No es necesario dar detalles de las cruzadas posteriores, aunque se puede hacer una referencia incidental de que entre la quinta y la sexta cruzada, hubo otra compuesta totalmente por niños, organizada por un muchacho pastor. Es triste registrar que este patético intento de conquistar a los infieles cantando himnos y rezando oraciones tampoco tuvo más éxito que las otras, y un gran número de los noventa mil niños que emprendieron la cruzada murieron de hambre o fatiga, o fueron vendidos como esclavos. Las mismas causas irrazonables y antiescriturarias, aunque galvanizadoras, y los mismos resultados desastrosos, se hacen evidentes en cada una de las expediciones, ello a pesar del hecho de que durante doscientos años fueron la fuente de una enorme riqueza y poder para la iglesia, y de incalculable miseria, ruina y degradación para las naciones de Europa.