El Señor del cual somos
“Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, o que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8).
Cuando Tomás K. y sus hermanos salían de la casa para divertirse, su madre siempre les amonestaba: “¡Cuidado muchachos!, acordaos a quienes pertenecéis”. Todos ellos conocían el significado de esas palabras: era preciso que la honra de la familia fuese mantenida. No convenía que su conducta avergonzara a su padre y a su madre.
Nosotros somos de Cristo, el Señor. Acordémonos de Quién somos.
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Un drogadicto librado
“El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
“Ud. predicó ese sermón sobre Romanos 15:13. Mientras yo estaba sentado allí, Ud. no tenía ninguna idea de que yo era un drogadicto, atado por una cadena que no podía romper y más desesperado cada día. Repentinamente Ud. dijo, ‘Jesucristo puede infundir esperanza en un corazón sin esperanza’. Abrí mi corazón a Cristo. Le recibí por fe como mi Salvador. Cuando salí, arrojé mis drogas y demás cosas en el desagüe. Supe que era un hombre nuevo en Cristo”.
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Extracto: No le gusta al cristiano que anda desordenadamente que otro cristiano haga contacto con él; se siente redargüido. Cuando el corazón no está bien con Dios, Su luz nos hace sentir incómodos.
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La ofrenda cristiana
“Ofrezcamos por medio de Él a Dios siempre sacrificio de alabanza, es a saber, fruto de labios que confiesen a su nombre. Y de hacer bien y de la comunicación no os olvidéis: porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13:15-16).
“Cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere; para que cuando yo llegare, no se hagan entonces colectas” (1 Corintios 16:1-2).
Dos cosas se distinguen en la ofrenda de los santos de Dios: su habilidad y su aprecio de las bendiciones de Dios derramadas sobre ellos. Los macedonios apreciaron tanto la bondad de Dios hacia ellos que está escrito de ellos: “en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su bondad. Pues de su grado han dado conforme a sus fuerzas ... y aun sobre sus fuerzas” (2 Corintios 8:2-3). La mujer que quebró el alabastro de ungüento y lo derramó sobre la cabeza de Jesús estaba tan embelesada con lo digno de Su persona que ni un instante una vez pensó en el costo del ungüento.
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UNA PREGUNTA: ¿Por qué fue necesario que la lanza fuese clavada en el costado de Cristo, visto que estuvo ya muerto? ¿No fue su muerte la paga completa a Dios por el pecado? ¿Por qué se dice que es la sangre [no la muerte] la que hace la expiación por una persona?
UNA RESPUESTA: La lanza clavada en el costado (el corazón) de Cristo demostró a todos que Su muerte fue cierta, y además dio salida a la sangre de la expiación y el agua de la purificación sobre las cuales descansamos, y por las cuales somos limpiados. La muerte de Cristo produjo plena expiación por el pecado, pero sangre fuera del cuerpo, aparte de él, es un comprobante de muerte; (en el cuerpo, es la vida de él); por lo tanto la sangre es la voz usada uniformemente en las Escrituras para expresar el valor expiatorio de la muerte de Cristo; no porque la sangre vertida sea cosa distinta de la muerte, sino porque es una evidencia de ella. “Consumando la expiación” con la sangre es una expresión más apropiada que por medio de la muerte, porque significa la vida santa y perfecta entregada a muerte. La sangre, que era la vida, vertida ya en muerte, es la que es tan preciosa ante Dios.
Se notará que cuando la Escritura menciona la muerte de Cristo, se relaciona más en conexión con resurrección, significando la verdad del rescate del pecado (léase Romanos 6), más bien que la expiación de los pecados (léase Romanos 3).
(entresacado de THE YOUNG CHRISTIAN [EL JOVEN CRISTIANO], 1932, tomo 22, página 82).
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A Él conviene crecer
Juan Bautista dijo: “A Él conviene crecer, mas a mí menguar” (Juan 3:30). Acerca del Espíritu Santo, Jesús dijo: “Él me glorificará: porque tomará de lo Mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
Hazte el propósito de exponer los atractivos de Cristo y de llevar a los santos conscientemente a la presencia del Señor. Ocúpate en glorificar a Cristo —el revelarlo, por decirlo así— y luego ponte a un lado para que sea contemplada Su gloria.
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La hermosura de las aves da testimonio de Dios
De todas las cosas hermosas en el mundo, ¿cuál puede exceder la belleza de las aves? ¿Quién puede superar al pavo real en su grandiosa presentación? Un autor escribe que “las plumas del pavo real despliegan un motivo repetido y resplandeciente, producido por el efecto unido de la combinación de colores diferentes y de tonos distintos, marcados a intervalos fijos que son minuciosamente fraccionales, sobre cada ramificación de cada pluma; y cada punto en cada ramita requiere un desarrollo distinto para producir el armonioso resultado total del plumaje glorioso del pavo real”. La probabilidad es nula para que tal simetría, tal diseño estructural minuciosamente preciso, y exhibiendo tanta hermosura, sea el resultado de una fuerza ciega que no puede ver colores, ni tomar en cuenta medidas precisas, ni apreciar el cuadro magnífico. Tal belleza, tal simetría, tal diseño acabado de detalles múltiples y perfectos, no puede ser resultado del azar: fue imprescindible que tal resultado fuese concebido, planeado, y el plan llevado a cabo por una Persona inteligentísima y poderosa. ¡Solo Dios!
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Núm. 159. — Para marzo y abril de 1976. — 1 de marzo de 1976. — Palabras de Edificación, Exhortación y Consolación. — Publicación bimestral. — Oficinas editoriales y de impresión, Tipográfica Indígena, Domingo Diez 503-M, Cuernavaca, Mor., México. — Director, A. Farson A. — Reg. artículo 2a clase, 28 de enero de 1963. Consta de 32 Páginas. — Tiro 3200.