Los levitas y su obra

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Números 3; 4; 8:5-26; 18:2-6, 21-32; 26:57-62; 35:1-8;
Deuteronomio 18:1-8
No se quedaría completo el estudio del Tabernáculo, si no se incluyera algo referente a LOS LEVITAS, SU OBRA, y LA DIVISIÓN DEL TRABAJO.
Los levitas son representativos de los creyentes como SIERVOS de Jesucristo. Su obra era llevar el tabernáculo y los vasos santos por el desierto, para erigirlo según el diseño divino en el lugar ordenado divinamente, y bajarlo cuando la nube se levantaba para que el campamento emprendiera marcha. Su llamamiento, sus calificaciones para el servicio, y las varias esferas en las cuales Jehová los colocó, son todos temas de mucho interés para el creyente.
Tuvieron que ser llamados. Los levitas fueron llamados según la gracia para ocupar el lugar de los primogénitos (véase Números 3:12-13); asimismo el llamamiento y la gracia de Dios han llegado a nosotros, pecadores de los gentiles que estaban lejos, "sin esperanza y sin Dios en el mundo" (véase Efesios 2:1-10); un pueblo muerto y resucitado, vivo a Dios en nuevas circunstancias y en un nuevo ambiente.
Después de su llamamiento vino su preparación para el servicio; tenían que ser "expiados" y "apartados" en la presencia de toda la congregación. Eso era el primer paso. No era "educación" y "ordinación, " sino "expiación" y "separación. " Aparte de estos requisitos, nadie puede jamás llegar a ser siervo de Dios. Pueden ser votados para puestos eclesiásticos por colegas; pueden predicar, enseñar y administrar los "sacramentos" así designados; pero, sin ser renacidos y llamados por Dios por su Espíritu (véase Hechos 13:2) son nada más que siervos del diablo (véase Hechos 8:9-23).
Los levitas tenían que ser "apartados." Fueron dados a Aarón en don (véase Números 8:19), y por él devueltos a Jehová en ofrenda viva (véase v.21). Entonces les fue permitido entrar en el servicio del tabernáculo por un período de 25 años (véase Números 8:24-25). También el siervo del Señor tiene que ser apartado de los yugos desiguales y la comunión con las tinieblas (véase 2ª Corintios 6:14-18). Hay mucho que "dejar" (véase 1ª Pedro 2:1), y de lo cual "despojarnos" (véase Colosenses 3:8-9) después de ser convertidos, y así el creyente debe ser "probado."
A ellos no les fue dada ninguna herencia terrenal como fue dada a sus hermanos de las tribus de Israel. Jehová mismo era su herencia y de las ofrendas de Él les fue permitido participar (véase Deuteronomio 18:1-2). Sus necesidades fueron abundantemente provistas por su Dios por medio de sus hermanos, y no les faltó ningún bien (véase Números 35:1-8). Era así con los siervos de Cristo en los días primitivos, y debe ser así hoy en día, pero desgraciadamente esto es olvidado por muchos de nuestros amados hermanos en Cristo. El ministerio no debe ser un comercio de moda en el cual se obtiene la alabanza de los hombres con salarios fijos y títulos mundanos. "Prisiones y tribulaciones" (Hechos 20:23) eran la porción y perspectiva de los siervos de Dios de aquel entonces: "cada día muriendo" (1a Corintios 15:31) era su experiencia diaria.
El repartimiento del trabajo
La tribu de Leví se componía de tres familias: Coath, Gersón y Merari. El cuidado de cierta parte del tabernáculo de Dios fue confiado a cada una de éstas.
El significado de cada familia es interesante. "Coath" quiere decir —"asamblea," así representa el ministerio de Pablo; "Gersón" quiere decir—"extranjero aquí," y así corresponde al ministerio de Pedro; y "Merari"—"la amargura," al ministerio de Juan. También, generalmente se entiende que la obra de los meraritas, con sus fundamentos y armadura, representa al evangelista y su obra; los gersonitas, con sus cortinas, cubiertas y cuerdas embelleciendo, protegiendo, y reforzando: al pastor y su obra; los coathitas, llevando sobre los hombros con paso firme los vasos del santuario y poniéndolos en orden: al doctor (maestro) y su ministerio. "Él mismo (Cristo) dio unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros pastores y doctores; para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo" (Efesios 4:11-12).
