La expresión “juicio general”, tan frecuente en la literatura religiosa, no se halla en las Escrituras, y, cosa aún de mayor importancia, la idea que pretende encerrar es igualmente extraña a la Biblia.
Con razón dice el Dr. Pentecost: “Una mala costumbre impulsa al mundo cristiano a hablar del Juicio cual, si fuera un grande acontecimiento que tendrá efecto al fin del mundo, cuando todos los seres humanos, santos, pecadores, judíos y gentiles, los vivos y los muertos, estarán ante el gran trono blanco, para ser juzgados. Nada puede diferir más de la enseñanza de las Escrituras”.
Las Escrituras hablan de cinco juicios, diferentes en cuatro respectos generales:
(1) Con respecto a los sujetos del juicio;
(2) Con respecto al lugar del juicio;
(3) Con respecto al tiempo del juicio;
(4) Con respecto al resultado del juicio.
1. El juicio de los pecados de los creyentes
Los pecados de los creyentes han sido juzgados.
Fecha: 30 d. C.
Lugar: la cruz.
Resultado: la muerte para Cristo, justificación para el creyente.
“Y Él, cargando Su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí Le crucificaron” (Juan 19:17-18).
“Quien llevó Él mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24).
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13).
“Al que no conoció pecado, por nosotros Lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21).
“Pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de Sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:26).
“Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo” (Hebreos 1:3).
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
“De cierto, de cierto os digo: El que oye Mi palabra, y cree al que Me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
2. El juicio del pecado dentro del creyente
El yo del creyente debe ser juzgado.
Fecha: cualquier momento.
Lugar: cualquier parte.
Resultado: castigo.
“Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” (1 Corintios 11:31-32).
“Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (Hebreos 12:7).
Véanse también 1 Pedro 4:17; 1 Corintios 5:5; 2 Samuel 7:14-15; 2 Samuel 12:13-14; 1 Timoteo 1:20.
3. El juicio de las obras de los creyentes
Las obras de los creyentes deben ser juzgadas.
Fecha: a la venida de Cristo.
Lugar: “en el aire”.
Resultado: recompensa o pérdida para el creyente, pero salvación.
Es un pensamiento muy solemne que, no obstante haber llevado Cristo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero, y aunque Dios ha hecho pacto con nosotros y no se acordará más de ellos (Hebreos 10:17), toda obra debe ser juzgada.
“Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:9-10).
“Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (Romanos 14:10).
Conviene observar que ambos pasajes están limitados al creyente, cual lo indica el contexto. En el primero, el apóstol se ha dirigido a nosotros considerándonos en uno de dos estados: estando en el cuerpo y ausentes del Señor, o ausentes del cuerpo y presentes con el Señor; y no podría servirse de tal lenguaje con los incrédulos. “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos” etc. (2 Corintios 5:9-10).
En el otro pasaje, las palabras “todos” y “hermano” se limitan al creyente. El Espíritu Santo nunca une así a los salvos y los perdidos. Entonces, para que no parezca increíble que un santo redimido pueda entrar en un juicio cualquiera, cita un texto de Isaías para probar que “toda rodilla” se doblará, etc., y añade “de manera que cada uno de nosotros dará a Dios razón de sí”.
El pasaje siguiente da la base del Juicio de las Obras.
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:11-15).
Los textos siguientes fijan el tiempo de ese juicio.
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27).
“Y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:14; véanse 1 Corintios 15:22-23).
“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5).
“He aquí Yo vengo pronto, y Mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Timoteo 4:8).
El lugar de ese juicio: 1 Tesalonicenses 4:16-17. Véanse también Mateo 25:24-30.
4. El juicio de las naciones
Las naciones deben ser juzgadas.
Fecha: a la gloriosa aparición de Cristo (Mateo 25:31-32; Mateo 13:40-41).
Lugar: el Valle de Josafat (Joel 3:1-2,12-14).
Resultado: algunos salvados, otros perdidos.
Base: tratamiento de aquellos que Cristo llama “mis hermanos” (Mateo 25:40,45; Joel 3:3,6-7). Se cree que esos “hermanos” son los judíos que han reconocido a Jesús como su Mesías durante “la gran tribulación” que sigue el rapto de la iglesia y se termina con la gloriosa aparición de nuestro Señor (Mateo 24:21-22; Apocalipsis 7:14; 2 Tesalonicenses 2:3-8). La prueba es demasiada extensiva para ser aducida aquí. Es, sin embargo, evidente que esos “hermanos” no pueden ser creyentes de esta dispensación pues sería imposible hallar un número considerable de cristianos tan ignorantes que no sepan que los actos de cariño a los creyentes son verdaderamente ministraciones al mismo Jesús.
Resultado: Mateo 25:46.
Como ese juicio de las naciones vivas es a veces confundido con el del “gran trono blanco” (Apocalipsis 20:11), conviene observar los siguientes contrastes entre las dos escenas.
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Naciones Vivas
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Gran Trono Blanco
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Ninguna resurrección.
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Una resurrección.
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Las naciones vivas juzgadas.
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“Los muertos” juzgados.
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En la tierra.
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Los cielos y la tierra desaparecieron.
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Ningún libro.
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“Libros abiertos”.
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Dos clases: ovejas, cabritos.
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Una clase: “los muertos”.
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Fecha: cuando Cristo aparezca.
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Cuando Él haya reinado 1000 años.
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Los santos serán asociados con Cristo en ese juicio y, por consiguiente, no pueden ser sus sujetos. Véanse 1 Corintios 6:2; Daniel 7:22; y Judas 14-15.
En verdad, el juicio del “gran trono blanco” y el juicio de los pueblos vivos solo tienen una cosa en común: el Juez.
5. El juicio de los muertos malos
Los muertos malos deben ser juzgados.
Fecha: un día determinado, después del milenio (Hechos 17:31; Apocalipsis 20:5,7).
Lugar: ante el “gran trono blanco” (Apocalipsis 20:11).
Resultado: Apocalipsis 20:15.
Algunos se turbarán ante la palabra “día” en pasajes tales como Hechos 17:31 y Romanos 2:16. Véanse los siguientes, en que “día” significa un largo período: 2 Pedro 3:8; 2 Corintios 6:2; Juan 8:56. La “hora” de Juan 5:25 ha durado ya más de dieciocho siglos.
[Nota.— Las Escrituras también hablan de un juicio de ángeles. (1 Corintios 6:3; Judas 6; 2 Pedro 2:4). Lucas 22:30 se refiere probablemente a jueces bajo la Teocracia, oficio más bien administrativo que judicial. Véanse Isaías 1:26].