En Números 36 tenemos otro punto que termina el relato de las hijas de Zelofehad. Como el primero notó honrar su fe, así esto actúa como un guardia, y estampa el orden en el asunto, asegurando la gloria de Dios pero evitando la confusión entre los hombres; porque las tribus de Israel deben ser debidamente guardadas.
Por un lado, era de acuerdo con la bondad de Dios que las hijas debían heredar si no había hijo; Por otro lado, no se podía permitir que la herencia pasara de la tribu de sus padres. Esto se proporcionó en contra aquí como el otro antes.
Así, todo el libro abunda del primero al último con la prueba reiterada, continua y perfecta del cuidado amoroso de Dios por su pueblo en la tierra.