La conducta personal de Nehemías es paralela a la del apóstol Pablo. Aunque como gobernador tenía derecho a ser provisto por el pueblo, no se haría responsable ante ellos (Neh. 5:14-15). “Si os hemos sembrado cosas espirituales, ¿es una gran cosa si cosechamos vuestras cosas carnales? Si otros son partícipes de este poder sobre ti, ¿no somos nosotros más bien? Sin embargo, no hemos utilizado este poder; mas sufrid todas las cosas, no sea que obstaculicemos el evangelio de Cristo” (1 Corintios 9:11-13). Nehemías anduvo en el temor de Dios; Aprovechar los privilegios que su posición podría haber exigido habría sido un obstáculo para el pueblo. Pablo, del mismo modo, no tomaría de la gente para que el evangelio no fuera obstaculizado. ¿Cómo pudo Nehemías vivir en riquezas cuando sus hermanos sufrieron depravación? “Porque todo esto no requirió el pan del gobernador, porque el cautiverio pesaba sobre este pueblo” (Neh. 5:18). En cambio, Nehemías trabajó allí mismo junto a sus hermanos, construyendo el muro (Neh. 5:16).
Los corintios reinaron como reyes, pero no es ahora el momento de reinar; hay un día venidero para eso: “habéis reinado como reyes sin nosotros; y quisiera a Dios que reinarais, para que nosotros también reináramos vosotros” (1 Corintios 4:8). Tristemente en la cristiandad de hoy, vemos solicitudes abiertas y audaces de dinero, y las recompensas temporales son vistas como la bendición de Dios. Las advertencias de Pedro son muy ciertas: “Por medio de la codicia, con palabras fingidas, os harán mercancía” (2 Pedro 2:3). Cuán diferente a Nehemías, que esperó en Dios su bendición y recompensa: “Piensa en mí, Dios mío, para bien, según todo lo que he hecho por este pueblo” (Neh. 5:19).