su territorio por derecho; tal como en los días en que Josué guió a los hijos de Israel en la conquista. La batalla se extenderá más allá de la tierra de Asiria (Mi. 5:5-6). En este momento Israel tomará posesión de toda la extensión de su herencia prometida, desde el río Eufrates hasta el río de Egipto (Gn. 15:15-18; Ex. 23:31; Jos. 1:4; Sal. 47:3; Sal. 108:7-13; Sal. 144:1; Is. 11:14; Jer. 51:20-23; Ez. 25:14; Ab. 17-21; Mi. 4:13; 5:5-6,8; Ez. 39:10; Zac. 10:3-5; 12:6; 14:14; Nm. 24:17-19; 2 S. 8:1-13*; Est. 9:1-19*; Sal. 118:10-12; Sal. 18:34-48; Mal. 4:3).
• Edom recibirá su golpe final de parte de los ejércitos de Israel. No quedará ninguna persona. Será removido totalmente como nación de la faz de la tierra (Ez. 25:14; Ab. 18; Is. 11:14; Nm. 24:18-19).
• Los filisteos también recibirán su golpe final de los ejércitos de la tierra. Ellos tampoco permanecerán como nación sobre la tierra (Is. 11:14; Sof. 2:5; Am. 1:8; 2 S. 8:1*).
• Moab y Amón serán subyugados y puestos bajo tributo por Israel. A un remanente de ellos le será permitido permanecer sobre la tierra durante el reino milenial de Cristo (Is. 16:14; Jer. 48:47; 49:6; 2 S. 8:2*).
Satanás atado
• Satanás y sus ángeles serán atados y confinados en el abismo insondable por mil años (Ap. 20:1-3; Is. 24:21-22, “muchos días”).
• El Señor hará cesar toda guerra y violencia. De aquí en más, no se le permitirá a ningún opresor molestar a Israel de nuevo (Nah. 1:15; Jl. 3:17; Sal. 46:9; Sal. 147:14; Is. 60:18; Zac. 9:10; Is. 2:4; Mi. 4:3; 1 R. 5:4*).
El juicio de sesiones
• El Señor establecerá entonces “su gran trono de gloria” en la tierra de Israel, y todas las naciones remanentes de la tierra serán convocadas delante de El. Serán juzgadas de acuerdo a cómo han tratado a los mensajeros del evangelio del reino, que fueron a predicar a todas las naciones (Mt. 24:14). El Señor las separará como el pastor divide las ovejas de las cabras. Las naciones que sean halladas justas, entrarán en la bendición sobre la tierra con Israel. Las que sean halladas injustas, serán enviadas al castigo eterno. Este es el juicio de las sesiones del Señor (Mt. 25:31-46).
• Habrán expirado hasta ahora 1335 días desde la mitad de la semana. Cada adversario y malhechor será derrotado (Dn. 12:12; 1 R. 5:4*).