Examinemos esta dificultad.
¿Por qué no puede Ud. creer? ¿No puede creer que Ud. es pecador? Dios lo atestigua en Su Palabra; y si Ud. quiere ver confirmada, la verdad de Su testimonio, por cierto la experiencia de un solo día le será suficiente. Ud. no duda de que sea un pecador.
¿Es que no puede Ud. creer el testimonio de Dios en cuanto a Su Hijo? ¿Qué es este testimonio?
Es que “ ... fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25), que “padeció una vez” (1 Pedro 3:18) y que “al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). ¿Cree Ud. eso? Ud. dirá: “Por supuesto lo creo”. Ahora vea Ud. lo que ello implica: Ud. cree por una parte que Ud. es pecador, y por otra parte que Cristo ha muerto por los pecados, y con todo Ud. dice que no puede creer.
Permítame entonces que yo le haga otra pregunta: ¿Cree Ud. que Dios está satisfecho y ha aceptado lo que Cristo hizo en Su muerte por los pecadores? Antes de que Ud. trate de responder a esta pregunta, acuérdese Ud. de dos hechos: que la resurrección de Cristo y Su glorificación a la diestra de la majestad en el cielo son la prueba de que Dios está satisfecho, que ha aceptado perfectamente la expiación realizada en la cruz y que la proclamación del Evangelio es también una prueba de ello porque el Evangelio es la consecuencia de la obra terminada de Cristo y de Su aceptación por Dios.
El mensaje es proclamado sobre el fundamento de la cruz. “Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20). Por consiguiente ¿cree Ud. que Dios está satisfecho? Ud. no puede dudar de ello. ¿Qué queda por hacer? Que también Ud. quede satisfecho. Eso y nada más.
El “no puedo creer” significa muchas veces “no quiero creer”, “me niego a inclinarme ante el juicio de Dios sobre mí como pecador”. Si Ud. reconoce su estado de pecador, entonces aceptará la oferta de la salvación como nuevas de gran gozo.
Suponga Ud. que a una familia que no tiene que comer, y que se le ofrecen provisiones gratuitas a la puerta de su casa; ¿qué pensaría Ud. si se respondiese a los que llevan los alimentos: “No podemos creer que esto sea para nosotros”? Recuerde Ud. que Dios está hablando. ¿Dudará Ud. de que Dios sea digno de ser creído? Irá su incredulidad tan lejos? Si un amigo suyo le da una noticia y si Ud. le dice que no puede creerle, él considerará tal declaración como una ofensa. Tanto más Ud. no debe vacilar en creer la veracidad de Dios.