“Una lámpara... sobre el candelero... alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:15,16).
Un ateo pasó unos días con Fenelón, un cristiano piadoso. El incrédulo fue tan conmovido que dijo, “Si me quedo aquí más tiempo, me haré cristiano a pesar de mí mismo”.
Fenelón no había usado palabra alguna de controversia o ruego. Fue solamente el argumento quieto y convincente de su vida santa, un andar y conversación en conformidad.
Otro cristiano fiel, Cecilio, dijo: “Procuré hacerme escéptico cuando yo era joven pero la vida de mi madre era demasiado ejemplar para mí”.
Un anciano predicador africano, decía: “Un buen ejemplo es la predicación más elocuente”. Tenía razón.
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“¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros” (1 Samuel 15:22).
Cuando el profeta Samuel habló estas palabras al Rey Saúl, quería hacerle comprender el lugar importantísimo que la obediencia tiene en la vida de cada persona que hace profesión de servir al Señor. El Señor Jesús dio énfasis al mismo principio. El que no es obediente sólo se engaña a sí mismo diciendo que está siguiendo al Señor. Él afirmó enfáticamente: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hiciere la voluntad de Mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
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La prosperidad material quitada
Hace poco un ciclón terrible arrasó las propiedades de muchos campesinos, destruyendo sus cosechas, etc. Entre ellos había creyentes en el Señor Jesús. Para ellos y otros tantos que sufren adversidad en este mundo es muy consolador el pasaje en Habacuc 3:17-18: “Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de la majada, y no habrá vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salud”.
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No ya yo, mas Cristo
“Díceles Simón: A pescar voy. Dícenle: Vamos nosotros también contigo” (Juan 21:3).
Pedro dio la voz y todos los demás le siguieron. Basta un solo hermano voluntarioso para hacer desviar una compañía entera. Si una sola persona prominente se extravía, a menudo todas las demás le siguen. Por lo tanto, se ve que la influencia que ejercemos, el uno al otro, es un asunto serio. Desembocará a una cosa grave si la iniciativa no es acertada. No hablamos tanto de nuestras palabras como de nuestros caminos, porque “los hechos hablan con más elocuencia que las palabras”, y el espíritu de un hombre pesa más que sus comunicaciones. Su comportamiento influirá en otras personas mucho más que sus palabras, porque las palabras se olvidan; pero el hábito general, la vida de la persona, es la que impresiona a otras.
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PUNTO: Hay una cosa que el Señor desea sobremanera para cada uno de nosotros: que estemos en amistad íntima con Él y también con nuestros hermanos.
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PUNTO: La incorruptibilidad, la pureza, la preservación, la perpetuidad, son todas las cualidades expresadas por la SAL. “Sea vuestra palabra siempre con gracia sazonada con sal” (Colosenses 4:6).
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Después de la muerte ¿qué?
Recibimos una carta con muchas citas de las Sagradas Escrituras, procurando establecer lo siguiente: “En estos pasajes, Job 3:11-19; Eclesiastés 9:4-6,10; e Isaías 38:12-19, vemos que los muertos nada saben y dejan de existir, por tanto no puede haber infierno después de la muerte”.
Refutando la idea de aquel caballero, acordémonos de que aquellos hombres de los tiempos antiguos hablaban de cosas “debajo del sol” (Eclesiastés 9:9).
Con raras excepciones no tenían una revelación de lo que había en el otro mundo más allá que sus conocimientos. Nuestro Señor Jesús, Dios omnisciente, dijo del rico así: “Fue sepultado. Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos” (Lucas 16:22-23). El pasaje entero (Lucas 16:19-31) demuestra que el rico poseía todos sus sentidos: podía ver, oír, hablar, y sentir. Además tenía memoria aguda. Jesús, refutando la doctrina falsa de los saduceos que negaban la resurrección, dijo también, “Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven a Él” (Lucas 20:38). Agregó también esta palabra solemne: “Todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron mal, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29). Y en Hebreos 9:27 leemos así: “Está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio”.
Job mismo, cuya queja lastimosa fue citada, tenía fe cierta de lo que habría de suceder “más allá del sol”. ¡Habló de la resurrección y del Redentor! “Yo sé que mi Redentor vive”. Léase Job 19:23-27.
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Fructificando en humildad
Cuando el trigo y la cizaña crecen juntos, pronto muestran cuál de los dos tiene la bendición de Dios. El trigo inclina la cabeza bajo el peso de cada grano; cuando fructifica mucho, inclina la cabeza más. Pero la cizaña yergue la cabeza arriba de la del trigo y no lleva buen fruto. “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).
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Nombres aplicados a los creyentes en la Primera Epístola de Pedro
Son llamados: extranjeros, elegidos, hijos, niños, piedras vivas, casa espiritual, sacerdocio santo, linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, pueblo de Dios, peregrinos (1 Pedro 1:1,2,14; 2:1,5,9,10,11).
¡Quién hubiera pensado jamás que un pobre pecador, extraviado de Dios y muerto en sus pecados, fuese introducido al estado bendito de un hijo adoptivo de Dios!
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PUNTO: Esta era cristiana empezó con un gran sonido del cielo y terminará con otro igualmente fuerte (compárese Hechos 2:2 y 1 Tesalonicenses 4:16).
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PUNTO: La verdad no hiere a menos que sea necesario: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12).
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PUNTO: “Los que moran en la tierra” son las gentes que no quieren, ni querrán, saber nada de Dios y de Su Cristo. La expresión se halla no menos de 12 veces en el Apocalipsis.
“Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria” (Colosenses 3:1-4).
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EXTRACTO: Cuando Pedro fue hinchado de confianza en sí mismo, él fracasó. Cuando ese sentimiento de confianza propia había sido quebrantado, desde luego Cristo podía confiar en él.
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Núm. 152. — Para enero y febrero de 1975. — 1 de enero de 1975. Palabras de Edificación, Exhortación y Consolación. — Publicación bimestral. — Oficinas editoriales y de impresión, Tipográfica Indígena, Domingo Diez 503-M, Cuernavaca, Mor., México. Director, A. Farson A. — Reg. artículo 2a clase, 28 de enero de 1963. — Consta de 32 Páginas. — Tiro 4000.