Oseas 3:1-5
Luego, en Oseas 3, se le ordena al profeta que tome una segunda esposa. Estos matrimonios son acciones emblemáticas, que nos recuerdan muchas cosas en Ezequiel, de Jeremías yendo al Éufrates para esconder su faja allí, y de Agabo en los Hechos de los Apóstoles, tomando el cinturón de Pablo y atando sus propias manos con él. Todas estas fueron acciones emblemáticas o típicamente ajustadas para dar indicios de eventos venideros.
La instrucción del primer matrimonio del Profeta es acerca de la expulsión de Israel como nación, y su regreso a la bienaventuranza en los últimos días. La instrucción que nos transmite su segundo matrimonio es sobre la historia política y religiosa del pueblo; y esto bien puede parecernos maravilloso; Porque con nuestros ojos vemos esta anticipación del profeta verificada y exhibida a la vida misma. Están, en este momento, sin rey, sin sacrificio, sin terafín. No tienen posición política, y no son ni un pueblo santificado ni idólatra. No están en el conocimiento y la adoración de Dios, ni en el servicio de los ídolos, como lo estaban sus padres. Nuestros propios ojos sí ven todo esto. Pero deben revivir política y religiosamente. Como el profeta continúa diciéndonos: “Volverán y buscarán al Señor su Dios, y a David su rey, y temerán al Señor y a su bondad en los postreros días” (Os. 3:5). Seguramente esta es otra vez su muerte presente y su resurrección venidera.