La venida del Señor en relación con Israel
El Señor aborda Su venida en relación con Israel primero, porque el evangelio de Mateo está escrito particularmente para el judío. Su venida en relación con Israel tiene que ver con Su Aparición después de la Gran Tribulación, y no con el Arrebatamiento. Se dirige a Sus discípulos como si fueran el remanente de los judíos que estarán en la tierra en ese día venidero. Ellos, por lo tanto, moralmente ocupan el lugar de los discípulos de ese tiempo. Isaías 8:15-16 dice: “Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados: enredaránse, y serán presos. Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos”. En aquel día, la muchedumbre de judíos será presa de los engaños del Anticristo y creerán su mentira, pero un remanente (“Mis discípulos”) se inclinará ante la ley del Señor y dará testimonio de Él en aquel día.
La Aparición del Señor será para liberación del remanente judío de sus perseguidores y para la restauración de la nación. Sin embargo, hay ciertas cuestiones entre el Señor y Su pueblo terrenal que deben ser resueltas primero; esto es, la culpa del judío al rechazarlo y crucificarlo hace 2000 años. El período de tribulación que precederá a la Aparición de Cristo será utilizado por Dios para humillarlos y llevarlos al punto de aceptar su culpabilidad como nación por Su crucifixión, por lo cual lo recibirán como su Mesías. Sin embargo, esto se llevará a cabo solamente en un remanente creyente de la nación judía; la muchedumbre del pueblo (que es apóstata) será destruido por sus opresores —es decir, por el Rey del Norte (Daniel 11:40-45).
En esta sección, hay tres grupos de señales. El primer grupo corresponde a las cosas que ocurrirán en la primera mitad de la semana profética de siete años de Daniel. El segundo grupo de señales corresponde a los ataques durante la Gran Tribulación, que es la segunda mitad de la semana profética de Daniel. El tercer grupo de señales tiene que ver con lo que sucederá inmediatamente después de la Gran Tribulación, cuando el Señor aparezca.
Señales correspondientes a los sucesos que preceden a la gran tribulación
(Mateo 24:4-14)
Antes de hablar de Su aparición en los versículos 27-28, el Señor dio a los discípulos varios detalles que marcarían el período de tribulación en general.
No hay muchos pasajes de las Escrituras que hablen de la primera mitad de la semana profética. El Señor llama a este período el “principio de los dolores” (versículo 8). Lo tenemos en el primer libro de los Salmos (del 1 al 41), en estos versículos en Mateo 24, y también en Apocalipsis 6. Si bien los comentarios del Señor en esta sección pertenecen principalmente a la primera mitad de la semana, son lo suficientemente generales para aplicarse a todo el período de siete años.
A. C. Brown señaló que los detalles dados aquí por el Señor se correlacionan con “los sellos” en el capítulo 6 de Apocalipsis, que también tiene que ver con la primera mitad de la semana profética. Los versículos 4-5 son quizás una alusión al primer sello, cuando habrá un esfuerzo por parte de la Roma papal (el jinete del “caballo blanco”) para engañar a las muchedumbres y formar una confederación occidental de diez naciones —a veces llamada el renacimiento del Imperio Romano (Daniel 2:40-45, 7:7-8), o la Bestia (Apocalipsis 17:1-13).
Los versículos 6-7 se refieren al segundo sello de Apocalipsis 6, que habla del tiempo en que la paz será quitada de la tierra, y cuando habrá “guerras, y rumores de guerras”. La segunda parte del versículo 7 se correlaciona con el tercer sello de Apocalipsis 6, cuando habrá “hambres” por toda la tierra. La tercera parte del versículo 7 se correlaciona con el cuarto sello, cuando habrá “pestilencias” (enfermedades) devastadoras por las que muchos morirán.
Los versículos 9-14 corresponden al quinto sello de Apocalipsis 6, cuando el martirio abundará. El Señor dice aquí, “Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”. Entre los judíos en la tierra de Israel aquel día, un remanente se distinguirá de la muchedumbre, por tener una fe real en Dios. Temerán a Dios y temblarán ante Su Palabra (Isaías 66:2). El remanente predicará el Evangelio del Reino, primero en la tierra de Israel, y luego en todo el mundo. Será un mensaje que anuncie al Mesías judío que viene a poner el mundo en orden, y a establecer Su reino. Predicarán a sus compatriotas judíos (Salmo 95) y a los gentiles (Salmo 96). El sistema corrupto religioso de Roma, que controlará la recién formada confederación occidental de naciones, se indignará ante este esfuerzo. Verán a estos evangelistas judíos como revolucionarios que tratan de socavar su control sobre el imperio, propagando doctrinas de otro poder que vendrá a derrocarlos. La persecución ocurrirá cuando el imperio intente purgarse de estos evangelistas.
