La Palabra de Verdad nos dice en términos claros y positivos que los muertos serán levantados. Ninguna doctrina de fe es más vital para la cristiandad que ésta, ni reposa sobre un punto de mayor autoridad enfática en la Escritura.
“Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:13-14).
Pero importa notar que las Escrituras no enseñan que todos los muertos se levantarán a un tiempo. Una resurrección parcial de santos ha tenido ya lugar.
“Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos” (Mateo 27:52-53).
Hay dos resurrecciones, aún futuras, diferentes en cuanto a tiempo y a personas. Se las distingue con los títulos de “vida”, de “condenación”, etc.
“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29).
Y si a esto algunos oponen que la palabra “hora” indicaría una resurrección simultánea de esas dos clases, se les puede responder que la “hora” del versículo 25 ha durado ya diez y ocho siglos. (Véanse también “día” en 2 Pedro 3:8; 2 Corintios 6:2; Juan 8:56).
“Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:13-14).
En ese pasaje el Señor habla solamente de la primera resurrección. En 1 Corintios 15 aparece aún más la distinción: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en Su venida” (1 Corintios 15:22-23).
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:13-16).
Esta resurrección de “vida”, de “los justos”, de “los muertos en Cristo”, es la misma de que habla Pablo en Filipenses 3:11.
En Apocalipsis 20:4-6 hallamos de nuevo juntas las dos resurrecciones, con la importante adición del tiempo que media entre la resurrección de los salvos y la de los no salvos.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”.
Los versículos 12 y 13 describen la segunda resurrección para “condenación”.
El testimonio de la Escritura es claro en cuanto al hecho de que los cuerpos de los creyentes son levantados de entre los cuerpos de los incrédulos, y van a recibir al Señor en el aire mil años antes de la resurrección de los últimos. La doctrina de la resurrección solo afecta los cuerpos de los muertos; sus espíritus, independientes del cuerpo, entran inmediatamente en bienaventuranza o en tormento (Filipenses 1:23; 2 Corintios 5:8; Lucas 16:22-23).