La esfera del evangelista es el mundo. El habla de Cristo crucificado y resucitado: éste es su tema—pone las basas en la arena del desierto. Su mensaje es el arrepentimiento y la fe en nuestro Señor Jesucristo, nada de la reforma de este mundo, ya condenado; no tiene nada que ver con precedentes o "estriberones" que conduzcan al evangelio de Cristo. Predica a Cristo crucificado, resucitado, y glorificado a la diestra de la Majestad en los cielos. Cristo es la fuente de la salvación para el pecador (véase Hechos 4:12), tanto como el fundamento de la Iglesia (véase Mateo 16:18), y habiendo hecho esto por el poder del Espíritu Santo, les dirige al Centro divino, Cristo, conforme al dechado divino (véase Mateo 18:20).
La obra de los meraritas fue seguida por la de sus coadjutores, los gersonitas, quienes con las cuerdas reforzaron, con las cubiertas protegieron, y con las cortinas embellecieron, lo que sus hermanos habían edificado. Esta es la obra del pastor, no en el sentido del sectarismo como de uno ordenado por los hombres (lo que es ajeno a la enseñanza del Nuevo Testamento), sino como un verdadero cuidador de las ovejas y los corderos (véase 1ª Pedro 5:2-4).
Un día un hermano indio fue interrogado por cierto misionero,
—¿Quién es el pastor de ustedes?
—Respondió el hermano—, señor, somos cuatro.
—¡Cuatro! —exclamó el misionero—, debe ser una congregación muy rica para sostener cuatro pastores.
—Sí, señor —respondió el hermano indio—, somos cuatro y cuidamos estas ovejitas —señalando una agrupación de campesinos humildes y pobres.
Ya levantado y embellecido el tabernáculo, restaba que los hijos de Coath entraran los vasos santos y los colocaran en sus lugares ordenados en la casa y los atrios de Jehová. Esto es la obra del doctor (maestro o enseñador). Con enseñanza fiel y sabia, todo en su debido orden, y a la medida que los creyentes las puedan recibir, enseña las verdades de las cuales estos vasos sagrados son figuras; por ejemplo: explica el significado del altar de bronce que habla del sacrificio perfecto de Cristo, y la aceptación del creyente en Cristo; de la fuente, que habla de la purificación diaria; y prosigue con las cosas prefiguradas en el altar, la mesa, el candelero—la posición de los santos resucitados con Cristo, adorando en el altar, alimentados de la mesa y en la comunión del propiciatorio.
Así, por constante y continuo trabajo en el Señor, la obra del Señor sigue día tras día, y de siglo en siglo, a pesar de la oposición de hombres y los impedimentos de Satanás.
Quisiéramos agregar algo más referente a las tres familias: Coath, Gersón, y Merari. En el libro de Números, capítulo 7, leemos que "Moisés recibió los carros y los bueyes, y diólos a los levitas. Dos carros y cuatro bueyes, dio a los hijos de Gersón conforme a su ministerio; y a los hijos de Merari dio los cuatro carros y ocho bueyes, conforme a su ministerio...y a los hijos de Coath no dio; porque llevaban sobre sí en los hombros el servicio del santuario" (vvss. 6-9).
Se nota pues, que los gersonitas y los meraritas necesitaban carros y bueyes para llevar las cosas pesadas del tabernáculo, tales como se enumeran en Números 4:22-28, y 29-33. Pero, no fue así con el servicio de los coathitas. Su cargo era demasiado precioso para que fuese llevado en carros. Era su privilegio y responsabilidad de llevar las cosas sagradas sobre sus hombros. ¡Quiera Dios que reconozcamos nuestro gran privilegio y solemne responsabilidad de dar fiel testimonio al Nombre de nuestro Señor Jesucristo!