Habiendo dicho esto, debo mencionar que el remanente judío piadoso de ese día consistirá en dos partes: la parte preservada y la parte martirizada. Muchos de estos judíos serán milagrosamente preservados durante la gran persecución, y “perseverarán hasta el fin” de la era —que será el fin de la Gran Tribulación (versículo 13). Entonces entrarán en el reino milenario de Cristo en la tierra. La otra porción del remanente será martirizada por su testimonio (Apocalipsis 6:9-11). Serán resucitados al final de la Gran Tribulación (Apocalipsis 14:13) para recibir una mejor porción con los santos glorificados en los cielos (Apocalipsis 20:4).
Señales correspondientes al comienzo y a la presencia de la gran tribulación
(Mateo 24:15-28)
A medida que se acerca la mitad de la semana profética, habrá señales que indiquen el comienzo de la Gran Tribulación, la última mitad de la semana profética de Daniel. El Señor habla de este grupo de señales a continuación.
Aprendemos de Apocalipsis 12 que la primera guerra en la profecía será una “grande batalla en el cielo”. Miguel y sus ángeles derrotarán a Satanás, y lo arrojarán a él y a sus emisarios a la tierra (Apocalipsis 12:7-9). Sabiendo que su tiempo es corto y que la esfera de su operación está restringida, Satanás empoderará a dos hombres en particular (ambos llamados “Bestias”), quienes llevarán a cabo sus propósitos en la tierra. Ellos son la “Bestia” (el mismo nombre del imperio) o “cuerno pequeño” (Apocalipsis 13:4-7; Daniel 7:8, 7:19-25), y el “Anticristo” o “el falso profeta” (Apocalipsis 13:11-18; 1 Juan 2:18; Apocalipsis 19:20). La primera Bestia estará involucrada en los asuntos políticos del imperio, y la segunda Bestia (el Anticristo) estará involucrado en asuntos religiosos.
Causarán agitación en el gobierno occidental (Apocalipsis 6:12-17 —el sexto sello), y la Iglesia Romana corrupta que habrá gobernado sobre el imperio durante los primeros 3 años y medio será derrocada (Apocalipsis 17:16-18). La Bestia o Cuerno Pequeño tomará el control como dictador. Para unificar el imperio bajo su mano, él, con la ayuda del Anticristo, cesará toda clase de adoración en el judaísmo, lo que será una violación en los términos del pacto que el imperio habrá hecho con los judíos (Daniel 9:27). La práctica del cristianismo (corrompido por la falsa iglesia) también será prohibida (Apocalipsis 17:16). Esto dará paso a una nueva religión: la adoración de la Bestia y su imagen (Apocalipsis 13:4, 13:15). El Anticristo pondrá una imagen en el templo de Jerusalén llamada “la abominación espantosa” (Daniel 12:11). El Señor habla de esto en el versículo 15 de nuestro capítulo, llamándola “la abominación del asolamiento”. ¡Todos en el imperio serán forzados a adorar a la Bestia y a su imagen!
La muchedumbre apóstata de judíos cumplirá con las nuevas regulaciones, ya que de todas formas tendrán poco interés en los tediosos procedimientos de la ceremonia y el culto judío. Verán al Anticristo como el Mesías tan esperado, y él reinará sobre ellos como su “rey” (Juan 5:43; Daniel 11:36-38). En ese tiempo, Dios enviará una “operación de error [poder engañoso]” a través de la propaganda del Anticristo para engañar al mundo occidental, el cual ha rechazado “el amor de la verdad” —el evangelio de la gracia de Dios (2 Tesalonicenses 2:8-12; Apocalipsis 9:1-12). Los apóstatas, tanto en el mundo cristiano como en la tierra de Israel, creerán en la mentira y serán condenados.
El remanente, sin embargo, verá al Anticristo como lo que realmente es —como un impostor, y no se inclinará ante la imagen, ni recibirá su marca en sus manos o frentes. Esto les hará muy difícil su existencia, ya que sin la marca de la Bestia no podrán comprar ni vender nada (Apocalipsis 13:16-17). Las autoridades implementarán una ley para el arresto y ejecución de todos aquellos que no se ajusten a los edictos del nuevo régimen. Como resultado de su resistencia a obedecer la corrupción, el remanente será cazado como animal, y muchos serán asesinados mientras las autoridades intentan purgar el imperio de tales inconformistas. Esta será una persecución mucho peor que la que Roma infligirá durante la primera mitad de la semana. El remanente judío en los últimos 3 años y medio de la semana profética será perseguido sin medida —¡mucho más que en los días del Holocausto!
Vemos aquí el tierno cuidado del Señor por el remanente de ese día. Él da una señal que, si la obedecen, los preservará en el tiempo de la persecución. Dice que cuando “la abominación del asolamiento” se establezca en el templo, deben “huir a los montes” por seguridad (versículos 16-20). No deben volver atrás, ni siquiera para tomar sus abrigos, sino que deben correr por sus vidas. Hay por lo menos siete direcciones diferentes en las que irán (Mateo 24:14, 24:16; Salmo 42:6; Apocalipsis 12:14-17; Isaías 16:3-5; Mateo 10:23; Apocalipsis 11:1-13).
Los versículos 16-26 indican que el remanente será sometido a una doble prueba en ese momento. En primer lugar, se enfrentarán a una prueba física de persecución. Sus vidas estarán literalmente en peligro todos los días (versículos 16-21). En segundo lugar, se enfrentarán a una prueba espiritual de seducción (versículos 22-26). Se levantarán muchos “falsos Cristos, y falsos profetas” y mostrarán “señales grandes y prodigios”. Cuando vean estas cosas, será una señal para ellos de que tales cosas son falsas, y no deben creerlas.
Esta doble prueba también se menciona en Apocalipsis 12. “El dragón” (Satanás) echará de su boca “un río” en un esfuerzo por hacer que el remanente creyente sea “arrebatado” por él (Apocalipsis 12:13-15). Esta es una referencia al río de apostasía que será propagado por el Anticristo en esos días —la prueba espiritual de seducción. El dragón también va a “hacer guerra contra los otros [el remanente]” (Apocalipsis 12:17 —traducción King James en inglés). Esto corresponde a la prueba física de la persecución.
En los versículos 27-28 de nuestro capítulo, el Señor dice que su venida al final de la Gran Tribulación (la Aparición) será una manifestación pública. No será algo privado hecho en “cámaras”, como dirán los engañadores de ese día. Nota, esto es “la venida del Hijo del Hombre”. No es el Arrebatamiento. Siempre que se habla de la venida del Señor como la venida del Hijo del Hombre, no es en conexión con la Iglesia. De hecho, ese título ni siquiera se usa en las epístolas en las que tenemos el desarrollo de la posición y la práctica cristiana. “El Hijo del Hombre” es un título que el Señor toma cuando es rechazado por Su pueblo Israel. Sólo se usa en las Escrituras en relación con Israel y las naciones gentiles de la tierra, y se refiere a Su venida en juicio.
El Señor añade, “Porque donde quiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas [buitres]” (traducción de W. Kelly en inglés). En esto, el Señor nos dice dónde tendrá lugar Su venida en el juicio. Será donde esté el “cuerpo muerto”. El Señor usa esto como una figura para describir la parte apóstata de la nación, la cual no es más que un cuerpo de personas sin vida en la tierra de Israel. No tendrán vida espiritual hacia Dios. Los “buitres” son las naciones árabes confederadas bajo el Rey del Norte, que descenderán a la tierra y destruirán a los judíos apóstatas (Daniel 11:40-45; Salmo 79:1-3). Será una confederación de diez naciones de pueblos islámicos (Salmo 83:5-8). Esta confederación no debe ser confundida con la confederación de diez naciones en el oeste bajo la Bestia (Apocalipsis 13:1-2).
Entonces, lo que el Señor está diciendo aquí, es que en ese mismo lugar donde estas naciones descenderán sobre los judíos apóstatas (es decir, en la tierra de Israel), es donde Él volverá en juicio como el Hijo del Hombre. Dios usará a estas naciones como Su instrumento para ejecutar el juicio sobre la muchedumbre apóstata de judíos que han rechazado a Cristo y recibido al Anticristo.
Señales correspondientes a los sucesos inmediatamente posteriores a la gran tribulación
(Mateo 24:29-31)
En los versículos 29-44, tenemos el tercer grupo de señales. Estas pertenecen a las cosas que sucederán inmediatamente después de la Gran Tribulación. El versículo 29 describe la situación que existirá en la tierra como resultado a las obras del Anticristo. El “sol”, la “luna” y las “estrellas” son figuras usadas para describir las fuentes normales de luz espiritual. Pero en aquel día, no brillarán en los corazones de los hombres (Apocalipsis 6:12-13, 9:2, 16:10; Isaías 5:30, 8:22, 13:10; Joel 2:10, 2:31, 3:15). Los engaños del Anticristo habrán dejado a la gente prácticamente sin luz espiritual, es decir, sin el conocimiento de Dios. Estarán envueltos en oscuridad (Isaías 8:21-22).
“Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo”. El Señor vendrá del cielo en juicio como el Hijo del Hombre. Las palabras “sobre las nubes del cielo” indican que será una manifestación pública. Su aparición en ese momento será para la restauración de Israel.
La restauración de Israel se llevará a cabo en dos fases. Primero, “las tribus de la tierra” se “lamentarán” en arrepentimiento. Esto se refiere a las dos tribus —al remanente judío. Se arrepentirán cuando vean al Señor y comprendan que es Él a quien ellos, como nación, crucificaron (Zacarías 12:10-14; Isaías 53:1-12). Lo recibirán como su Mesías (Salmo 110:3). Estas “tribus” no son las diez tribus que están escondidas en los cuatro rincones de la tierra. Sabemos esto porque está hablando de las tribus en “la tierra”, y las diez tribus no estarán en la tierra cuando el Señor aparezca.
La profecía distingue tres esferas en cuanto a los tratos de Dios en este planeta. Primero, está “la tierra” que es la tierra de Israel, no sólo la que ocupan actualmente, sino la que fue prometida a Abram. (Walter Scott dijo que incluso en el tiempo de David y Salomón, ¡los hijos de Israel sólo ocupaban el 10% de lo que Dios les dio! Se les dio aproximadamente 777,000 kilómetros cuadrados, pero sólo tomaron unos 77,700). Luego, en segundo lugar, está lo que a veces se le llama “la tierra” profética. Se refiere a una esfera más amplia, que abarca no sólo la tierra de Israel, sino también Europa Occidental —tal vez incluso América. Luego, en tercer lugar, está “el mundo”, que es más amplio aún, e incluye el área más allá de la tierra profética. Una referencia interesante que muestra la diferencia entre estas tres esferas es Isaías 26:9-10, “Porque luego que hay juicios tuyos en la tierra [la tierra profética], los moradores del mundo aprenden justicia. Alcanzará piedad el impío, y no aprenderá justicia; en tierra [la tierra de Israel] de rectitud hará iniquidad, y no mirará á la majestad de Jehová”. (Véase también Isaías 18:2-3).
La segunda fase de la restauración de Israel tiene que ver con las diez tribus. Ellas también necesitan ser restauradas al Señor —pero por diferentes razones. Las dos tribus de Israel son culpables de rechazar a Cristo y recibir al Anticristo; mientras que las diez tribus no son culpables de ninguna de las dos. Las diez tribus no estaban en la tierra de Israel durante la primera venida del Señor hace 2000 años, y no pueden ser consideradas responsables de Su rechazo. Tampoco estarán en la tierra durante la Gran Tribulación cuando los judíos reciban al Anticristo. Las diez tribus, sin embargo, son culpables de violar la ley, y las consecuencias son que han sido “sacudidos á todos los reinos de la tierra” (Deuteronomio 28:25). Los judíos también han quebrantado la ley y han sido dispersados, pero volverán a la tierra de Israel al comienzo del período de tribulación de siete años, con la ayuda de algún poderío marítimo, probablemente la recién formada confederación de diez naciones en el oeste (véase Isaías 18).
El versículo 31 nos dice que habrá una “gran voz de trompeta” que saldrá por todo el mundo, y las diez tribus que hoy están perdidas, o escondidas, serán conmovidas a regresar a la tierra de Israel. Es poco probable que esta sea una voz de trompeta literal, pero seguro que alguna señal despertará a las diez tribus. Esto ocurrirá poco después de que el Señor haya aparecido. El Señor usará a “Sus ángeles” para ayudar a las diez tribus a regresar a su tierra natal. Algunas naciones gentiles que sabrán que el Mesías de Israel ha regresado en poder y gloria también se ofrecerán voluntariamente para ayudarles en su regreso (Isaías 11:12, 14:1-2, 49:9-23, 60:8-9). Ellos entrarán en la tierra después de haber sido zarandeados por el Señor en la frontera (Ezequiel 11:10, 20:34-38), y en ese momento entenderán la obra consumada de Cristo en la cruz (Zacarías 13:6).
En los versículos 32-35, el Señor da otra señal que tiene que ver con la restauración de Israel en una parábola de “la higuera”. La higuera, en las Escrituras, es un símbolo de la nación de Israel. Dice que cuando vean brotar “hojas”, entonces deben entender que el “verano” —el tiempo de dar fruto— está cerca. A través de estos largos años de dispersión de Israel, no se ha producido ningún fruto real para Dios de parte de esta nación. Sólo darán fruto después de que el Señor venga y sean restaurados a Él.
El Señor explica que primero habrá un tiempo en que las “hojas brotan” sin fruto. En otras palabras, la nación haría una profesión de vida, pero no habría ningún fruto para Dios en ella. Esto es lo que sucederá en la primera parte del período de tribulación cuando los judíos regresen en masa a su tierra natal (Isaías 18:1-4). Volverán sin creer que el Señor Jesucristo es su verdadero Mesías, y edificarán la nación por sus propios medios (Salmo 73:1-12). En la actualidad, unos 4 o 5 millones de judíos ya han vuelto al territorio; lo que es un precursor de la higuera brotando sus hojas —una prefiguración, pero no el cumplimiento de estas cosas.
El Señor dijo que cuando “todo esto” ocurra (las diversas señales que ya hemos visto en este capítulo), ellos sabrían que la nación pronto sería restaurada al Señor y empezaría a dar fruto para Él de nuevo.
Los versículos 36-44 aportan más detalles que tienen que ver con la aparición del Señor como el Hijo del Hombre. Dice: “Del día y hora nadie sabe”. Esto se ha aplicado erróneamente al Arrebatamiento, pero el Señor se refería a Su Aparición: “la venida del Hijo del Hombre”. El juicio en los días de Noé es presentado para ilustrar este punto. Fueron los impíos en ese día los que fueron removidos de la tierra en el juicio del diluvio, mientras que los justos (Noé y los suyos) continuaron viviendo. Esto es lo que sucederá cuando el Señor aparezca en juicio. Los ángeles saldrán sobre la tierra profética “y apartarán á los malos de entre los justos” (Mateo 13:38-43, 13:49-50). El Señor dijo: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado: Dos mujeres moliendo á un molinillo; la una será tomada, y la otra será dejada”. Los que son “tomados” son removidos de la tierra en juicio. Los otros son dejados en la tierra para entrar en el reino. En el Arrebatamiento será todo lo contrario; los creyentes serán tomados de la tierra al cielo, y los incrédulos serán dejados en la tierra.
Cuando el Señor Se aparezca, enviará a Sus ángeles con dos tareas; una tarea será para bendición, y la otra para juicio. Algunos de los ángeles saldrán por el mundo y reunirán a las diez tribus de vuelta en la tierra de Israel, para ser bendecidos con las dos tribus —los judíos (Mateo 24:31). Otros ángeles irán sobre la tierra profética y ejecutarán este juicio del que hablamos.
Los que serán “tomados” en juicio serán lanzados vivos directamente al lago de fuego (Mateo 13:42, 13:50-51). No morirán ni entrarán en el estado incorpóreo para esperar a ser resucitados en el Gran Trono Blanco para ser juzgados. En la Aparición de Cristo, se encontrarán cara a cara con el propio Juez, y no necesitarán una nueva fecha de juicio. Los primeros en ser arrojados al lago de fuego en ese momento son la Bestia y el falso profeta —el Anticristo (Apocalipsis 19:20). Pero aquellos en la tierra profética que han rechazado el evangelio de la gracia de Dios y han recibido la marca de la Bestia, ¡también serán arrojados allí! Querían a la persona de la Bestia (el “cuerno pequeño”, el líder del imperio Romano revivido) y al Anticristo, pensando que eran salvadores (1 Tesalonicenses 5:2-3), y al final, Dios ordena que compartan el juicio con ellos.
Las Escrituras indican que habrá tres clases de personas que dejarán este mundo sin morir. Primero, aquellos de la Iglesia, “los que vivimos, los que quedamos”, los que lo estarán en el momento de la venida del Señor —el Arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:17). Luego están los que serán arrojados directamente al lago de fuego en la Aparición de Cristo (Mateo 13:42, 13:50-51). Y, por último, después de que el Milenio haya terminado, habrá quienes serán transferidos a los “cielos nuevos y tierra nueva” sin pasar por la muerte (1 Corintios 15:26; 2 Pedro 3:13).
En los versículos 42-44 de Mateo 24, se les dice a los discípulos, “velad” y “estad apercibidos”. La exhortación a velar se da 18 veces en el Nuevo Testamento. El remanente judío tendrá que velar. Te preguntas: “¿Velar para qué?” Ellos deben estar atentos a las señales que preceden a la venida del “Hijo del Hombre”, y así saber que Su venida está cerca. Se asemeja con el asalto de un “ladrón” porque será un tiempo de juicio. En el Nuevo Testamento, se habla cinco veces de la venida del Señor como la venida de un ladrón; y todas se refieren a Su aparición y nunca al Arrebatamiento (Mateo 24:43; 1 Tesalonicenses 5:2; 2 Pedro 3:10; Apocalipsis 3:3, 16:15).